“(Eduardo) Duhalde admitió que se endurecerá la relación entre el justicialismo y el gobierno nacional, auguró que será muy difícil salir de la crisis y reclamó cambiar el rumbo económico”, comienza la crónica de diario La Nación.
"Hay una situación de extrema gravedad", agregó. Y habló “sobre la difícil situación económica y política del país”.
A su criterio, el gobierno central "le traslada la posibilidad de default a las provincias, con esta actitud que no reconoce antecedentes en la Argentina", criticó Duhalde, y consideró que "cada día la salida es más dificultosa".
"Acá ya no se puede salir ni siquiera con un conjunto de medidas. Hay que crear las condiciones para la salida de la crisis", sostuvo Duhalde en la misma crónica.
En ese sentido, precisó que a su criterio "en primer lugar, (se debe) reconstruir el poder, que en la Argentina se ha evaporado y, en segundo lugar, cambiar definitivamente el rumbo económico, que cada día perjudica más a los argentinos".
Dijo Duhalde que "el Partido Justicialista hará una oposición que debe ser todo lo constructiva que se pueda, pero que quede claro; una cosa es el gobierno y otra cosa es la oposición".
Los párrafos que acaban de mencionarse pertenecen, como se dijo, a diario La Nación, pero no de estos días, sino… ¡del 12 de noviembre de 2001! Esto es, pocas semanas antes de que el país estallara en pedazos.
Sus palabras parecen calcadas a las que el “caudillo” pronuncia en estas horas, donde intenta mostrarse conciliador y colaborativo. "Siempre estoy hablando con gente de este Gobierno. Mi intención es colaborar sin aparecer", dijo esta semana, por caso.
Y esta misma mañana añadió: "Yo la verdad estoy muy preocupado y tratando por todos los medios de ayudar a entender que el país tiene salida".
Poco a poco, Duhalde se va posicionando en el lugar al que nadie lo llama… como en 2001: “Estamos trabajando desde distintos aspectos para una salida. Tenemos que tener especialistas en lo fiscal, que hay que cambiarlo, es un disparate lo que sucede”.
Incluso, en la misma entrevista, cuando le preguntaron este jueves respecto de la posibilidad de que Macri no termine su mandato, dio una respuesta sugestiva: "No es bueno hablar de esas cosas".
¿No es suspicaz? ¿Acaso no quiere Duhalde que el presidente culmine con su mandato?
Ciertamente, todo pareciera confluir hacia el mismo lugar al que llevó él mismo las aguas en 2001. Entonces, en medio de una situación económica complicada —mucho más que ahora—, junto a Carlos Ruckauf, Hugo Moyano e incluso Raúl Alfonsín, el propio Duhalde motorizó un golpe que terminó dejando fuera de juego a Fernando de la Rúa.
No es especulación: como ya se explicó desde esta misma columna, quien escribe estas líneas advirtió meses antes que la movida golpista ocurriría, gracias a los datos aportados por un agente de inteligencia llamado Mario Aguilar Rizzi.
No solo este cronista presentó una misiva en la Casa de Gobierno, sino que luego ratificó todo en el juzgado de Norberto Oyarbide.
En estas horas, pareciera ocurrir algo similar: sobre la base de un gobierno débil, complicado desde lo económico-financiero, parte del peronismo intenta derrocar a Mauricio Macri.
Es bien cierto que la coyuntura es casi insalvable, pero una cosa no quita la otra. De hecho, se complementan.
Una digresión al respecto: ¿Por qué Duhalde se mostró en las últimas horas con parte del equipo que lo acompañó en su gobierno del año 2002?
Entre otros, estuvieron con él Alfredo Atanasof, ex jefe de Gabinete, el pampeano Jorge Matzkin, que fue ministro del Interior, el ex secretario General José Pampuro, Ginés González García de Salud y Horacio Jaunarena de Defensa. ¿No es toda una postal que “grafica” la intentona de desestabilización?
Si a esta altura alguien abriga alguna duda, solo debe leer el párrafo restante de la referida nota de La Nación, aquella de noviembre de 2001:
“’Lo lógico sería que en muchas regiones del país haya convulsiones sociales, ya se ve un estado de efervescencia’. Con estas palabras, el senador nacional electo por Buenos Aires, Eduardo Duhalde, vaticinó que en distintas regiones del país se podrían producir conflictos sociales”.
"La cosa se va a enrarecer mucho", culminó. Poco después, sus vaticinios se hicieron carne.