Por mucho menos de lo que dijo ayer Florencio Randazzo, respecto a la responsabilidad de los medios en un supuesto ataque a la democracia, varios periodistas de este periódico fueron querellados por funcionarios del kirchnerismo. ¿Desde cuándo la prensa atenta contra la institucionalidad por dar a conocer los detalles de una puntual denuncia, independientemente de quien la efectúe?
Lo señalado por la oposición respecto a las irregularidades en las primarias del 14 de agosto —denunciado por Tribuna de Periodistas en exclusiva dos días después de esos mismos comicios— está basado en telegramas que el propio oficialismo puso a disposición de la población. Señalar esto, ¿es atentar contra la democracia? ¿No es acaso más antidemocrático tapar bajo la alfombra escándalos como el Schoklender-gate, los prostíbulos de Zaffaroni, el Inadi, los fondos de Santa Cruz, y tantos otros que el kirchnerismo insiste en desconocer?
Randazzo, uno de los hombres injustificadamente más enriquecidos en la función pública, ha mostrado tremenda incoherencia en sus palabras: alguien debería recordarle que fue él mismo quien habló de fraude luego de que se denunciaran irregularidades en las pasadas elecciones en Chubut. En esa oportunidad sí se abrieron las urnas y se hizo un recuento de votos. ¿Por qué ahora no?
La reticencia de la justicia electoral de mostrar los votos luego del pedido formal de referentes radicales, es todo un síntoma. "(Los denunciantes) no expresan en qué consisten materialmente los errores", aseguró el fiscal Jorge Di Lello a la hora de argumentar esa negativa. ¿Necesita un funcionario judicial de su relevancia que alguien le detalle las inconsistencias que los principales medios del país venían publicando en primera plana?
Un dato para intentar entender la actitud del fiscal: Di Lello es el mismo que pidió sobreseer al ministro de Economía Amado Boudou luego de comprobarse que espiaba los correos electrónicos de los empleados de esa Cartera.
¿Podía esperarse alguna otra actitud de su parte?
Definitivo no es sinónimo de transparente
Los datos que dio a conocer ayer el ministro del Interior, que refrendan de alguna manera la información provisoria y elevan a Cristina Kirchner al 50,24% de las preferencias electorales, ¿son más confiables que los dados a conocer a través de los telegramas enmendados y adulterados? Para nada.
Hay que mencionar que el escrutinio definitivo consiste en contar todos los resultados volcados en todas las actas confeccionadas en las mesas electorales. ¿Se puede confiar en esos documentos, siendo que los completaron las mismas autoridades de mesa que hoy se encuentran cuestionadas por haber fraguado los telegramas? ¿Por qué esas actas presentan enmiendas iguales o peores?
Según refiere Wikipedia, "también corresponde al escrutinio definitivo verificar si las propias actas son válidas, y resolver sobre los votos impugnados y recurridos que los diferentes partidos políticos puedan haber realizado en cada mesa y que consten en las actas". Mal que le pese a más de uno, esto último nunca ocurrió.
Anticipándose a lo ocurrido ayer, Tribuna de Periodistas aseguró el pasado lunes que "el desarrollo del escrutinio definitivo está mostrando que miles de certificados de urnas también están plagados de anomalías y datos sospechosos."
Allí mismo se dio cuenta de que había reiteradas anotaciones de cero votos para algunos candidatos; cantidades increíbles de sufragios en blanco para las categorías de gobernador e intendentes y otras rarezas o errores manifiestos. "Pero lo grave es que muchas sumas de los votos que reunió cada categoría de cargos están mal hechas", se aseguró.
En tal sentido, se anticipó que "el escrutinio definitivo tampoco será un exacto reflejo de lo que votaron los bonaerenses hace dos domingos" y se advirtió que la única solución sería un recuento de votos, cuando no de los 8,3 millones. "Pero la Justicia decidió que no abrirá las urnas para contar de nuevo los sufragios", se publicó.
Se insiste: ¿Cómo confiar en el escrutinio definitivo, si ostenta más errores que los propios telegramas?
Un juez electoral llamado Manuel Blanco, que tiene ante sí toda la documentación de las 32 mil urnas que 8,3 millones de bonaerenses llenaron de votos, admitió que nunca hubo, al menos desde 1983, tantos "errores" en un escrutinio provisorio como en estas elecciones.
Frente a lo antedicho, cabe que el oficialismo responda algunas preguntas. Si las elecciones fueron transparentes y no hubo irregularidades:
-¿Por qué se insiste en no aceptar el uso de la boleta única para octubre —Aníbal Fernández llegó a asegurar que es mejor el sistema actual— como pide la oposición a pleno?
-¿Por qué hay reticencia por parte de la Justicia Electoral a abrir las urnas, lo cual sí se hizo en Chubut a pesar de que las denuncias eran infinitamente menores?
-¿Por qué nadie ha sancionado aún a las autoridades de mesa que cometieron las irregularidades en los telegramas y actas?
-¿Por qué no se permite que la Cámara Electoral sea la que controle el escrutinio provisorio, tal cual viene reclamando ese mismo cuerpo hace ocho años?
No hay respuestas a estas preguntas, solo silencio oficial. Es el síntoma más cabal del fraude que, en mayor o menor medida, se ha cometido en las primarias.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1