Más temprano que tarde, la etiqueta #LiberenAlPresto se volvió segunda tendencia a nivel mundial en Twitter. Allí, bajo ese hashtag, abrevan los mensajes que reflejan la preocupación de miles y miles de tuiteros que observan el derrotero que le toca vivir ahora mismo a Eduardo Prestofelippo, el joven colega que terminó preso por haber tuiteado una presunta amenaza contra Cristina Kirchner.
El tipo no se robó fondos públicos, ni trató de quedarse con Ciccone, ni recibió prebendas con la obra pública, ni arrojó un bolso con millones de dólares a un convento, ni tampoco aparece en los cuadernos de Centeno. No. Solo tuiteó.
Entonces, en un país donde se ha liberado a mansalva a los Boudou, los De Vido, los Jaime y los Lázaro Báez, el Presto está detenido. Solo por tuitear.
Lo hablé con él hace algunas semanas, el mismo día que fue denunciado por el abogado de Cristina, Gregorio Dalbón. Por tuitear.
“Cuando me referí a ‘muerte’ estaba hablando políticamente. Yo no haría una amenaza como la que me dicen que hice”, me dijo.
En la misma conversación mostró su arrepentimiento: “Me pareció una estupidez. Tendría que haber sido más claro. Ahora ya aprendí para la próxima”.
Nada importa ya, porque ahora mismo “el Presto” está detenido en una fría comisaría de Córdoba, donde se supone que pasará las próximas 48 horas. Solo por tuitear.
La paradoja es que la propia Cristina, en el año 2016, amenazó de muerte a Patricia Bullrich: "La voy a matar, hija de mil p…", apuntó con furia. Y la frase quedó registrada en un audio que se viralizó por mil.
Pero nada sucedió con la hoy vicepresidenta. Ni allanamientos, ni detención, ni nada. Y “el Presto”, por mucho menos, ahora está preso. Solo por tuitear.
Ciertamente, lo que hizo el colega fue un exceso, y se lo dije en la conversación que tuvimos, pero… ¿detenido? ¿En serio? ¿En el preciso momento en el que liberan a Lázaro, el tipo que se robó miles de millones de dólares como testaferro de los Kirchner?
El derrotero de “el Presto” es en realidad el espejo maldito del terror que busca imponer el kirchnerismo. Un mensaje al periodismo crítico, aquel que se anima a mostrar los desaguisados del oficialismo de turno.
Si alguien abriga alguna duda, solo debe otear lo que dijo el propio Dalbón en su cuenta de Twitter, al referirse a la detención del colega: “Te metes con Cristina, bancate las consecuencias”, reconoció. Como dicen los abogados, “a confesión de parte, relevo de pruebas”.
Como sea, ahora mismo se ha generado una espontánea manifestación ciudadana que marcha en la CABA y en Córdoba para que liberen a “el Presto”. Una vez más, Cristina ha logrado transformar en héroe a quien quería enterrar. “El tiro por la culata”, que le dicen.
Más allá de este último tópico, que refiere al poder autodestructivo de los K, es preocupante lo que ocurre en estas horas. Porque, ¿qué pasará mañana si a Cristina no le gusta un tuit mío sobre su persona? ¿Me mandará a detener? ¿Cuál es el límite? ¿Quién lo determina?
Hoy más que nunca hay que recordar aquella célebre frase pronunciada por el tercer presidente de EEUU, Thomas Jefferson: “Si yo tuviera que decidir entre un gobierno sin prensa y una prensa sin gobierno, no vacilaría un instante en preferir lo segundo”.
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