La errática historia de YPF —con el capítulo de hoy incluido— es la postal de la sinuosidad del propio kirchnerismo.
Muchos parecen olvidar que fue Néstor Kirchner quien gestó el ingreso de la familia Eskenazi al directorio de YPF en 2008, provocando la inevitable transferencia de divisas que debían utilizarse para exploración hacia los bolsillos de los mismos accionistas españoles que hoy denuesta Cristina.
Sin embargo, no es esa la peor contradicción del entonces matrimonio: en 1992/93, Néstor y su esposa fueron los impulsores más férreos de la privatización de YPF. Video y documento que se muestran a continuación, son irrefutables a ese respecto:
En realidad, no ha sido gratuito el apoyo de los Kirchner al impulso privatizador. A cambio, el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo —hoy curiosamente fustigado por los K— les "ofrendó" más de 500 millones de dólares bajo el engañoso concepto de "regalías mal liquidadas". Ese dinero, que pertenece al Estado, jamás apareció luego de que fuera girado al exterior por Néstor. Se trata de los evaporados fondos de Santa Cruz.
Solicitada publicada en 1992 por los principales diarios santacruceños
¿Cómo explica Cristina ese viraje, de apoyar la privatización de YPF a impulsar su expropiación? En efecto, la mandataria no explica nada porque nadie le pregunta nada.
Si alguien se atreviera a indagarla, la Presidenta debería responder, entre otras, las siguientes preguntas:
-¿Adónde estaban ella y su esposo cuando Repsol se encontraba vaciando la misma empresa que ahora "nacionaliza"? ¿Por qué no lo denunció antes?
-¿Por qué se impulsó el ingreso del grupo Eskenazi a YPF y luego se destrozó a esa misma familia públicamente?
-¿Por qué un año antes de expropiarla, la mandataria alabó el trabajo de esa misma empresa?
Como se dijo anteriormente, Cristina no responderá nada: no le interesa dar explicaciones de sus actos. Es su naturaleza, ni más ni menos.