Aníbal Fernández lo niega, una y otra vez. Asegura que es parte de una campaña en su contra de cara a las PASO de mañana domingo.
Según el tercer hombre más poderoso de la Argentina, luego de la presidenta y el vicepresidente, le han hecho “una cama” al vincularlo con el narcotráfico y el triple crimen de General Rodríguez de agosto de 2008.
Al escuchar al jefe de Gabinete pareciera que fuera más bueno que la madre Teresa de Calcuta, casi una maestra jardinera.
Aníbal no solo jura no tener nada que ver con los estupefacientes, sino que además niega probables vínculos con los acusados por el referido triple asesinato.
De acuerdo a su propio testimonio, él nada tiene que ver con el expolicía José Luis Salerno y jamás habló con Martín Lanatta, hoy preso por lo sucedido en General Rodríguez hace siete años. Se trata de los arrepentidos que presentó Periodismo para Todos.
Quienes conocen la trama, dicen todo lo contrario: yo mismo entrevisté a no menos de 40 fuentes de información y la mayoría —funcionarios, policías e investigadores— no dudaron en mencionar el nombre de Aníbal en torno a la trama maldita.
En tal sentido, hay datos innegables: ¿Cómo puede explicar el jefe de Gabiente que un celular a su nombre ostenta más de 600 llamados al teléfono de Lanatta? De eso no habla Aníbal. No le conviene.
Tampoco menciona jamás a Ibar Esteban Pérez Corradi, ideólogo del triple crimen y hoy prófugo de la Justicia por ello. ¿Por qué nunca habla de este personaje, que no solo tiene fuertes vínculos con él, sino también con otros funcionarios del kirchnerismo?
Como se dijo, en el juicio de marras se demostró que Pérez Corradi fue el ideólogo del asesinato de Forza, Ferrón y Bina. Todo a pedido de “la Morsa”, obvia referencia al jefe de Gabinete y sus bigotes.
La mención no es nueva, como intentan hacer creer en estos días. El propio Lanatta me lo confesó a través de un intermediario a principios de este mismo año. No fue el único.
En 2008, a un mes del triple crimen, publiqué el nombre de Fernández por primera vez como el hombre que estaba detrás de ese hecho. ¿Cómo podía saberlo si no era a través de fuentes de información que lo mencionaron insistentemente?
El propio Forza me dijo, en mayo de 2008, que tenía miedo de que lo matara Aníbal porque se había metido en un negocio que era de este. ¿También va a desmentir al muerto el jefe de Gabinete?
Los vínculos de Aníbal con las drogas no son nuevos, ya lo he dicho infinidad de veces. Mucho antes del triple crimen yo mismo publiqué varias notas de investigación al respecto, las cuales motivaron dos querellas penales por parte del hoy candidato a gobernador bonaerense. Siempre salí victorioso.
La clave hoy reposa en la figura de Pérez Corradi, a quien la justicia nunca pudo pescar: alguien del gobierno supo encargarse de avisarle con tiempo que irían por él para que lograra escapar. Una y otra vez.
Como sea, ¿negará Aníbal su relación con Pérez Corradi, su financista a la hora de traficar efedrina? Es imposible. Las comunicaciones entre ambos se cuentan por docenas y docenas. Ello explica el silencio que reina sobre su persona.
A esta altura, la cuestión es bien sencilla: o Fernández es el hombre con más mala suerte del mundo y siempre aparece en medio de escándalos con las drogas, o realmente es narcotraficante. Tengo la certeza absoluta de lo segundo y puedo demostrarlo ante cualquiera.
¿No es llamativo que Aníbal haya hecho juicio a Lanata y otros periodistas de Canal 13 y a mí me excluyera, siendo que fui parte de la misma emisión televisiva? El jefe de Gabinete es tono, pero no tanto: sabe que volverá a perder ante los tribunales.
Antes de finalizar quisiera detenerme en la figura del abogado Roberto Casorla Yalet, puesto por el gobierno para “defender” a Martín Lanatta en el juicio por el triple crimen. Todo un caballo de Troya.
Fue el mismo profesional que salió en los últimos días a desmentir a su propio cliente y salvar la figura de Aníbal. De tan obvio, lo que hizo fue vomitivo.
Quien quiera creer en la inocencia del jefe de Gabinete, que lo haga. Solo tenga presente que su persistente aparición en escándalos de narcotráfico viola todas las leyes del azar. No es poco.