El juez del caso AMIA duda sobre la responsabilidad de Irán en el atentado: "Es todavía una hipótesis". Por qué habló de la pista Siria. La relación con la muerte del hijo de Menem.
Rodolfo Canicoba Corral, el juez del caso AMIA, rompió el silencio en las últimas horas y hasta se animó a hablar por primera vez de la pista Siria detrás del atentado a la AMIA, ocurrido en 18 de julio de 1994 a las 9:53 de la mañana.
A ese respecto, el magistrado dijo: "Yo creo que tanto en lo que se refiere a la pista local como a la pista siria, es un trabajo que el fiscal nos debe, porque yo, en lo personal, a la pista iraní la considero una hipótesis todavía, a punto tal de que ordeno las capturas internacionales al sólo efecto de obtener las declaraciones indagatorias porque no tengo otro elemento de juicio más importante. E insistió: “Además, está la pista siria y la conexión local".
A esta altura bien vale la aclaración: la llamada "pista iraní" es la más conocida a nivel mediático: es la que investiga la responsabilidad de un grupo de funcionarios de ese país en el ataque que dejó 85 muertos.
Por el contrario, la "pista siria" es aquella que busca indagar en los presuntos vínculos que el traficante de armas Monzer Al Kassar tuvo en el contexto del mismo hecho. No es un dato menor teniendo en cuenta que el ex presidente Carlos Menem es de raigambre siria y muchos de los indicios del mismo expediente apuntan hacia el mismo país.
No obstante ello, la investigación judicial jamás profundizó esa pista y solo se direccionó hacia Irán, ello a pesar de que no existe una sola prueba concreta que alimente esa posibilidad. Sí hubo una acción directa por parte de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) para que se indague solo en esa senda. Funcionarios iraníes serán, a partir del año 2000, los únicos sospechosos.
Nada se dirá sobre la pista Siria, aún cuando hay pruebas de sobra y llega incluso a involucrar la muerte del hijo de Menem.
Haciendo historia
El jueves 18 de septiembre de 2003, el periodista Jorge Lanata comenzó su programa de televisión ¿Por qué? hablando de la responsabilidad siria detrás de los atentados cometidos en nuestro país.
“Un secreto debe formar parte de tu sangre, dicen los árabes, convencidos de que el hombre no puede saltar fuera de su sombra. La venganza se come fría, y tiene para la mafia árabe una lógica ancestral. Deben pegarse tres golpes alrededor de la víctima, cada uno más cerca de ella. La embajada de Israel, la AMIA, el asesinato de Junior fueron cada uno de esos tres mensajes.
La víctima que los comprendió, y sobrevivió para llegar a un acuerdo, fue Carlos Menem”, aseguró Lanata sin medias tintas. En dicho programa, el periodista aseguró que existió una red de operaciones e influencias que “desvió la atención sobre Irán y volvió a ocultar la pista siria, la pista de los tres golpes.
En noviembre de 1994, después de dos años de ruptura de relaciones diplomáticas, Menem comenzó a recomponer su relación con Siria y viajó a Damasco, donde nombró nuevamente a un embajador argentino.
Pero al poco tiempo volvería a romperse el idilio. Fue entonces cuando el tercer golpe, le pegó más cerca. Escribí cien veces sobre la AMIA y siempre escribí lo mismo. Siempre dije que esta historia daba asco.
Hay un juez pusilánime manejado por los servicios de inteligencia, que son por otro lado los que lo llevaron a ese sillón. Ese juez que quiso comprar a Telleldín, hay fiscales que se dedicaron a viajar por el mundo buscando células dormidas y haciendo cursos de terrorismo, hay detenidos que tendrían que estar en cana por otro motivo y no por este, y hay capas y maniobras tejidas para desviar, ocultar y confundir.
Hay espesas cortinas de humo. Nunca hubo una Traffic. Nunca hubo un conductor suicida. Las pruebas fueron plantadas. La embajada y la AMIA fueron atentados antisemitas, pero no tuvieron vinculación con el conflicto de Medio Oriente. O por lo menos no tuvieron el vínculo oficial, el dedo acusador que Israel, EEUU y Argentina trata de darle a Irán.
Si tenemos razón, las dos bombas fueron tres golpes. Los tres golpes que en la mafia árabe se acostumbra a dar alrededor de la víctima. Cada uno más cerca del otro, hasta llegar.
¿Por qué? ¿Fue una maniobra de lavado de dinero que no se llegó a concretar?
¿Fue por las promesas del misil Cóndor y los reactores nucleares, que al final terminaron en Egipto por presión de EEUU? ¿Fue porque nunca quisieron devolver los favores que los árabes hicieron, poniendo plata para la campaña del 89? Todo atentado es un mensaje. Quien tenía que entenderlo, así lo hizo”.
Muerto al llegar
El 15 de marzo de 1995 el país se vio conmocionado por la noticia de la muerte del hijo del Presidente de la Nación, Carlos Menem Jr. junto al corredor Silvio Oltra. Aparentemente, se había enredado con unos cables de media tensión a la altura del km 211,5 de la Ruta 9, camino a Rosario.
El paso del tiempo comenzó a insinuar versiones cruzadas acerca de un posible atentado, contrastando consecuentemente con la hipótesis del accidente.
Zulema Yoma, que en esos días se aventuraba a denunciar públicamente y frente al asombro de todos que su hijo había sido víctima de un asesinato, era vista por la sociedad como una persona desequilibrada, que había sido afectada por la muerte de su vástago y que disparaba acusaciones sin fundamentos.
A pesar de que en un principio, muchos creyeron ver en sus palabras indicios de locura, el tiempo fue dando fundamento a sus afirmaciones en la elocuencia de hechos concretos. Algunos de ellos:
-El inmediato desguace y desaparición de gran parte del helicóptero.
-La muerte de gran cantidad de testigos.
-La falta de peritaje sobre piezas fundamentales de la aeronave.
-La dudosa y tardía autopsia efectuada sobre el cuerpo de Junior.
-La falta de algunas medidas concretas para esclarecer el caso por parte del Juez de la causa.
Demasiadas casualidades.
"Si algo me llega a suceder, vieja, el primero que me va a matar va a ser Ramón", dijo imprevistamente Junior a una azorada Zulema Yoma, que no terminaba de entender el por qué de tan espontánea confesión.
No le fue difícil a la ex primera dama adivinar que el Ramón al que se refería su hijo era el mismo que se desempeñaba como secretario privado de su ex marido, Carlos Menem. Ni más ni menos que Ramón Hernández.
“Estoy viendo cosas muy raras, muy sucias, están traicionando a mi padre y me hacen la vida imposible en la Casa de Gobierno”, agregó Carlitos, haciendo que su madre pase, en el acto, del asombro al miedo. Eran los primeros días del mes de marzo de 1995 y el futuro se antojaba negro.
Ese jueves 15 de marzo de 1995, Junior había salido de su casa de la calle 11 de Septiembre al 1700 en su Nissan Pathfinder, aproximadamente a las 8:30 de la mañana, dirigiéndose a la confitería “La Rambla”, ubicada en Posadas y Ayacucho. Allí iba a encontrarse con gente de su custodia personal.
Allí lo estaban esperando sus íntimos amigos Cesar Perla y “Lucho” Pineda junto a sus custodios, con quienes debía ir a la Residencia de Olivos para buscar el helicóptero y de ahí viajar a Rosario. Ya eran más de las 9 de la mañana y Junior había decidido viajar en el Renault que hacía de móvil de la custodia, junto a los oficiales de la Federal Bauer y Noriega.
Antes de llegar a la mansión presidencial, empezó a desconfiar de su destino cuando ambos custodios le informaron que no lo acompañarían en su viaje a Rosario. El jefe de su custodia personal, el Oficial Oscar Barcelona —sospechosamente suicidado años después—, había dispuesto –sospechosamente- que ese día disminuyera el número de agentes y móviles que lo protegieran en el trayecto hacia su destino en la provincia de Santa Fe.
Poco después de su muerte se sabría que tampoco se había registrado su ingreso y egreso de la Quinta de Olivos. Según información brindada por Daniel Bellandi, Controlador de Tránsito Aéreo de la Casa Militar de Olivos, “no existe en los registros que llevan de entrada y salida de helicópteros”, anotación alguna sobre la salida de la aeronave de Carlos Menem Junior desde la Residencia el 15 de marzo de 1995. ¿Casualidad?
“Me tiraron, me tiraron... perdí la hidráulica. Hagan algo huevones”, llegó a decir Carlitos antes de que caiga su helicóptero, tratando de contactar en vano a su custodia. Luego se sabría que la comunicación había sido registrada por la torre de control del aeropuerto de Ezeiza.
Junior confiaba en que la custodia iba a estar siguiéndolo por tierra, tal cual tenían programado y como solía hacerlo generalmente. Convencido de que era así, comenzó a descender de a poco para poder coordinar acciones con quienes debían protegerlo. Lo que menos se imaginaba, era que no iba a encontrar ayuda alguna. El coche de la custodia lo había abandonado 20 km. antes.
La sensación que tuvo Carlitos de que habían liberado la zona se interrumpió en el mismo momento que impactó contra los cables de electricidad que cruzaban la ruta 9. Era hora del inevitable fin.
Yo te avisé
El 16 de febrero de 1995, casi un mes antes de que se produjera la muerte de Carlos Menem hijo, el espía Mario Aguilar Rizzi hizo llegar a Carlos Corach, entonces ministro del Interior, una carta certificada con aviso de retorno Nº 8804, advirtiendo que los hijos del Presidente debían ser cuidados muy especialmente hasta después de las elecciones, porque algo grave les iba a suceder.
“En realidad el muy posible atentado es puntualmente contra Carlos Menem Jr. Está relacionado indirectamente con atentado AMIA (…) Es un mensaje al Presidente.
El atentado se producirá en vuelo y se tratará de hacerlo aparecer públicamente como un accidente”, aseguró desde la cárcel Aguilar en la misiva referida, cuya recepción fue confirmada oportunamente por Corach ante la Justicia.
Antes de esa misiva, Aguilar aseguró ante el juez Juan José Galeano, en el marco de la causa judicial por el atentado a la AMIA, que existía la posibilidad de un atentado contra uno de los hijos del presidente de la Nación, lo cual sucedió el 15 de marzo de 1995 cuando cayó el helicóptero de Carlitos Menem.
El atentado había sido planificado con total detalle, a tal punto que algunos de los custodios del hijo del Presidente se negaron a acompañarlo dando razones pueriles.
Por caso, horas antes de su muerte, Menem hijo supo que dos de los tres oficiales -Barcelona, Bauer y Noriega- que se dirigían con él hacia la Residencia de Olivos no iban a escoltarlo en el viaje a Santa Fe.
Luego, a la Pathfinder negra en la que viajaría su jefe de custodia, se había sumado un automóvil Spirit blanco con tres oficiales más que debían haber sido cuatro: Carlos Ruiz, Adolfo Vallejos y Héctor Rodríguez.
Los vehículos, ocupados por custodios y amigos de Carlitos, tenían la consigna de seguir al helicóptero por la Ruta Nacional Nº 9, tratando de permanecer siempre debajo de él, intercomunicándose por medio de Handys y celulares.
Al principio se manejaron tal como lo habían previsto pero, imprevistamente, ambos vehículos se detuvieron en un parador ubicado en el Km 191,5 de la Ruta, casi 20 Km antes de que el helicóptero se precipitara a tierra.
Según lo declarado por Oscar Barcelona y Cesar Perla, jefe de custodia y amigo personal de Carlos Menem Junior respectivamente, se detuvieron en la gomería El Pito para cambiar una goma de la camioneta de la custodia que poco antes había pinchado.
En la misma declaración, hacen saber que pensaban volver a detenerse en la estación de servicio del Km 211.5 –justo frente a donde cayó el helicóptero- para cargar combustible. Suena totalmente absurdo que, tratándose de la vigilancia de alguien que venía siendo amenazado de muerte y que era ni más ni menos que el hijo del Presidente de la Nación, la custodia no hubiera tomado el recaudo de llenar el tanque de nafta para no tener que detenerse.
Respecto a la goma de la camioneta, nunca apareció la que estaba pinchada. Suena asimismo extraño que no hayan cambiado la cubierta los mismos custodios. Oscar Barcelona aseguró que esto fue así porque habían perdido la llave de seguridad, cosa que fue desmentida por el encargado de la gomería, quien declaró que dicha llave se encontraba debajo del asiento trasero de la Pathfinder de la custodia.
Ya sin argumentos, Barcelona trató de justificar la extraña detención en la necesidad de “cambiar los cascos (para la carrera) de un automóvil a otro”, esto a pesar de que ambos autos se dirigían al mismo lugar de encuentro, Rosario.
Los cascos que provocaron esa demora pudieron verse en la filmación de los restos del helicóptero el mismo día de la tragedia, ya que los llevaba el mismísimo Carlitos en la aeronave.