Se dice popularmente que si algo tiene “pico de pato, plumas de pato, camina como pato y nada como pato”, pues es un pato.
En este caso, podríamos decir que si tiene aroma a operación, códigos de operación y apariencia de operación, seguramente sea una operación. Ni más ni menos que una operación en el marco de la guerra entre medios de comunicación y —hilando más fino— entre políticos y dirigentes de primera línea.
Esta guerra de “operaciones” entre gente poderosa es imposible de entender por el ciudadano común y genera un estado de confusión que ha superado cualquier límite histórico anterior.
Y hablamos de la causa que involucra a la dueña del grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble por sustracción de menores y otros delitos derivados de este último.
Hoy se supo que el juez federal de San Isidro Conrado Bergesio dispuso la nulidad del procesamiento contra la viuda de Noble ordenado en enero último por otro magistrado del fuero en ese distrito, Roberto Marquevich, quien —dicho sea de paso— fue separado de la causa por la Cámara Federal de San Martín y deberá enfrentar, el 14 del mes próximo, un interrogatorio ante el Consejo de la Magistratura.
Más allá de la buena o mala actuación del Juez, es dable recordar que existe una falsa dicotomía mediante la cual nos quieren hacer creer que la detención de la directora de Clarín, al haber sido irregular, inhabilita los propios delitos que se le imputan. Una tremenda barbaridad.
Si bien es muy probable que haya habido una operación de prensa en el marco de la detención de la dueña del diario Clarín, eso no debe hacernos perder de vista las anomalías cometidas en su momento a la hora de adoptar a sus hijos.
Vamos a analizar esta historia en sus dos dimensiones.
1º veta: la operación
Esta historia comienza en el preciso momento en que el programa periodístico Telenoche Investiga dedicó una de sus emisiones a contar un presunto abuso de menores efectuado por parte del sacerdote Julio César Grassi, un gran “mimado” de la década menemista y a quien le fueran asignados millonarios subsidios para su fundación, los cuales están hoy día sospechados de ser susceptibles de lavado de dinero.
En ese mismo momento, Canal 9, perteneciente al yabranista empresario Daniel Hadad —estrechamente vinculado al menemismo—, tomó partido explícito en la defensa de Grassi.
La guerra desatada a partir de entonces entre Canal 9 y Canal 13 fue más que elocuente. Las sospechas entonces de que Canal 9 jugaba a favor de Menem y Canal 13 a favor de Eduardo Duhalde, se hicieron tangibles.
Es innegable que Clarín desde sus páginas hace una encendida defensa de Nestor Kirchner —como en su momento de Duhalde—, así como es harto elocuente que Canal 9 —junto a Radio 10 e Infobae— han impulsado la figura de Carlos Menem.
Respecto al tema Grassi, se ha comprobado que parte de los honorarios de los abogados que defienden al cura —luego de la denuncia de Telenoche Investiga que lo llevó tras las rejas—, fueron pagados por la familia Yabrán (1). Al mismo tiempo, se demostró hace años que el juez Marquevich tenía estrecho contacto con Don Alfredo Yabrán.
Mientras Marquevich aseguraba no tener relación alguna con el empresario postal, el sistema “Excalibur” de entrecruzamiento de llamadas telefónicas demostró lo contrario: se comprobaron más de 40 llamadas entre la residencia de Yabrán y su juzgado federal, lo cual provocó el impulso de un pedido de juicio político contra su persona.
Lo más llamativo es que Marquevich ya había desestimado en el año 1995 la denuncia que originó la causa contra la directora de Clarín. Fue el 14 de setiembre de ese año, con previo dictamen emitido por el entonces fiscal federal, Carlos Villafuerte Ruzo, quien actualmente es el controvertido titular del juzgado Federal Nº 2 de San Nicolás, con dos pedidos de juicio político de por medio (2).
Tanto el fiscal como el juez sostuvieron en aquel entonces que la denuncia presentada era una conjetura y carecía de los elementos mínimos como para ser investigada.
Esto último es otra de los cosas que hacen sospechar que esto se trate de una operación. Sobre todo porque horas antes se había decidido el reprocesamiento del sacerdote Grassi. Demasiada casualidad.
2º veta: Marquevich y la causa en sí
Roberto Marquevich es uno de los magistrados con más alto perfil de la justicia Federal y el juez que tal vez haya protagonizado uno de los mayores papelones que tocó vivir al poder judicial. Fue cuando —en 1996— habilitó el juzgado fuera de hora para la declaración de Samantha Farjat y Julieta La Valle en el marco del mediático caso Cóppola.
En otra oportunidad, Marquevich fue denunciado por Zulema Yoma por haber ordenado su expulsión de la residencia de Olivos a pedido del entonces presidente Menem.
Pero el escándalo más resonante que le ha tocado vivir fue cuando se descubrió que, a pesar de su constante negativa, tenía una fluida relación con el “desaparecido” empresario narcolavador Alfredo Yabrán.
Más allá de sus oscuros antecedentes, Marquevich ha tenido más que suficientes pruebas como para detener a la viuda de Noble por el presunto delito de sustracción de menores.
Recordemos que la primera de las causas contra la Noble se instruyó a partir de una denuncia presentada hace más de veinte años por la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo, para que se investigaran supuestas irregularidades en el expediente de adopción de Felipe y Marcela, los dos hijos de la innoble Ernestina.
Todo comenzó cuando la actual directora de Clarín pidió la guarda y posterior adopción de Marcela Noble Herrera el 13 de mayo de 1976 ante el juzgado número 1 de Menores en San Isidro, a cargo por entonces de la jueza Ofelia Hejt, ya fallecida.
Según ella, había encontrado a la niña en la puerta de su casa, dentro de una caja de cartón, y aportó dos testigos: Roberto García, cuidador de una casa vecina, y Yolanda Lehagüe de Aragón.
Con esos datos, la Justicia le otorgó Noble la guarda provisoria de Marcela, que terminó de confirmarse el 28 de octubre de 1977.
En el caso de Felipe Noble Herrera, el juicio de la guarda se inició —casualmente— ante la misma jueza de San Isidro luego de que una mujer que dijo llamarse Carmen Luisa Delta se presentara en el tribunal y entregara a su hijo. Ernestina se presentó ese mismo día —el 7 de julio de 1976— en el juzgado y pidió la guarda del menor, con la previa certificación de que ya tenía otro chico a su cargo.
Fue entonces que el 19 de agosto de 1976, la jueza Hejt sentenció que correspondía imponer al menor el nombre de Felipe Noble Herrera, y disponer su inscripción como nacido el 17 de abril de 1976.
Más tarde y con esos datos en la mano —sumado a la voluntad de hacer justicia—, un grupo de personas iba a comenzar una verdadera vorágine que duraría más de dos décadas.
La causa madre
Pocos saben que la causa en la que Marquevich se basó para investigar a la innoble Ernestina, es la que en 1995 ya le había presentado Ana Feldmann de Jaján por sustracción y ocultamiento de menores. La denuncia agregaba el delito de supresión de identidad.
Como el juez no quiso avanzar en ese momento sobre el tema, Jaján llevó su denuncia —dos años después— al juzgado Federal Nº 7 de Capital Federal, a cargo de Adolfo Bagnasco, para que la sumara a la pesquisa sobre el "plan sistemático" que había implementado la dictadura para concretar el denominado "robo de bebés", causa en la que actualmente están procesados los principales represores militares.
Sin embargo, Bagnasco también desestimó la denuncia a pesar de tener evidencia suficiente del delito. Entre otras cosas, se encontraban las partidas de nacimiento de Marcela y Felipe Noble Herrera, los expedientes de guarda y adopción de ambos jóvenes, y la propia investigación realizada por la Comisión Nacional de Derecho a la Identidad de las Personas, dependiente de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación.
Años más tarde, la jueza Federal María Servini de Cubría iba a derivar al propio Marquevich —casualmente— una denuncia similar formulada por el periodista Guillermo Patricio Kelly, quien ya había estado frente a los jueces Carlos Liporaci, Rodolfo Canicoba Corral y Bagnasco. Este último llegó a sostener algo increíble: que había inexistencia de delito.
Años más tarde, en el marco de la detención de la viuda de Noble, el periódico digital Urgente 24 entrevistó a la propia Ana Feldmann de Jaján, quien reveló que cuando inició la investigación 7 años antes, nunca había recibido apoyo ni participaron de las Abuelas de Plaza de Mayo.
“Cuando me acerqué a la presidente, Estela Carlotto, me dijo que no podía ocuparse del caso porque no podía arriesgar su carrera al incursionar en un tema tan delicado en contra de la señora de Noble, y me dijo que me dirija a la subsecretaria de Derechos Humanos, Alicia Pierini.”, aseguró Feldmann, quien agregó que, para aumentar su sorpresa, la funcionaria —que en ese momento estaba a cargo de los derechos de identidad y luchaba en la causa de desaparecidos—, “repitió textualmente lo dicho por Carlotto”.
La actitud de las Abuelas de Plaza de Mayo dio origen a otra denuncia “por exclusión voluntaria del caso”, contó con indignación la entrevistada.
Quien escribe estas líneas recibió una denuncia anónima que aseguraba que “la señora de Carlotto habría cobrado un dinerillo para callar”, agregando que “hubo un pacto de silencio y en ese pacto entró una hija o nieta de Carlotto, que es abogada e ingresó en Clarín. O sea hubo dinero y un puesto de acomodo”
Hablando con la asociación Madres de Plaza de Mayo —antagonista de las Abuelas—, este periodista obtuvo la confirmación de dos fuentes concretas que confirmaron que los chicos pertenecían a desaparecidos y que “la Noble lo supo siempre”. También aseguraron saber acerca del dinero que habría cobrado Carloto.
Mucho dinero.
De carpetas y servicios
Desde hace años, circula por varias redacciones un dossier aparentemente redactado por gente de Inteligencia que asegura que “los hijos adoptivos de Ernestina Herrera De Noble (alias ‘La Viuda Negra’) serían hijos de subversivos nacidos en cautiverio. Estas criaturas habrían sido entregadas durante la dictadura por un médico de apellido Katz.
Es patética y ridícula la manera que ‘La Viuda Negra’ narra su encuentro con sus hijos adoptivos ‘...sentí llorar en la puerta a un bebé....salí y no lo vi.....lo escuché llorar de nuevo y lo vi en una caja de cartón’. ‘...a los pocos días sentí llorar a otro bebé y lo encontré en la puerta en otra caja de cartón’. Que fácil que era dejar bebés en la puerta de Ernestina Herrera De Noble en Mayo de 1976 durante el gobierno militar. Y encima con la custodia que tiene....que tontitos que deberían haber sido.
Es interesante saber que Oscar Camillión (Ex-director de Clarín) fue amante de ‘La Viuda Negra’ y que fue echado de su mansión de Punta del Este”.
Si bien algunos de los datos que figuran en el informe no son del todo correctos, la mera mención del tema debería haber sido motivo suficiente como para impulsar una investigación judicial o, aunque más no fuera, periodística. Pero es sabido que los medios muchas veces actúan corporativamente y eso provoca que muchas “verdades” no lleguen a salir a la luz.
Ese corporativismo pudo observarse poco después de la detención ordenada por Marquevich cuando, en una solicitada publicada por varios periódicos de gran circulación, Arte Gráfico Editorial Argentino SA (AGEA SA) —casualmente empresa editora de Clarín—, calificó de "abusiva la detención de la señora Herrera de Noble".
El comunicado, que tuvo la adhesión de varios grupos de medios importantes, expresaba una poco creíble —y sospechosa— “preocupación ante la adopción de medidas que considera claramente abusivas e ilegales, además de manifiestamente contrarias a los derechos constitucionales básicos de libertad ambulatoria, debido proceso y garantía de la defensa en juicio".
A pesar de la exageración de los conceptos, muy pocos periodistas se animaron a hacer críticas al tema. Obviamente, entre los escasos detractores no se encontró redactor alguno de los diarios Clarín, La Nación ni Página/12.
La maniobra fue tan evidente, que causó una gran decepción.
Marche otra denuncia...
Había otro motivo por el cual los medios no podían no hablar de la viuda de Noble, y es que aparte de la denuncia por sustracción de menores, existió otra imputación que, gracias al ocultamiento de la prensa, mucha gente desconoce.
El mismo día que Ana Feldman acusó a la viuda de Noble de haber adoptado ilícitamente a sus hijos, presentó también un documento firmado por la dueña de Clarín del cual surgiría el vaciamiento de la empresa AGEA. Dicho escrito asegura que “se hace entrega el acta de designación de beneficiario de la empresa SCRIPTO, con domicilio en Baduz, Liechtenstein y FIDES sociedad de Suiza, donde Ernestina Herrera de Noble, domiciliada en Paris 15 Rue Lerouest, figura como beneficiara única del establecimiento SCRIPTO, y designa como beneficiarios en caso de fallecimiento a los doctores Héctor Horacio Magnetto y José Aranda, directivos del holding Clarin.
Lo que Jaján denunciaba puntualmente era que “la señora Ernestina Herrera de Noble habría transferido a dicha sociedad, en Ginebra, Suiza, la totalidad de las acciones que componen el capital accionario de ‘Arte Gráfica Editorial Argentina S.A.’ (AGEA), las que estaban depositadas en una caja fuerte del Union de Banques Suisses, de Ginebra. Como se presume que estos hechos pueden configurar un vaciamiento total de la empresa, se pide su exhaustiva investigación para determinar la comisión de un delito”.
Este dato, que no es desconocido por el periodismo, incita a preguntarse porqué nunca se profundizó sobre algo tan delicado, sobre todo cuando sobre uno de los socios encubiertos de Clarín, el diario La Nación, pesa una sospecha similar.
Finalmente
No se entiende por qué muchas veces los medios esconden información que involucra a sus propios colegas de prensa. Es como si quisieran ganarse la simpatía de otros medios para poder cobrárselos en caso de ser denunciados ellos.
Lo grave es que en ese cruce de intereses se olvidan cuáles son las bases mínimas de la profesión periodística, al hacer que las noticias sean selectivas a sus intereses y pierden el componente fundamental de su oficio: la objetividad.
Y la obligada víctima termina siendo el receptor de la información, que no puede —ni tiene porqué hacerlo— distinguir entre las noticias arbitrariamente subjetivas de las que están desprovistas de todo sesgo tendencioso.
Los medios, que muchas veces se rasgan las vestiduras por sentirse presionados a la hora de dar información, no se dan cuenta que la verdadera pelea muchas veces se da en el seno de su propia línea de conducta.
Es algo de lo que no se salvan siquiera las revistas más prestigiosas, como Noticias o Veintitrés. Esta última, dicho sea de paso, hace un par de meses llegó a cambiar una tapa que perjudicaba a la viuda de Noble por expreso pedido de ella.
Por eso mismo, urge —a esta altura— que la situación sea revertida en el corto plazo. Y es que el merecido lugar que llegó a ocupar hace años el periodismo como Cuarto Poder terminará perdiéndose en las arenas del inconformismo de la gente.
Y con justo motivo.
A no desesperar... aún estamos a tiempo.
Christian Sanz
(1) No debe olvidarse que en su momento Alfredo Yabrán fue denunciado por tráfico de drogas y lavado de dinero, llegando su nombre a aparecer en documentos oficiales de la DEA, organismo norteamericano que lucha contra el narcotráfico.
(2) Villafuerte Ruzo es el mismo que mal llevara adelante la causa judicial por la muerte del hijo del ex presidente Carlos Menem y el desmanejo de la toma de rehenes en la causa del Banco Nación de Ramallo.