Finalmente, como prometió en la apertura de sesiones ordinarias, Alberto Fernández desclasificó la información y documentación relacionada con el atentado a la AMIA que esté en manos del Gobierno.
La medida fue adoptada a través del Decreto 213/2020, publicado este jueves en el Boletín Oficial, donde se establece que se le otorgará carácter público "a toda aquella información brindada desde el Estado Nacional para los procesos judiciales que ya cuentan con sentencia, relativos al atentado perpetrado contra la AMIA, su encubrimiento y demás delitos conexos, incluyendo los legajos de investigación y la totalidad de la información brindada desde el Estado Nacional en las audiencias de los juicios realizados, permitiendo que las mismas trasciendan el ámbito oficial".
Lo curioso es que esa información ya ha sido desclasificada... ¡en cuatro oportunidades! Las tres primeras durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, en 2003, 2007 y 2015; la última en el mandato de Mauricio Macri, en 2017.
Dicho sea de paso, esta última movida fue idéntica a la que refrendó el Decreto 395/2015 que motorizó la hoy vicepresidenta.
O sea que lo que anunció Alberto -y que ahora se oficializó en el Boletín Oficial- es puro humo. Una medida "para la gilada".
Encima, lo único relevante, aquello que nunca fue revelado, quedó fuera de la órbita de la medida de Alberto: no se desclasificarán los archivos aportados por las agencias de espionaje de otros países.
Puntualmente, el decreto habla de "resguardar toda la información y documentación relativa a representantes de otros países, en particular respecto de la identidad de los agentes de inteligencia extranjeros".
Ergo, ¿de qué sirve la medida de marras? Más aún: ¿De qué manera ayudará a que se esclarezca más rápidamente lo ocurrido en la sede de la AMIA el 18 de julio de 1994?
Casi todo lo que hoy se ha "desclasificado" ya estaba en poder de la Unidad Especial AMIA. Y nada hizo al respecto en todos estos años para que ello influyera de alguna manera en la investigación judicial.
Todo lo contrario: desde el menemismo a la fecha, todos los gobiernos -todos- han colaborado de una manera u otra para que se desviara el camino de la verdad, aquel que conducía al esclarecimiento real y concreto de ese luctuoso hecho.
Mauricio Macri llegó a eyectar de su cargo a Mario Cimadevilla, quien se había acercado peligrosamente al posible esclarecimiento del mismo. Fue el primero que se animó a poner en duda la autoría de Irán y eso le valió que lo quitaran inmediatamente del medio. A pedido de EEUU.
Por eso, cuando Alberto asegura que le interesa develar la verdad de lo sucedido en AMIA, no solo no es creíble, sino que además termina copiando la misma frase que ya han pronunciado todos sus antecesores.
La historia se repite mil veces... Karl Marx se quedó corto.