Los resultados no son definitivos, pero dan una ventaja clara a Esteban Bullrich por sobre la figura de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires.
Se trata de una distancia mínima que no supera los 3 puntos, pero es una ventaja al fin. Ciertamente, en lo práctico, los porcentajes no hacen gran diferencia en lo que a representatividad legislativa representa.
Más bien se trata de una victoria simbólica. Del clásico de ver “quién la tiene más grande”.
Cambiemos festejaba anoche porque superó a la oposición en provincias emblemáticas como Santa Cruz, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Jujuy y Santa Fe.
Lo de la Ciudad de Buenos Aires directamente fue una paliza, con una Elisa Carrió que arañaba los 50 puntos, bien lejos del segundo, que llegaba al 20%. Se trata del siempre derrotado Daniel Filmus.
“El cambio está más vivo que nunca”, dijo Mauricio Macri en pleno escenario, al festejar junto a sus principales referentes, entre los cuales escaseaban los radicales de pura cepa.
No obstante, lo que le dio la victoria al jefe de Estado no fue tanto el amor de quienes lo siguen, sino más bien el terror al regreso del kirchnerismo.
Tuvo una muy buena estrategia el oficialismo en ese sentido, con una María Eugenia Vidal que refrendó una suerte de maratón en los principales programas de TV durante la última semana de campaña.
A su vez, la cooptación de la figura de Florencio Randazzo jugó a favor del macrismo. Eran votos que hubieran beneficiado a Cristina.
Los grandes perdedores fueron Sergio Massa y Martín Lousteau, quienes competían en la provincia de Buenos Aires y la CABA respectivamente.
Ambos soñaban con “mojar” en las presidenciales de 2019, sobre la base de muy buenas elecciones pasadas, pero la realidad les ha dado una fuerte e inesperada cachetada.
En sentido inversamente contrario, el gran ganador es, obviamente, Macri, quien ha logrado un fuerte espaldarazo a su gestión.
Se espera que lo utilice con responsabilidad y criterio, sobre todo en momentos en los que una eventual reforma laboral —y otras medidas similares— empieza a inquietar a propios y ajenos.