El debate por el tema Malvinas ha recrudecido en los últimos meses, no solo por la postura de los países del Mercosur en favor de la posición argentina, sino también por la escalada verbal que ambas naciones en disputa han sostenido al cabo de estos días. En realidad, la posición de mayor beligerancia a ese respecto la ostenta Gran Bretaña, país que se niega al diálogo a pesar de las insistentes recomendaciones de la organización de las Naciones Unidas. No se trata de nada nuevo si se recuerda que la primera "invitación" se dio en el año 1965 a través de la Resolución 2065.
Si bien puede objetarse la manera en que la Argentina lleva adelante la discusión con los británicos, hay que reconocer que el reclamo es justo, necesario y pocas veces interrumpido desde el año 1833, cuando ese territorio fue ocupado ilegalmente. Lo que preocupa no es eso, sino la posibilidad de que ese debate sea utilizado para tapar otras cuestiones más espinosas, referidas principalmente al papelón por el falso cáncer de Cristina Kirchner, el embate contra los medios críticos y el insostenible déficit de la balanza comercial (con todo lo que ello conlleva).
Si alguna duda cupiera, basta analizar el tratamiento que la prensa oficialista da al tema Malvinas, copando las portadas de los diarios "alineados" y llenando los espacios radiales y televisivos de los medios "públicos" con el mismo tópico. ¿Es realmente el tema que más le interesa a la sociedad o hay otras preocupaciones cotidianas que superan esa coyuntura?
No solo se trata del espacio que dedican a Malvinas esos medios de prensa, sino también la dimensión que le otorgan los principales funcionarios del kirchnerismo en sus diatribas cotidianas. Por caso, los mismos ministros que suelen callar frente a cuestiones de enorme relevancia vernácula han mostrado gran locuacidad a la hora de hablar de Malvinas. ¿Cómo se condice semejante incongruencia?
La respuesta es bien sencilla: el Gobierno sabe que se trata de un tema caro al interés popular. Por ello, cada nueva declaración que se efectúa a nivel oficial copa la agenda inmediata de toda la prensa.
Otro dato no menor: teniendo en cuenta que todo funcionario del kirchnerismo tiene permitido hablar solamente cuando lo ordena la Presidenta, la ecuación no parece difícil de desentrañar, hay una bajada de línea concreta para hablar del tema Malvinas de manera periódica y permanente.
En conclusión, ¿deja de ser relevante el tema? Para nada, es parte de un reclamo legítimo que debe sostenerse en el tiempo, hasta lograr el cometido final que es recuperar esos territorios argentinos. El éxito, hay que decirlo, no se dará de un día para otro sino de manera gradual, a través de una obligada etapa de transición.
Mientras ello ocurra, tan espinosa cuestión no debe aprovecharse políticamente, ni por un bando ni por el otro. Solo debe prevalecer una conducta: la mesura.
Twitter: @cesanz1