Amado Boudou es corrupto, no hay dudas de ello. No se trata solo de la condena que le endilgó hace unas horas el Tribunal Oral Federal 4 por “cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con la función pública”.
También aparece el rastro de otras tantas denuncias judiciales e incluso puntuales tópicos de su conducta privada.
No es casualidad que el exvicepresidente haya sido quien más multas de tránsito impagas ostenta —más de 20— o uno de los que más causas judiciales llegó a acumular durante su extenso paso por el kirchnerato.
Respecto de lo primero, su historial se remonta al 25 de noviembre de 2007, antes de que fuera designado al frente de la Anses. En esa ocasión, la sanción se debió a exceso de velocidad. Luego, tiene no menos de 11 multas por estacionar en un lugar prohibido o de forma antirreglamentaria en el mismo sitio, en la calle Niceto Vega.
Con relación a las causas judiciales, Boudou llegó a acumular más de 60 denuncias como imputado. Siempre según el registro de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal.
Con un detalle: las presentaciones no incluyen aquellas que se puedan haber iniciado en tribunales de Mar del Plata, antes de su incorporación al kirchnerismo.
Entre otras, las causas van desde la propiedad de un auto con falsos papeles o la compra sin licitación de automóviles para el Ministerio de Economía, pasando por una denuncia por daño al patrimonio histórico por la remodelación del Senado.
Ello sin mencionar la denuncia que le inicié en el año 2012 por enriquecimiento ilícito, investigación por la cual terminó en prisión en noviembre de 2017.
Boudou jamás pudo demostrar en ese expediente cómo hacía con su sueldo de vicepresidente para acopiar —y mantener— autos importados, motos de alta cilindrada y dinero en efectivo, entre otras cosas. Todo mientras vivía en el ostentoso barrio de Puerto Madero.
Cuando hice esa denuncia fui duramente injuriado por la batería de medios K que se dedicaban a blindar a los funcionarios kirchneristas. Fui “escrachado” por 678, Duro de Domar, Página/12, agencia Télam, revista Veintitrés, entre otros.
A falta de acusaciones reales y concretas, me asociaron a delitos aberrantes, obviamente sin presentar una sola evidencia jamás.
Me destrozaban al mismo tiempo que aseguraban que mi “embestida” contra Boudou se debía a la oculta intención de mi parte de voltear un gobierno “nacional y popular” que había llegado para cambiar el statu quo.
Visto en retrospectiva, hoy todo parece surrealista. Sin embargo, ello ocurrió y fue tan real como la condena que hoy complicó al mismo exvicepresidente.
Hay mucho para decir, pero solo faltaría una cosa para terminar de hacer justicia: la condena a los periodistas y actores que apoyaron el saqueo del otrora funcionario junto a su jefa, Cristina Kirchner. Son parte infaltable de la trama de corrupción que sacudió al país durante 12 años.
Y cuando hablo de condena no me refiero a una cuestión judicial, sino de la necesaria reprobación social que merecen los ladriprogresistas de hoy y de siempre.
Aquellos que hablaron por izquierda y cobraron por derecha con los fondos que nos robaron a todos los argentinos.