El ARA San Juan desapareció el miércoles pasado. Mejor dicho, dejó de dar señales a la Armada Argentina. Desde entonces, nada se sabe sobre su paradero y, consecuentemente, sus tripulantes.
Como era de esperar, su derrotero escaló rápidamente al primer lugar de las preocupaciones ciudadanas, obligando al presidente Mauricio Macri a comprometerse a "utilizar todos los recursos nacionales e internacionales para hallar al submarino ARA San Juan lo antes posible".
Lo cierto es que hasta ahora poco y nada se sabe, apenas sí abundan algunas sospechas que fueron dadas a conocer por la propia Armada.
A pesar de ello, de la ausencia de certezas, varios medios de prensa argentinos han publicado la “primicia” de que el ARA San Juan había aparecido.
No lo pusieron en modo condicional o como una posibilidad, sino como una certeza. Obviamente, esas notas carecen de fuentes de información que sustenten sus pretensiones.
Entre otros, los medios que dieron la falsa noticia fueron: Crónica, Telefé Noticias, La Gaceta Mercantil y diario La Capital de Mar del Plata. Hubo muchos otros, ciertamente, por lo cual surgen varias preguntas.
¿Cómo pudieron hacer algo semejante? ¿Cómo publicar algo que, aparte de ser falso, juega con los sentimientos de los familiares de los tripulantes?
El periodismo, aparte de honesto, debe ser responsable. De lo contrario, termina desinformando, justamente lo opuesto de lo que es su propio espíritu. Eso sin mencionar el daño que hace a nivel social.
Vivimos días complicados, donde las redes sociales tienen más difusión y alcance que algunos grandes medios de prensa. Allí se dice cualquier cosa, todo el tiempo, y muchos creen que se trata de verdades científicas. Lamento decirles que eso no es periodismo, sino puros dogmas de fe.
Por eso, en la era de la posverdad, en la cual todo es discutible —me sorprendo a mí mismo escribiendo semejante barbaridad— debe reinar más que nunca la mesura. Al menos, antes de que todo termine de estallar.
Un último comentario merece diario MDZ de Mendoza, que fue uno de los que publicó la falsa primicia. Sin embargo, mi mención no es por ello, sino por haber publicado una certera disculpa a sus lectores por el “pifie” cometido. Es algo meritorio en estos días en los que el periodismo honesto agoniza.
Sea como fuere, nunca hay que olvidar aquello que dijo el gran maestro Ryszard Kapuscinski, la frase que más suelo citar a los estudiantes: “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”.