En mayo de 2008, Sebastián Forza me contó en persona los detalles de sus vínculos con ciertos negocios que llevaban adelante funcionarios del kirchnerismo. Su forma de hablar y su impronta eran calcadas a las que hoy ostenta el ignoto Leonardo Fariña.
Incluso algunas de sus frases podrían encajar perfectamente en el vocabulario del marido de Karina Jelinek. “Yo soy un facilitador, reúno a personas que quieren hacer negocios y me cobro jugosas comisiones”, me dijo entonces, poco antes de ser asesinado en un descampado de General Rodríguez.
Al igual que Fariña, este último usaba relojes caros, se movía con automóviles importados y mostraba un nivel de vida imposible de justificar de manera medianamente legal.
Sus negocios también estaban relacionados al poder político y sus temores se parecían demasiado a los del marido de Jelinek. “Me quieren asesinar”, me dijo sin vacilar. Según él, los que lo querían “desaparecer” eran empresarios y políticos de primera línea del kirchnerismo.
Había en juego varios negocios millonarios, el más importante relacionado con medicamentos.
Años más tarde, la trama volvería a darse en el lugar menos pensado: el financista Federico Elaskar, dueño de la financiera SGI, iba a sufrir un apriete sugestivo para que cediera la titularidad de esa firma: “Vas a terminar como Forza”, le dijeron.
El mensaje fue comprendido de inmediato y fue el turno de que Daniel Pérez Gadín se hiciera cargo de SGI.
No se trata de cualquier persona sino de uno de los contadores del empresario Lázaro Báez y el responsable de gestionar las cuentas del hotel Alto Calafate, perteneciente a la presidenta Cristina Fernández.
Según revela hoy Hugo Alconada Mon en diario La Nación, la foja de servicios de Pérez Gadín excede a los Kirchner y Báez. ”Abarca desde un antiguo vínculo, al parecer, con el operador y ex ministro radical Enrique ‘Coti’ Nosiglia, hasta una causa penal en la que se encuentra procesado y debe afrontar un juicio oral”, según el matutino.
Pero hay más: el nombre de Pérez Gadín aparece mencionado en la investigación judicial sobre la mafia de los medicamentos.
Puede ser una coincidencia, o no. Lo cierto es que una vez más queda al descubierto una trama que mezcla negocios oscuros, política y jóvenes empresarios.
Habrá que ver si el final de la trama también es la misma... o no.