Mientras Susana Trimarco gritaba a viva voz que su hija había sido secuestrada, el 15 de abril de 2002 —dos semanas después de haber desaparecido de la faz de la Tierra—, un militar aseguró verla por la avenida Francisco de Aguirre de Tucumán, junto a un joven del cual hizo un identikit: el dibujo era igual a Adrián Catalán, hermano de David, pareja de Marita Verón (No olviden estos dos nombres).
Esa zona es coincidente con la mencionada por una mujer llamada Marta del Valle Díaz —tiene un quiosco en Francisco de Aguirre al 3000—, quien contó en mayo de 2012 que el 10 de abril de 2002 se acercó una joven parecida a Marita. Tenía “de 20 a 25 años” y quería hablar por el teléfono semipúblico que tenía hacia la calle.
“Tenía el aspecto de estar ebria. Daba la impresión de que se había olvidado el número. Como se tocó la cabeza, le ofrecí un vaso de agua y marcar el número; y dijo, de manera brusca, antipática: 'No, todo está bien'. Ese fue todo el contacto”. De inmediato se alejó, tambaleándose”, según el testimonio judicial de la mujer.
Lo curioso es que, a fojas 581, cuando le preguntaron a Trimarco si ella o su marido se entrevistaron “con alguien de Francisco de Aguirre 3044”, apenas atinó a decir: “No recuerdo”.
Respecto del identikit, a pesar de que en su declaración de 2012 Trimarco intentó tirar abajo la pista sobre el hermano de su yerno —”No decía nada el identikit”, dijo entonces—, a fojas 581 de su declaración del 6 de noviembre de 2002 reconoció que la persona en el identikit y Adrián Catalán eran “la misma persona”.
Quien hizo hacer el dibujo es un militar llamado Roberto Ernesto Díaz, quien dio detalles al respecto el 27 de junio de 2012:
Al poco tiempo que se perdió la señorita yo estaba de guardia en el Arsenal, en la guardia de prevención, Ruta 9, Km 1301, frente a la Posta del Arriero, como a las tres de la tarde, hay una calle lateral y después está la banquina, ella, la Marita Verón venía hacia la capital desde la dirección de Tafí Viejo, me pide fuego y le digo que no tenía, no estaba normal, no la vi como una persona normal en sus cabales, me parecía como perdida, le digo que no y ella sigue caminando en dirección a la capital, pasó como treinta metros y venía una moto Honda no me acuerdo si azul y blanca o roja y blanca, en la misma dirección que ella, la levantó y volvió a la zona de Tafí Viejo.
No le vi el rostro a él pero sé que era más alto porque cuando se sentó en la moto. Yo me quedé pensando y fui y saqué uno de los afiches del auto y era ella, me pareció conocida y por eso fui al auto y ahí corroboré que era ella, y al otro día me arrimé a la casa de la señora la madre de Marita Verón y le dije que yo la había visto allí.
A la noche vino un policía para que haga un identikit del que la llevaba en la moto. El que iba en la moto era más alto de un color trigueño. La señorita Verón venía vestida de pollera vaquero, una camperita tejida, muy desaliñada la ropa, cabello castaño oscuro, fui a la comisaría a hacer el identikit y después no recuerdo, estaba de pase en Salta trabajando en Salta.
Pasó más de un año y me notificaron que tenía que venir a tribunales, vine y me atendió el Dr. Baaclini y me puso como cuatro o cinco fotos para que identifique al que vi en la moto, me dijo que me iban a tomar una exposición y después me desocuparon, me dio un certificado para presentar en el trabajo y no volví más.
Es curioso porque la ya referida testigo Marta del Valle Díaz, la que vio a Marita en la misma zona, también habló de una moto en su declaración del 31 de mayo de 2012: “Yo la vi que salió caminando, como que se tambaleaba, salió consciente, a mitad de cuadra había un pacará grandísimo y ahí estaba una moto C90, estaba este señor, no le vi la cara”.
A pesar de lo coincidente de los relatos, jamás se profundizó esta pista. Más aún: a la testigo Del Valle Díaz le tomaron declaración de manera irregular: “¿Usted declaró en sede policial?”, le preguntaron los jueces. Su respuesta es elocuente: “No, después de unos días llegó un auto con dos policías y dos señores más, me preguntaron por esta chica y yo les dije que nunca más la volví a ver, pero nunca me citaron”.
Volviendo a Adrián Catalán, cuñado de Marita, el policía Roberto Villacorta contó que nunca se presentó a declarar, aún cuando se lo citó en más de una ocasión.
“A Adrián se le había notificado en varias oportunidades y no se presentaba a declarar, por lo menos no declaró mientras fui instructor de la causa”, reveló.
A su vez, el entonces secretario judicial Baaclini exteriorizó un curioso episodio: “Habría que sumar lo que nos contó Trimarco que su nieta Micaela vio una pelea entre Adrián Catalán con Marita que estaba en bombacha. Yo con la entonces fiscal Vermal deducimos que la pequeña había visto un acto sexual”.
En 2012 se lo enrostraron a la propia Trimarco: “¿Le contó su nieta de la reacción que tuvo su hija cuando entró Adrián a su casa y la vio desnuda?”. La pregunta fue objetada de inmediato.
Diez años antes, en su primera declaración judicial, a fojas 1.018 la madre de Verón sí se animó a hablar al respecto: “Cuando estábamos con mi madre viendo unas fotos que estaban en un álbum, al ver Micaela una foto en donde se encontraban mi hijo Daniel Horacio, Adrián Catalán entre Micaela, ella dijo en un momento ‘abuela esto es una basura’. Yo me sorprendí y le pregunté ‘no diga así Micaelita, es tu tío’, refiriéndome a mi hijo. Y ella me dijo ‘no abuelita, no es mi tío Horacio, es el hermano de mi papá’, y me señala a Adrián Catalán. Yo le pregunto por qué y me dijo ‘porque entro al departamento y la veo a mi mamita con bombacha, sin corpiño, y mi mamita lo agarró a patadas y lo arañó en la cara y me dijo que no dijera nada’”.
Otra testigo, Patricia Soria, acusada por Trimarco, habló también al respecto el 13 de marzo de 2012. Entonces, referenció el contenido de una charla que tuvo con el Comisario Tobar en Café París:
Él quería que yo colabore para que se pueda saber qué pasó con Marita. Qué sabía. Qué había visto. Cómo vestía.
Le dije que sí. Le conté que a lo único que yo iba a la casa de Marita era para hacer una atención, nebulización, luego sacó un identikit (de Adrián Catalán) y me preguntó si lo conocía, le dije que sí.
Me dijo que la habían visto en una moto con esa persona y que le había mostrado el identikit a la menor (la hija de Marita) y había dicho “ah, es mi tío, el que le daba muchos chirlos a mi mamá cuando se estaba cambiando”.
Todo lo dicho obliga a preguntarse: ¿Qué relación había entre Marita y su cuñado? Para dos de las fuentes consultadas para este libro —ambos familiares de Verón— está probado que había un vínculo sentimental.
“Hay que investigar a los hermanos Catalán, por algo Trimarco pidió en un principio que analizaran la conducta de David, la pareja de la hija, por posible asesinato. En el juicio reveló que nunca más volvió a ver a la hijita que tenía con Marita”, dijo uno de los informantes.
También lo admitió la madre de Verón en el expediente, a fojas 1.018, aunque hoy intenta desmentirlo de toda manera posible: “(David) jamás nos habló por teléfono para saber qué ocurrió o había de nuevo en la investigación, da la impresión que no tiene sangre (...) La verdad es todo raro”.
Esta declaración la hizo Trimarco en 2002, misma oportunidad en la que reconoció haber hablado con su hija cinco meses después de jurar que había sido secuestrada. Diez años más tarde, la mujer volvió a declarar y se contradijo a sí misma en una docena de delicados puntos, que hoy ayudarían a entender qué pasó realmente con Marita.
¿Por qué tantas idas y vueltas? ¿A qué se deben tantas contradicciones? ¿Qué explica el desinterés de Trimarco por llegar a la verdad?
Por caso, está comprobado que, toda vez que aparece una pista firme para encontrar a su hija, la mujer escapa por la tangente.
(*) Extracto del libro "Trimarco SA, mentiras, negocios millonarios y política K". Se puede adquirir acá.