Siempre se dijo que la intolerancia del kirchnerismo era insuperable, se lo acusó incluso de “totalitarista”. Sin embargo, la censura que me fue impuesta en Mendoza a la hora de presentar mi libro “Trimarco SA” proviene de funcionarios de Cambiemos.
La principal responsable es la directora de la Biblioteca San Martín, Marta Babillón, que depende del secretario de Cultura, Diego Gareca, que la respaldó en su decisión de que yo no pudiera hacer mi presentación allí, por supuesto temor a “escraches”.
Gareca reporta a su vez a Alfredo Cornejo, uno de los principales socios políticos de Mauricio Macri.
No he carecido de inconvenientes durante el kirchnerato, debo reconocerlo, pero también debo admitir que jamás me censuraron la presentación de ninguno de mis otros libros, como sí ocurre con este gobierno.
Diego Gareca junto a Cornejo
La excusa impuesta es insólita: alguien habría amenazado con hacer vandalismo en el edificio de la biblioteca si yo presentaba mi obra allí y por ello se decidió cancelar el evento (El imperdible audio puede escucharse acá). ¿No era más lógico denunciar ante la justicia lo ocurrido? ¿No tendría que haberse impulsado una querella penal contra aquel que profiere amenazas en lugar de perjudicar a alguien que no hizo nada malo?
En realidad, nunca hubo ningún llamado telefónico intimidatorio, sino que la presión provino desde dentro de la propia biblioteca por parte de un grupo de empleados de planta que vienen de la gestión anterior. Oportunamente publicaré sus nombres y cargos-ñoquis.
“Babillón es una cagona, se dejó apretar y cedió, como hace siempre”, me dijo en las últimas horas una fuente de ese mismo lugar que presenció lo ocurrido.
¿Por qué me mintió la mujer entonces? ¿Por qué mintió Gareca? Más aún, ¿por qué este último jamás me llamó para explicarme nada, siendo que yo cumplí todos los requisitos para que me fuera “prestada” la biblioteca?
Lo único que queda claro es el papelón que han cometido los funcionarios mendocinos, no solo al avanzar en un claro acto de censura, sino además por las pueriles excusas interpuestas (que terminaron siendo falaces).
Como bien sostuvo en las últimas horas Ricardo Montacuto, director de Mendoza Post —diario donde trabajo desde hace años—, Gareca debería renunciar a su cargo. Le queda demasiado grande.
Ya lo tendría que haber abandonado luego de los diversos escándalos que lo enchastraron, el último de ellos cuando cayó una enorme grúa en el teatro Frank Romero Day. Un hecho que no dejó víctimas solo por los designios de la casualidad. Por caso, aún persisten los ecos de los artistas que pidieron que se fuera.
El mensaje que queda flotando en el aire es terrible, y retrotrae a los peores días de la Argentina, cuando la censura era norma, y no excepción.
Como vengo sosteniendo, la presentación de mi libro se hará igual, en la puerta de la biblioteca. No es un desafío ni mucho menos, sino un mensaje contra aquellos que creen que es bueno callar a quienes piensan diferente.
Finalmente, les regalo el audio con las palabras de Montacuto, es toda una lección de civismo: