Si se lo mira como fotogramas aislados, podría parecer algo no tan grave. Sin embargo, si se lo observa como una película completa, la imagen es preocupante por demás. Veamos:
-Varios intendentes de Córdoba y la provincia de Buenos Aires están pidiendo al Gobierno que se les permita emitir cuasimonedas, como en su momento fueron los Lecops y los Patacones.
-Daniel Scioli ya anticipó que planea desdoblar los salarios estatales de junio.
-Entre Ríos ha debido pagar los sueldos de marzo de los empleados públicos en dos veces.
-Santa Cruz decidió pagar solo a empleados que ganan hasta 9.000 pesos.
No son las únicas provincias en problemas, solo las que más apretadas se encuentran en estas horas a nivel financiero. Mendoza, Catamarca, Formosa y tantas otras están con problemas de caja también. ¿Qué tan complicado es el panorama? ¿Tiene solución a la vista?
Antes que nada, hay que entender cuál es el problema, para luego intentar buscar una solución. Principalmente, las provincias se han quedado sin recursos propios para afrontar sus propios gastos corrientes y los ingresos por coparticipación cada vez son más reducidos. Por ello, la mayoría de los gobernadores ha apelado a la estrategia de eliminar exenciones al Impuesto a los Ingresos Brutos y/o incrementar las alícuotas del mismo.
Un dato sintomático lo aporta el Iaraf, un instituto especializado en análisis fiscal: en el primer cuatrimestre de 2012, la plata proveniente de la coparticipación aumentó solo 25 % respecto del mismo período del año pasado. Hay que mencionar que entre enero y abril de 2011 ese rubro había crecido 37,4 %. En buen romance, hay menos dinero en la caja del Estado nacional y ello impacta de manera directamente proporcional en las provincias.
No se trata de ningún misterio: el propio Ricardo Echegaray admitió el pasado jueves 3 de mayo que la recaudación fiscal creció solo 24,4% —unos $49.436 millones—, mostrando una fuerte desaceleración. Si se lo compara con el índice de inflación y hasta con el crecimiento del gasto público, que en marzo alcanzó un 38,6%, el panorama no se ve nada alentador.
Más allá de los fríos números oficiales, otro de los prismas que mejor refleja la marcha de la economía es la comercialización de automóviles, generalmente sostenida a lo largo del tiempo. Puede “frizarse” la actividad económica en diversos rubros, pero los vehículos siempre siguen siendo la preferencia del ciudadano argentino promedio.
Por lo visto, esto ya no es así: en los últimos días, trascendió que hubo un descenso del 24% en la producción de autos. El porcentaje surge de un informe de Adefa, asociación de fabricantes, quienes hicieron saber que durante el mes de abril solo se ensamblaron 54.772 unidades, un 19,1% menos que en marzo y un 24,4% menos respecto del mismo mes pero de 2011.
Si los números internos no parecen alentadores, menos aún ocurre con los foráneos. Es que, la Argentina aparece al margen del "boom" de inversión extranjera en América latina, de acuerdo a un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) que se dio a conocer en Chile esta semana. Allí se asegura que el país recibió capitales por sólo 3% más que en 2010. Comparado con el año 2008, esto es un 25% menos. Debe mencionarse a ese respecto que, en Latinoamérica, la inversión foránea creció un 26,9% promedio.
Si algo faltaba para que este fenómeno se acentúe, la expropiación de YPF a la firma Repsol ha sido la frutilla del postre. Esto terminó de convencer a empresarios extranjeros de que en la Argentina la inseguridad jurídica es ley. ¿Cómo invertir en un país donde hoy se escribe una cosa y mañana eso mismo se borra con el codo?
Esa —mala— conducta ha quedado al desnudo este viernes, cuando el país volvió a ser protagonista —por tercera vez— de la queja de más de 40 países ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), por la insólita política oficial que obliga a empresas que buscan importar a que realicen a su vez exportaciones "equivalentes".
Las críticas fueron expuestas durante una reunión del Comité de Medidas en materia de Inversiones relacionadas con el Comercio, celebrada en la sede de la OMC en Ginebra por parte de Estados Unidos, la Unión Europea (UE), Canadá, Japón y Australia.
"Esas medidas violan los compromisos asumidos por la Argentina ante el G-20 y la OMC", sostuvo oportunamente el representante europeo. A su vez, la delegación norteamericana consideró que la gestión de Cristina Kirchner "no ha presentado hasta la fecha una explicación satisfactoria para justificar esa política". Se insiste en el mismo punto: ¿Cómo imaginar que alguien podría invertir en un país que ostenta semejante mamarracho como política de Estado?
Ni siquiera Uruguay, eterno socio político del kirchnerismo, ha sabido entender el propósito de las trabas comerciales. Por caso, el vicepresidente del vecino país, Danilo Astori, aseguró que "el Mercosur pasa por el peor momento de su historia", ya que, en la práctica, la Argentina no mantiene los acuerdos principales del tratado.
Lo paradójico de la situación, es que Cristina Kirchner insiste en hablar de nacionalismos y soberanías a la hora de explicar esas medidas. Es lo mismo que argumentó cuando se echó mano a recursos del Banco Central, al Nación, a la ANSeS, la Lotería Nacional, y hasta el PAMI. Todas esas cajas fueron oportunamente vaciadas sin solucionar finalmente ninguno de los problemas de fondo.
Ello da explicación al avance oficial sobre YPF, no porque se busque la "soberanía energética" como dijo la Presidenta, sino porque no hay dinero para importar los 14 mil millones de dólares en combustibles que se necesitan para cubrir el déficit actual. Si así no fuera, ¿por qué se esperó nueve años para expropiar la empresa petrolera? Debe tenerse presente que en 2003, cuando Néstor Kirchner asumió el poder, la Argentina exportaba combustibles por 4 mil millones de dólares.
Como sea, en estas horas las provincias insisten en ingeniárselas como pueden para salir del atolladero. Muchas evalúan incrementar impuestos como el inmobiliario —urbano y rural también—, Sellos y Patentes. Otras, directamente emitir cuasimonedas.
Al mismo tiempo, gobernadores e intendentes han comenzado a cortar la cadena de pagos con ciertos proveedores y patean para adelante algunas de sus obligaciones. La situación, hay que decirlo, es asfixiante por demás.
"Los municipios se están desfinanciando", advirtió el intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, tomando como propio el reclamo de otros jefes comunales del conurbano. En una extensa entrevista con agencia Noticias Argentinas, el cacique aseguró que "la situación financiera de los municipios es delicada".
Giustozzi, a la sazón el jefe comunal más votado en el Conurbano en las últimas elecciones, destacó la "creatividad" que han tenido los municipios para afrontar sus compromisos y tiró una frase por elevación: "Como dijo Juan Bautista Alberdi, sin recursos no hay Estado".
Mientras esto ocurre, el kirchnerismo no deja de festejar la sanción de la ley que expropió YPF. La oposición, mientras tanto, insiste en disgregarse y colaborar —aún involuntariamente— con los caprichos oficiales.
El dato relevante es que la "caja" se va achicando y no todos están invitados a participar del reparto. Ello apura los tiempos y motiva los alineamientos. Nadie quiere imaginar cómo se sostendrá la economía durante el resto de 2012, parece que solo hay que aprestarse a vivir el momento. ¿Qué ocurrirá cuando no haya manera de exprimir ya a YPF, empresa que no será rentable sino hasta dentro de varios años? ¿Seguirán las expropiaciones, como auguran funcionarios del kirchnerismo en estricto off the record?
La Argentina necesita seguir avanzando y creciendo, y ello solo ocurrirá con la inyección de fondos frescos que impulsen la economía, aceitando la cadena del consumo y la producción, algo que hoy no parece visible en el corto/mediano plazo.
Al mismo tiempo, el crecimiento del gasto público no cesa y ello conspira para que la situación financiera se complique aún más a futuro.
En ese contexto, ¿es posible que la Argentina reviva lo sucedido en 2001? ¿Qué tan cerca se está de que ello vuelva a ocurrir? Por suerte, aún se está lejos de la situación vivida en esos años, aunque nada es improbable a largo plazo. En realidad, lo que suceda en los próximos meses depende, no solo de las medidas oficiales, sino también de los mensajes que sepa emitir el Gobierno para generar confianza en la marcha de la economía.
No se trata solamente de mostrar escenarios de tranquilidad a inversores extranjeros: los ciudadanos argentinos necesitan la certeza de que no habrá medidas extremas como "corralitos", expropiaciones de cuentas bancarias o intervenciones de similar tenor por parte del Estado.
Nadie sabe qué ocurrirá a futuro, aunque hay que referir que las intempestivas regulaciones económicas que suele tomar el kirchnerismo no ayudan para nada a la hora de brindar confianza a nivel social. Ello explica por qué los depósitos en los bancos son cada vez menores y el consumo se retrae en curva descendente.
El escepticismo que hoy vive la ciudadanía lleva a que, quien tiene dinero guardado, no lo gaste. Al no hacerlo, el consumo nunca llega a multiplicarse y la economía se va desacelerando lentamente. ¿Cuánto puede sostenerse una situación semejante, especialmente en un escenario como el que hoy se vive?
La economía no es una ciencia exacta, depende de las medidas que se van tomando día a día y de la confianza que se sepa generar en los habitantes de una Nación. En tal sentido, el oficialismo tiene hoy en sus manos las imprescindibles herramientas que servirían para lograr salir del cuello de botella.
Ojo con ello, porque son los mismos utensilios que, mal utilizados, pueden terminar de hundir a la Argentina.