Finalmente, la reforma judicial impulsada por Cristina Kirchner salió “como por un tubo” durante la madrugada de este viernes.
Fue la coronación de un capricho personal. Una intentona de zafar de sus problemas judiciales, que son múltiples y variados. Principalmente en la Justicia Federal y la Corte Suprema.
Ello explica que la mentada reforma solo se impulse en esos fueros, que no aliviarán de manera alguna al ciudadano de a pie. Porque, ¿cuántas personas “del montón” litigan en Comodoro Py?
Se trata de un terruño donde se definen cuestiones de la política, el contrabando y el narcotráfico principalmente.
Ergo, si lo que se buscaba era mejorar la justicia de cara a la sociedad, los cañones se tendrían que haber apuntado a los fueros civil, previsional, laboral, de familia, etc… allí sí abrevan a diario miles y miles de personas en busca de una solución que puede demorar años.
Como sea, la victoria de Cristina —pírrica, pero victoria al fin— tuvo sabor a poco. Careció, de hecho, de los consabidos festejos que suele regalar el kirchnerismo luego de cada triunfo. Siempre hiperbólicos.
La explicación es bien sencilla: la norma no pasará el filtro de la Cámara de Diputados. No hay manera que lo haga. Por eso, no hay celebración alguna.
El gobierno lo sabe, y por eso el Frente de Todos no le puso fecha al tratamiento del proyecto de ley en ese cuerpo.
Habrá seguramente febriles negociaciones para intentarlo, pero será una misión imposible. A menos que se introduzcan modificaciones de fondo que jamás permitirá Cristina. Básicamente porque diluirían el espíritu de la norma, que busca su propia impunidad judicial.
Debe mencionarse que ni siquiera alivianó la cuestión el hecho de que se quitara de raíz aquel articulado que hablaba sobre las presiones de los “poderes mediáticos” a la justicia, dato anunciado por el “valet” de la vicepresidenta, Oscar Parrilli.
Por eso, en los días sucesivos se verá una merma discursiva en lo que refiere a la justica y la necesidad de reformarla. Es un salvavidas de plomo para Alberto Fernández, que tracciona su imagen de manera cada vez más negativa.
Siquiera la “tropa propia” se dejaba ver anoche en la periferia del Congreso Nacional, como ha ocurrido en el contexto de otros debates parlamentarios.
“Ni los nuestros bancan los trapos”, se quejaba anoche el vocero de un mediático senador cordobés en plena cámara alta.
Fue todo un gesto, que denota la soledad que ostenta Cristina en su cruzada por escapar de las garras de la Justicia.
Es el límite de los militantes K, que suelen acompañar hasta la puerta del cementerio… pero jamás ingresar a este.
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