No importa cómo y por qué, Cristina Kirchner debe ir presa. No interesa si hay evidencia o no, debe estar tras las rejas porque así se le ocurrió a algún trasnochado.
Opinar lo contrario es ser “kirchnerista”, “vendepatria”, “ignorante”, o todo ello junto. Sin escalas.
¿Cuántos de los que opinan en estas horas que la exjefa de Estado debe estar recluida han leído el fallo de Claudio Bonadio? ¿Cuántos han oteado siquiera el expediente que investiga la denuncia de Alberto Nisman? ¿Alguno conoce realmente lo que se esconde detrás de la investigación del atentado a la AMIA?
Suelo discutir en las redes sociales con cientos y cientos de tuiteros cada día en el marco de este y otros tópicos. Se trata de internautas que solo se leen a sí mismos y a quienes opinan como ellos. Son personas que se van plagiando unas a otras, al precio de repetir infinidad de leyendas urbanas. Sin solución de continuidad.
Lo ocurrido hoy respecto de Cristina Kirchner es un claro retroceso institucional, el capricho de un juez que intenta dar un golpe de efecto antes de jubilarse de su cargo, en medio de infinidad de denuncias por mal desempeño que pesan sobre él en el Consejo de la Magistratura. Es que, después de Norberto Oyarbide, Bonadio es el juez más cuestionado de los últimos 20 años, ostentando 75 presentaciones en su contra.
¿Cuáles son los elementos de prueba contra la expresidenta en este caso? ¿Cuál sería el delito concretamente y cómo se configuró? El más desprevenido hablará del memorándum que se firmó con Irán a efectos de investigar el atentado a la AMIA, pero en sí ello no configura siquiera una contravención.
Por lo pronto, se trata de un acuerdo que fue votado y refrendado por el Congreso Nacional. ¿Meterá presos a todos esos legisladores Bonadio? Solo una digresión.
Luego, debe mencionarse que el memorándum, a mi entender, es la mejor idea que alguien pudo haber planteado a efectos de avanzar —ya ni siquiera se pretende “esclarecer”— en la investigación de lo que ocurrió en el marco de los bombazos de 1994. ¿Qué hizo la justicia acaso en estos 23 años?
La idea de que un tercer país sirva de tribunal independiente en el cual se discuta un expediente tan sensible como ese, es quizás la única manera de destrabarlo, tal cual ocurrió con el atentado de Lockerbie.
Es curioso, porque hay quienes se escandalizan por la inacción de la justicia a la hora de esclarecer el caso AMIA, pero desconocen —o no les interesa saber— que Nisman fue el que paralizó el expediente durante una década.
Hoy se trata del mártir de la patria, elogiado por los familiares de las víctimas de ese atentado, pero hasta hace solo tres años era denostado por los mismos grupos. Todos lo han acusado de paralizar la causa judicial, lo cual es cierto. No lo hizo por voluntad propia, sino a pedido de su mandante, Antonio Stiuso, el mismo que no quiso atender sus insistentes llamadas las horas previas a su muerte.
En este contexto, el surrealismo es inevitable. Quienes se rasgan las vestiduras por el memorándum son los que callaron durante dos décadas respecto del parate judicial. Insisto: ¿Qué mejor solución existe para destrabar la causa AMIA?
En su resolución de hoy, Bonadio asegura que se pactó con Irán un intercambio de granos y carne a cambio de impunidad. Sin embargo, ello jamás ocurrió. También cayó por peso propio lo de la pretendida venta de tecnología nuclear, ya que la iraní y la argentina son incompatibles.
Ergo, ¿qué se pactó, si es que algo se pactó? Me encantaría escuchar a los opinólogos opinar al respecto, sobre todo porque se probó que el acuerdo no garantizaba el levantamiento de las alertas rojas de Interpol contra los iraníes.
Suponiendo incluso que haya habido un ilícito, no existe una sola escucha que comprometa a Cristina, ni una. A pesar de ello, Bonadio asegura que ella daba las órdenes de manera textual y en persona. ¿De dónde sacó semejante pretensión el juez?
Dicho sea depaso, en su resolución Bonadio les endilgó el mismo número de DNI a Héctor Timerman y a Jorge Khalil: 11.179.478. ¿Así de prolijas serán sus imputaciones?
Como sea, no es mi intención defender a nadie en particular, y menos aún a la exjefa de Estado, quien no puede justificar siquiera cómo se enriqueció en la última década. No obstante, en este caso urge levantar la voz, porque significa que cualquiera de nosotros puede ser detenido el día de mañana sin prueba fehaciente en nuestra contra.
Finalmente... el día que se entienda que no existe una sola prueba contra Irán en todo el expediente AMIA —ninguno de los 6 libros existentes en el mercado acusan a ese país—, cuando se acepte que Nisman hizo un desastre judicial en esa investigación, al momento que se comprenda que la causa fue siempre monitoreada desde EEUU e Israel, se acabará esta discusión estúpida.
Por ahora, seguiremos discutiendo desde la pasión, sobre la base de la insoportable grieta, creyéndonos dueños de la verdad. La realidad, pasa por otro lado. Sépanlo.