Cristina no pasa por su mejor momento. La justicia le ha regalado varios reveses en las últimas semanas y algunos de los principales referentes del oficialismo empiezan a escapar del barco del Frente para la Victoria.
Siquiera una cuestión sencilla como el acuerdo con Irán por el atentado contra la AMIA le ha salido como esperaba. Es toda una historia aparte, donde los espías vernáculos han metido la cola con la colaboración de los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
Irremediablemente, la presidenta cae en las encuestas, sin solución de continuidad. No es algo que sepa capitalizar la oposición, aunque poco importa: el plan Cristina 2015 está sepultado, tal cual publicó hace más de un año Tribuna de Periodistas.
¿Y el “Plan B”? No hay Plan B. El único candidato medianamente potable que encontró el kirchnerismo para suceder a la mandataria es Amado Boudou. Pero hay un problema: se trata de alguien nada potable.
En estas horas, un fiscal federal pergeña dar un golpe feroz al vicepresidente en el marco de una causa judicial que lo jaquea desde hace unos meses. ¿Cuál será entonces el “Plan C” del gobierno?
Imposible saberlo, sobre todo porque hay en la actualidad dos poderosos ministros del gabinete K que han comenzado tibios acercamientos con el peronismo opositor. Uno de ellos, por caso, habla casi a diario con Hugo Moyano.
Cristina lo sabe y por ello su mensaje referido a “aquellos que quieren quedar bien con todo el mundo”, no fue exclusivamente un mensaje a Daniel Scioli, sino también a esos funcionarios.
No son los únicos: los cruces de llamados entre secretarios, gobernadores y referentes del duhaldismo —muchos de los cuales están en conocimiento de Cristina gracias a los servicios de la ex SIDE—, han crecido en situación inversamente proporcional al decrecimiento de la imagen presidencial.
Ello da un panorama del desolador panorama que le espera al oficialismo este año a nivel electoral. Hay una postal irremediable de esa soledad: ningún funcionario salió a respaldar a Cristina luego de que dijera que la habían dejado sola. ¿Hay gesto más elocuente que ese?
La última aventura del kirchnerismo, la cooptación del Consejo de la Magistratura, ha muerto al preciso momento de nacer. No pasó siquiera una semana de que el Congreso sancionara esa norma y ya dos jueces la declararon inconstitucional, lo cual refrendará la Corte Suprema de Justicia.
Era la última garantía que tenía Cristina para dejar con tranquilidad el sillón de Rivadavia en 2015 sin que peligre su propia libertad. ¿Podría enfrentar la jefa de Estado a magistrados independientes?
La situación que vive hoy la presidenta es muy similar a la que tuvo que enfrentar Carlos Menem en los años 1997/1998. En esos días, los jueces —otrora adictos al poder— empezaron a rebelarse y avanzaron contra los principales actores del menemismo.
Uno de los perjudicados fue Alfredo Yabrán, hasta ese momento protegido por el poder. La impunidad de la que supo gozar se acabó al mismo tiempo que el entonces gobierno perdió todo su poder.
La imagen es similar a la que se vive en estos días con el kirchnerismo y la avanzada judicial contra Lázaro Báez. ¿Terminará este último igual que Yabrán?
Nadie lo sabe aún, pero la pregunta es otra: ¿Terminará Cristina igual que Menem?
La respuesta inquieta a más de uno en estas horas. Y mucho.
Christian Sanz
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