Cristóbal López no es cualquier empresario, sino uno que creció patrimonialmente gracias a sus estrechos vínculos con el kirchnerismo. No hace falta recordar que fue este gobierno el que le concedió y extendió sus licencias, siempre relacionadas con el juego de azar y sospechadas de ser vehículo para lavar dinero.
Ciertamente, López ya era un hombre de fortuna antes de que Néstor Kirchner llegada al poder. Sin embargo, no es menos cierto que su riqueza creció exponencialmente luego de doce años de gobierno K.
Para que se entienda esa ceñida vinculación, baste recordar que el propio Néstor firmó, a poco de dejar el poder —en diciembre de 2007— el Decreto 1.851 por el cual extendió en 15 años la concesión del Hipódromo Argentino de Palermo a la empresa de López, a pesar de que recién vencía en 2017. También lo benefició con un incremento de hasta el 70 por ciento en la cantidad de tragamonedas.
¿Qué entregó López a cambio a los Kirchner? Las sospechas son muchas y siempre en el mismo sentido: se cree que el “empresario” blanqueó dinero para Néstor y Cristina, al igual que Lázaro Báez, y que ofrendó jugosos retornos dinerarios.
Parte de esa trama, está a punto de explotar en Nevada, donde el juez Cam Farenbach aseguró esta semana que ostentaba una "sospecha razonable" sobre uno y otro. Más aún: el foráneo magistrado consideró que ambos "podrían ser ladrones".
López, a diferencia de Báez, cubrió su retirada con la compra de diversos medios de comunicación: C5N, Radio 10, Pop Radio, Vale 97.5, Radio One, Mega 98.3, minutouno.com, RatingCero y diario Ámbito Financiero, entre otros, son solo algunos de los que maneja a través de su empresa insignia, Indalo.
Allí, aprovecha para cubrir sus andadas y para atacar a sus enemigos, a través de la complacencia de alcahuetes disfrazados de periodistas.
Es parte de lo que pudo verse esta semana, cuando diario La Nación sufrió un furioso ataque por parte de los medios del oscuro López, solo por haber develado que su holding —Indalo—había alquilado el histórico departamento de la familia presidencial en el barrio porteño de Recoleta. Lo mismo le sucedió a Clarín, por replicar la misma noticia.
A partir de entonces, López usó su brutal maquinaria mediática para atacar: primero lo hizo a través del recién adquirido Ámbito Financiero, en una columna titulada “Clarín y La Nación mienten sistemáticamente para extorsionar y desprestigiar”.
Luego, avanzó a través de su canal C5N, con un especial que comandó —cuándo no— Gustavo Sylvestre, uno de los periodistas que más dinero cobra desde la exSIDE y cuya esposa trabaja con Cristina Kirchner.
Allí, se “revelaron” los contactos de Clarín La Nación con la embajada de Estados Unidos a través de los célebres cables de Wikileaks. Una noticia viejísima, pero operativamente conveniente para López, quien, dicho sea de paso, jamás desmintió lo publicado por esos diarios.
¿Una coincidencia? Para nada, ayer mismo más temprano, un conocido periodista de ese canal se había comunicado con quien escribe estas líneas interesado por una vieja nota contra La Nación de su autoría. “Nos piden que matemos La Nación, sabrás entenderme”, dijo.
Una oportuna digresión: se trata de una investigación de este cronista del año 2003, sobre la cual se había perdido todo rastro.
Todo esto lleva a preguntarse: ¿Está bien que un empresario ligado a los negocios del Estado maneje medios de comunicación? ¿Con qué criterio puede hacerlo?
Antes de responder a esas preguntas, hay que recordar que López adquirió los medios de Daniel Hadad a través de la extorsión y el apriete mafioso, como reveló oportunamente este portal.
Luego, caben muchas más preguntas: ¿Cómo es posible que haya periodistas dispuestos a trabajar en medios que solo se dedican al apriete? ¿No se sienten cómplices de esa situación? ¿No les da vergüenza?
Es bien cierto que López es un monstruo creado por el kirchnerismo, pero también es real que sus desaguisados fueron permitidos por jueces y fiscales argentinos, y el periodismo oficialista gusta callar sobre sus ilícitos.
No es una discusión sobre si un empresario es más o menos ético, siquiera acerca de cómo deben ser los dueños de medios. Es un debate más profundo, sobre la mafia misma.
El papa Francisco lo dijo con la claridad más necesaria: “No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda.”