Cultura y Noticias 23 (CN23). Así se presentó en el año 2010 al nuevo canal de cable pergeñado por Sergio Szpolski. El número parecía mostrar una suerte de referencia a revista Veintitrés, la misma que el “empresario” había comprado a Jorge Lanata años antes.
Lo que parecía una nueva oferta periodística —siempre promisoria, en tanto y en cuanto abría la posibilidad a nuevas fuentes de trabajo— terminó convirtiéndose en una usina de operaciones de prensa en favor del kirchnerismo.
Al igual que otros medios de comunicación impulsados por Cristina Kirchner y sus adláteres, CN23 solo sirvió para ocultar la corrupción de estos y atacar a los “enemigos del modelo”, fueran políticos, empresarios o periodistas.
A falta de fondos legítimos, el canal de Szpolski se nutrió de la millonaria pauta del Estado, solventada por los impuestos de todos los ciudadanos. La ecuación fue la misma de siempre: el gobierno aportaría millonadas de plata al tiempo que el “empresario” retribuiría con su artillería mediática.
Para ello, Szpolski no vaciló en apelar a lo más bajo que alguien puede caer: desde la extorsión y la tergiversación hasta la vasta utilización de los oscuros servicios de Inteligencia vernáculos.
No es casual en ese sentido, que algunos de los gerentes de sus empresas hayan oficiado como capitostes de esa repartición del espionaje. Dos de ellos son harto conocidos: Darío Richarte y Juan José Gallea.
Al igual que hizo con la mayoría de sus otros medios, Szpolski convirtió a CN23 en un cañón mediático destinado a operar en favor del kirchnerismo. Lo hizo de manera implacable, sin medir consecuencias ni heridos.
A su vez, los periodistas que trabajaron con él no vacilaron en alinearse a sus órdenes, injuriando y calumniando a quien fuera necesario, sin importar los eventuales daños que pudieran provocar al honor de terceras personas.
Al paso de los años, Szpolski acopió millones y más millones en pauta, al tiempo que los damnificados por sus operetas formaban una verdadera legión.
Luego ocurrió lo esperado: el fin del kirchnerismo y el consecuente corte de flujo de fondos. Ergo, CN23 había dejado de ser rentable. Quedaba claro que solo funcionaba gracias a la plata que le daba Cristina.
A principios de 2016, el canal fue absorbido por otro gran beneficiado por los K: Cristóbal López, casualmente investigado por lavado de dinero al igual que Szpolski. Finalmente, CN23 terminó formando parte del siempre sospechado holding Indalo.
Dicho sea de paso, allí López tiene su propia usina mediática, C5N, en sociedad secreta con la propia Cristina.
Como sea, en estas horas un curioso correo electrónico ha llegado a las bandejas de entrada de todos los que se desempeñan en CN23.
Allí se los invita a un plan de “retiros voluntarios” y se les anuncia que la señal se reconvertirá a efectos de transmitir exclusivamente “programas envasados o enlatados”. Por si no fuera suficientemente claro, el mail aclara que “su contenido será elaborado en forma externa”.
En el contexto referido, algunos de los colegas que recibieron la comunicación han comenzado a manifestarse en las redes sociales, en búsqueda de la solidaridad del periodismo en general.
¿Merecen realmente que alguien se apiade de ellos, luego de haber destrozado sin dudar los principios del “mejor oficio del mundo”? ¿No pensaron en ello antes de trabajar para un mercenario como Szpolski, célebre por sus trapisondas?
Era obvio que esto ocurriría, hay docenas de columnas de especialistas en medios de comunicación que venían advirtiendo que, una vez concluido el kirchnerismo, caerían como naipes diarios, canales y radios que solo podían subsistir gracias a la teta del Estado.
Sea como fuere, lo que ocurre en estas horas con CN23 debe ser una lección para el periodismo, para que no vuelva a ocurrir lo mismo nunca más.
El daño que se ha hecho a la sociedad es enorme, porque se la ha desinformado a extremos increíbles. No se ha perjudicado solo a los colegas, sino a la ciudadanía toda.
Lo más triste de la escena es que, al tiempo que los periodistas se quedan sin trabajo, López y Szpolski se han vuelto tan multimillonarios como impunes.
Se insiste, lo ocurrido debe ser una enseñanza para todos. Nunca debe olvidarse que el periodismo, sino es honesto, no es periodismo.