“Las conspiraciones no existen, pero que las hay las hay”. Ese parece ser el dogma que en estas horas rodea a algunos de los funcionarios más reputados de Casa de Gobierno, luego de que Jorge Bergoglio fuera coronado papa.
Según estos, existe una certera conexión entre este último hecho y cuatro acontecimientos ocurridos en las últimas semanas: el desembarco de Irán en Latinoamérica, la muerte de Hugo Chávez, el memorándum de entendimiento por el atentado a la AMIA y la posibilidad de que Cristina pueda tomar el legado del extinto líder bolivariano.
Para darle fundamento a ese pensamiento conspirativo, los mismos funcionarios trazan una especie de paralelismo respecto a lo que ocurrió con el comunismo polaco luego de la designación de Karol Wojtyla como sumo pontífice.
Oportunamente, el ex presidente Lech Walessa lo contó con claridad: "Ante el poder comunista estábamos como inmovilizados y aturdidos: en nuestros corazones una gran alegría había desplazado a la incertidumbre y al miedo, nos veíamos a los ojos unos a otros colmados por una esperanza nueva hacia el futuro, mirando a nuestro alrededor que evidentemente no éramos pocos y que se podía creer".
Según el ex mandatario polaco, luego de la llegada de Juan Pablo II "fuimos testimonio y protagonistas juntos de la fuerza inquebrantable de la fe: pese a cincuenta años de comunismo en Polonia, un pueblo entero participaba en los encuentros del Papa, un pueblo entero comenzó a rezar y esperar".
Si Wojtyla fue elegido para derrotar al comunismo, ¿Bergoglio fue acaso designado para acabar con el “eje del mal” trazado por Estados Unidos? Es la duda que carcome a algunos de los principales referentes del kirchnerismo en estas horas.
Por caso, Luis D’Elía escribió en su cuenta de Twitter: "Francisco I es a América Latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Soviética. El nuevo intento del imperio por destruir la unidad suramericana". El mensaje no puede ser más directo.
Es bien cierto que el titular de la Federación de Tierra y Vivienda no es de los referentes más importantes del kirchnerismo, pero no es menos real que Cristina Kirchner cada vez lo escucha con más atención. ¿Hace falta recordar que D’Elía es uno de los principales asesores de la Presidenta en torno al acuerdo con Irán para “investigar” el atentado a la AMIA?
No es ninguna coincidencia, como tampoco lo es el hecho de que el piquetero supo ser quien alimentó de improbables conspiraciones a Néstor Kirchner en sus primeros años de gobierno. En esta oportunidad, para darle crédito a su nuevo culebrón, D’Elía insiste en asegurar que Bergoglio tiene contacto directo, no solo con referentes de la oposición, sino también con la embajada de Estados Unidos. ¿Puede existir delirio más grande?
En esa misma línea de pensamiento, el polémico piquetero jura a quien lo quiera escuchar que existe un estrecho vínculo entre la CIA y el servicio de inteligencia del Vaticano, a través del cual se tejerían los destinos del mundo.
Esa eventual “conspiración” es la que ha impulsado a algunos de los medios alineados al kirchnerismo a ensuciar a Bergoglio, vinculándolo con la última dictadura militar. Lo hicieron mucho antes de que fuera ungido papa, a efectos de bloquear su posible designación.
Si bien no lo consiguieron, sí lograron que la noticia circulara a través de algunos de los medios más importantes del mundo. ¿Cómo reparar ese daño que finalmente operó cual búmeran contra el propio oficialismo?
La respuesta a esa pregunta tal vez pueda encontrarse en la foto que se pudo ver hoy, cuando Cristina estrechó la mano de Francisco. Un dato o menor: el pontífice fue el principal gestor para que esto ocurra. Solo resta que la Presidenta sepa estar a la altura de las circunstancias y se atreva a reconocer en algún momento que pudo estar equivocada en el pasado.
A ese respecto, existe una luz de esperanza: en los últimos días, Cristina pidió a sus funcionarios más cercanos que dejaran de criticar a Bergoglio.
Si se leen con atención los diarios de los últimos días, se verá que las acusaciones contra el papa cesaron repentinamente. No fue casual.
Todo ello bien podría tratarse del cambio que se espera de la mandataria, camino a la tan necesaria pacificación social. Aunque, conociendo a Cristina, también podría ser parte de una estrategia de corto plazo.
Como sea, habrá que esperar algunos días hasta dilucidar qué hay detrás de esa estrategia oficial.
Christian Sanz
Seguir a @CeSanz1