Sé que me indigno por demás cuando me refiero al tema AMIA, que me sulfuro sobremanera, acaso de manera desmedida. Pero es un tema muy delicado, que refiere a uno de los hechos más luctuosos de la historia argentina, con un saldo de 85 muertos y 300 heridos.
Ergo, debe tratarse con total transparencia y honestidad, poniendo blanco sobre negro. Sobre todo porque hay elementos de sobra para conocer en detalle quiénes cometieron ese atentado, tanto a nivel intelectual como a nivel material.
No se trata de opiniones periodísticas o valoraciones subjetivas, sino de evidencia científica, que aparece de sobra en el expediente judicial.
De lo que surge allí queda claro que se trató de un “vuelto” de los sirios a Carlos Menem, vendido “llave en mano” a un grupo de mercenarios locales. Una banda de inescrupulosos policías y agentes de inteligencia. Nada de iraníes ni mucho menos.
A esta altura, haré una digresión: no defiendo a Irán, nunca lo hice, ni me interesa hacerlo; lo considero un Estado retrógrado y homofóbico, un lugar donde jamás viviría. Pero ello no me evita decir las cosas como son.
Como se dijo, la realidad del atentado a la AMIA —y antes el ataque a la embajada de Israel— obra en la causa judicial. Todo lo demás, es información interesada que filtran los servicios de inteligencia de EEUU e Israel.
Es información que, aprovechando el aniversario de AMIA, vienen publicando los grandes medios en los últimos días, principalmente Clarín e Infobae. Son datos que no se sostienen en ninguna evidencia científica, ni siquiera en ningún indicio de todos los que aparecen en el voluminoso expediente judicial.
Entonces, cuando veo el denodado esfuerzo que hacen esos medios —y otros— por insistir en la falaz pista iraní, y todo lo que ello conlleva, me pregunto: ¿Lo hacen sin querer o a sabiendas de que están desinformando? ¿Avanzan de manera espontánea y honesta o reciben dinero de alguna de las agencias preocupadas solo en diseminar basura para desviar la atención? ¿Sabrán que le están haciendo el juego a oscuros intereses que solo buscan borrar de un plumazo todo vestigio de verdad?
En mi libro “AMIA, la gran mentira oficial” —escrito junto a mi gran amigo y colega Fernando Paolella en 2007 luego de 10 años de investigación—, está todo documentado. Todo.
Y las certezas no refieren solo a lo que surge del expediente judicial. Para llegar a la verdad, hemos entrevistado a más de 50 fuentes de información. Todas ellas más que calificadas.
Solo para reconstruir el viaje de Carlos Menem a Siria en el año 1998, hablamos con tres de los principales testigos de lo que sería el puntapié inicial de los atentados: Domingo Cavallo (exministro del menemismo), Oscar Spinosa Melo (exembajador argentino en Chile) y Mario Rotundo (entonces recaudador de la campaña del menemismo).
Se trata de uno de los puntos más relevantes de la investigación, ya que las promesas incumplidas que surgieron de esa reunión entre Menem y el primer mandatario sirio, Haffez Al Assad, fueron el detonante para que se produjeran los atentados en Buenos Aires.
Ello explica la reprimenda que oportunamente le endilgó a Alberto Nisman la embajada de Estados Unidos, solo por haber intentado indagar en la pista siria. Así lo contó Tribuna de Periodistas en 2015.
Entonces, lejos de lo que debe hacer un fiscal independiente, Nisman pidió disculpas y prometió avisar a los norteamericanos antes de avanzar en cualquier paso de importancia en su investigación. Todo quedó documentado en cables secretos de Wikileaks.
Ello se complementa con los cables secretos que fueron desclasificados en 2005, donde queda de manifiesto cómo Israel pergeñó ocultar la verdad sobre lo ocurrido y acordó con el gobierno argentino para armar una versión que fuera más conveniente para todos. Fue el inicio de la "pista iraní". El siguiente documento no deja mentir:
Prohibido investigar
Otro que se topó con la pista siria y le costó el cargo fue Mario Cimadevilla. Cuando fue puesto al frente a la Unidad especial AMIA en 2016, le advertí que no podría trabajar de manera independiente. No me creyó y terminó eyectado.
Fue después de decir la frase más incómoda para la CIA y el Mossad: “La pista iraní es débil. Importa más que se mantenga la sospecha sobre Irán que la verdad”.
No fue lo único elocuente que dijo: “La investigación del atentado quedó amarrada a previas determinaciones de hipótesis de verdad”, sostuvo Cimadevilla.
El entonces funcionario reconoció que detrás del desvío de la investigación estaban los servicios de inteligencia argentinos, “la subordinación a los extranjeros y la subordinación a la geopolítica”.
Acto seguido, dudó de la posibilidad de que Hezbollah estuviera detrás de los atentados —aquello que hoy intentan instalar los grandes medios a pedido de EEUU— y disparó la frase más cruda de todas: “Tanto Estados Unidos como Israel prefieren que persista el manto de dudas sobre los iraníes. Prefieren eso en lugar de que se avance a fondo para conocer si realmente tuvieron algo que ver. Y el gobierno nacional, en esto, se coloca bajo la mirada que tiene Estados Unidos”.
Menos de dos meses más tarde, Cimadevilla sería separado de su cargo por pedido de funcionarios de EEUU al ministro Germán Garavano.
Finalmente, vale mencionar el mea culpa del otrora hombre poderoso de la exSIDE, Antonio “Jaime” Stiuso, quien reconoció en la justicia que se abandonó la “pista Siria” a la hora de investigar el bombardeo a la AMIA.
Ya en noviembre de 1999 el periódico judío Nueva Sion mencionaba el ocultamiento de la "pista siria", venganza contra Menem mediante. Esta tapa es reveladora a ese respecto:
Ante todo lo dicho —que es solo una partecita, hay mucho más—, vuelvo a preguntarme: ¿Lo que hacen medios como Clarín e Infobae es por dinero, por imbecilidad, por desinformación, o por todo ello junto?
Es la gran duda que espero que en algún momento alguien pueda responderme. Porque, como dice una de las principales premisas del periodismo, “la información no nos pertenece”, sino que le pertenece al lector. Por eso, debe tratarse de manera imparcial y honesta.
Eso es justamente lo que no están haciendo los grandes medios, a los cuales les recuerdo la que considero la frase más importante del gran maestro Ryszard Kapuscinski: “Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.