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La Corte Suprema puso en su lugar a Cristina Kirchner (y sus caprichos)

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Una lección sobre cómo mejorar la República
Una lección sobre cómo mejorar la República

Juran que Cristina Kirchner estaba furiosa. Que incluso amenazó con renunciar a su cargo de vicepresidenta. Pero son solo versiones de pasillo, que podrían ser falsas... o ciertas, teniendo en cuenta que ya alguna vez intentó lo mismo. Cuando se trató la resolución 125 y el “voto no positivo” de Julio Cobos.

 

Lo que sí es real es lo del enojo: la expresidenta estaba sulfurada —es un hecho—, lo cual demuestra que toda la movida era para beneficiarla a ella en el marco de las causas judiciales que la aquejan. Porque, ¿quién podría enfurecerse por un simple fallo de la Corte, siendo que todo el tiempo está emitiendo sentencias?

Pero el enojo denota eso: la molestia, la inquina, la cuestión personal. La espina en el costado.

Para que se entienda: Cristina intentó sacarse de encima a los jueces que la inquietaban. Y lo hizo de la peor manera, asegurando que su intención era mejorar la Justicia. Tremenda hijaputez.

No obstante, debe reconocerse a la vicepresidenta la coherencia. Porque su estilo es ese, el de "limpiarse" a aquellos que no la complacen, ya sea en la política, el periodismo, la Justicia.

Es el modus operandi que heredó del ADN de su marido, Néstor Kirchner. El mismo que, molesto por un fallo de la Corte Suprema en 2009, llegó a eliminar el cargo de Procurador General en Santa Cruz. Solo para no reponer en su cargo a Eduardo Sosa, a quien había removido en 1995 "de prepo".

No tienen límites, ni Néstor ni Cristina. Hicieron con la República lo que se les cantó, siempre. Incluso moldearon el Consejo de la Magistratura a su antojo.

Pero ya no. Hoy la Corte dijo “basta”. Porque ya era demasiado. Era mucho más que un capricho, era una afrenta al republicanismo más básico.

Porque, ¿qué pasará la próxima vez si la Justicia cedía a los caprichos cristinistas? ¿Cuál sería el límite de sus exigencias?

La vicepresidenta se mueve a destiempo, con un anacronismo sorprendente. Se maneja como una monarca, desconociendo los principios de la democracia. Como si todos tuvieran que ceder a sus prerrogativas todo el tiempo.

Lo grave es que hay quienes si lo hacen, aquel núcleo que la rodea y la corteja. Uno de ellos es el mismísimo presidente de la Nación, a quien ella siente como un “inferior”.

Pero no es el único: diputados, senadores, ministros, secretarios y demás referentes K... todos hacen lo que a ella le viene en gana. Entonces aparece aquello del "chancho" y "los que le dan de comer".

Y claro... Cristina es el caprichoso marrano, pero los que la alimentan son los que la rodean. Y ella cree que todos deben —debemos— hacer lo propio. Que tenemos que servirla.

Entonces, cuando la Corte le pone puntuales límites ella se empaca como una niña. Porque no conoce de demarcaciones. Se cree dueña de todo... y de todos.

No se sabe qué terminará definiendo el cuerpo supremo sobre los jueces Pablo Bertuzzi, Leopoldo Bruglia y Germán Castelli, porque hasta ahora han pateado la pelota para adelante, sin definir la cuestión de fondo.

Pero al menos no cedieron “de una”, como esperaba el kirchnerismo de paladar negro.

Es toda una lección, en el marco de una Argentina que parecía haber perdido toda dignidad en lo que a cuestión republicana refiere.

Por algo se empieza...


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12 comentarios Dejá tu comentario

  1. Sr Sanz Ud. dice "...Pero ya no. Hoy la Corte dijo “basta”. Porque ya era demasiado. Era mucho más que un capricho, era una afrenta al republicanismo más básico...." Hoy la CSJ dijo, un momentito, veamos, vamos a analizar las cosas. Nada más. Que no es poco, pero ese título tampoco es así. Nadie pone a nadie "en su lugar" Cada quién debe hacer el trabajo que le ha encomendado la ciudadanía, nada más que eso. Para eso fueron nombrados y para eso juraron. No hay que contar los huevos antes de que la gallina los ponga, que ya hemos visto a varios en esa situación el más conocido dijo ganó scioli por amplia mayoría. Yo tengo la convicción de que los apartamientos son incorrectos. El traslado de los jueces es el correcto una vez que han sido aceptados por el senado, si mantienen sus competencias, Y ese fue el criterio de la SCJ al momento del traslado

  2. Otra vez Christian Sanz, el periodista político que dice verdades sin tapujos, respeta la realidad de los hechos y los expone con crudeza, a pesar de los infames ataques que recibe desde hace años. Excelente su artículo de hoy.

  3. Otro escribiendo ganzadas, los tres jueces que tienen que volver a su lugar de origen no juzgan a Cristina. La desición e la Corte es para quedar bien con Magnetto.-

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