Dentro de unos días, en marzo, se cumplirá un año exacto desde que Florencia Kirchner se fue a Cuba, supuestamente a tratarse sobre un malestar llamado “linfedema”.
Dicho sea de paso, se trata de una patología que en Argentina ostenta mejores tratamientos que en La Habana.
Al paso de los meses las preguntas se han ido acumulando y aún no encuentran respuesta: ¿Por qué se fue realmente a Cuba la hija de Cristina Kirchner? ¿Por qué mintió asegurando que sería por un tiempo y no ha regresado más? ¿Por qué no hay una sola foto de Florencia allí? ¿Realmente está en La Habana?
Todo es una incógnita y las pocas fuentes que conocen el tema han pergeñado una cerrazón imposible de sortear. Los grandes medios tampoco se han animado a abocarse a investigar el tema, vaya uno a saber por qué.
Lo poco que se sabe con precisión es que la Justicia desconfía del supuesto malestar de Florencia y aún espera que aporte un nuevo informe profesional al respecto. Los jueces del Tribunal Oral Federal 5 hicieron el pedido en agosto pasado, y aún nada de nada.
Era evidente que la excusa del linfedema era solo eso: una excusa. El verdadero motivo del viaje de la hija de Cristina tenía que ver con las complicaciones judiciales que ostenta en estas horas y que aún no se han visto aliviadas por la muerte del juez Claudio Bonadio.
Quien escribe estas líneas lo explicó claramente el 22 de marzo de 2019, anticipando que no volvería más: “Florencia Kirchner no quiere ir presa y se queda en Cuba”, se tituló la nota de marras. Y es lo que finalmente ocurrió.
Allí mismo se dijo que la heredera de Cristina estaba “seriamente complicada por el expediente Los Sauces SA” y avanza en una medida arriesgada: “Escapar del país apelando a una dolencia que tranquilamente pudo haber tratado en el país, tal cual han afirmado docenas de especialistas en las últimas horas”.
Era casi una obviedad que Florencia había decidido escapar del país para zafar de sus complicaciones judiciales. Todo lo demás fue pura excusa, la peor si se quiere.
Aquello del “trastorno de estrés postraumático”, que también puede tratarse en la Argentina, o la referencia de Cristina de que su hija se encuentra “mucho mejor”, sin más detalles, denotan el “cuento” que se configuró hace casi un año.
Se insiste en un punto: ¿Por qué no hay una sola fotografía de Florencia en Cuba o en el Centro de Investigaciones Médicas Quirúrgicas (CIMEQ), donde supuestamente se ha tratado? Apenas sí, existe un tuit de Cristina mostrando una imagen del lugar… ¡sacada de Google!
En una hora parto desde La Habana hacia Buenos Aires. La foto que ves es la del CIMEQ, el centro de referencia de salud en Cuba, en el que Florencia continúa con sus análisis y su tratamiento ambulatorio. pic.twitter.com/7A3QLCRpUG
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) March 21, 2019
A esta altura, resta preguntarse, ¿quién va a asumir la responsabilidad de haber autorizado la salida de Florencia del país? Porque, por mucho menos, hay quienes están vedados de cruzar las fronteras argentinas.
En este caso, se trata de una persona procesada por supuesto lavado de dinero, proveniente de la corrupción, durante el gobierno de su propia madre. Que esté procesada significa que hay semiplena prueba contra ella.
No olvidar que incluso Florencia ha sido embargada en 2016 en cinco millones de dólares, parte de los cuales los tenía “guardados” en una caja de seguridad del Banco Galicia.
Tal el contexto de la salida de la hija de Cristina de la Argentina. Una cuestión tan absurda como inentendible. Solo en Argenzuela.