Rodolfo Arístides Canicoba Corral es un tipo de suerte. Ha sobrevivido a los vaivenes de las tempestades políticas desde 1993, momento en el cual fue puesto al frente del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 6 gracias a los oficios de Carlos Corach, entonces ministro del Interior “todoterreno”.
Desde ese momento hasta ahora, ha logrado permaneces incólume en su puesto, a pesar de la enorme cantidad de denuncias que acumula.
Como una suerte de “hombre corcho”, Canicoba logró permanecer a flote a través de los gobiernos de Carlos Menem, Fernando De la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Crístina ídem, Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Toda una hazaña para aquel que supo ser parte de la nómina de la “servilleta de Corach”, tal cual denunció Domingo Cavallo a mediados de los años 90. Refiere a los magistrados que “dominaba” el menemismo a través del titular de la cartera de Interior.
Ya entonces Canicoba —a quien Elisa Carrió rebautizó “Canicoima”—, hizo zafar a funcionarios vinculados a Menem de puntuales causas judiciales.
Luego haría lo propio con De La Rúa —le dio una mano al jefe de la exSIDE de entonces Fernando De Santibañez— y Duhalde. A este último lo ayudó por demás en el expediente que relacionaba su campaña presidencial con el mexicano cartel de Juarez.
Actualmente, el magistrado está acusado en media decena de expedientes: incremento patrimonial, enriquecimiento ilícito, sobresueldos, mal desempeño y pedido de sobornos, son solo algunas de las denuncias que acumuló en el Consejo de la Magistratura. Se trata solo de aquellas que fueron presentadas entre 2017 y 2019.
Sin embargo, a instancias del kirchnerismo, la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo aprobó, en una sesión virtual, avanzó en un dictamen firmado por el consejero radical Juan Pablo Más Vélez que pedía desestimar todas estas acusaciones en su contra. Ergo, Canicoba va a terminar zafando… como siempre.
Es curioso, porque Alberto Fernández llegó al poder hablando de reformas judiciales y mejoras en la Justicia Federal y va a terminar legitimando a un juez que no puede explicar cómo hizo su propia fortuna.
Ya en 2003 Tribuna de Periodistas lo mencionó por la adquisición furiosa de inmuebles y vehículos. En esos días, vivía en la calle General Roca de Florida y había comprado, según sus vecinos, un garaje con capacidad para treinta coches, al 1200 de la calle Juan B. Justo.
A su vez, llegó a acumular un Renault 18, un Fiat Uno, un BMW, una Rural Mitsubishi, un Ford Granada, un Fiat 147 y una Isuzu Trooper. Todos ellos, se insiste, datan de 2003. A estos hay que sumar una camioneta Kia (patente AB 461 MO) y un Audi color gris.
Entonces, la pregunta del millón persiste: ¿Cómo ha hecho el magistrado para amasar la fortuna que ostenta? Hay severas sospechas, pero pocas certezas. Por caso, hay una denuncia hecha por un poderoso sindicalista —hoy preso—, quien asegura que Canicoba Corral le pidió un millón de dólares para hacerlo zafar a través de su secretario Ángel Kahl, alias "el yudoca".
En septiembre de 2019, este cronista reveló en exclusiva que el magistrado adquirió una ostentosa vivienda en San Jorge Village Country Club, uno de los barrios privados más portentosos de Los Polvorines, noticia que publicó diario La Nación recién este martes, como si fuera la gran primicia.
El mismo está ubicado en la Ruta 197 km 13,5 de ese distrito, en la provincia de Buenos Aires y, según fuentes del mismo lugar, el juez habría comprado la “casita” para que la use su hija.
No le ha sido sencillo a Canicoba Corral adquirir la vivienda, ya que contó con más de 55 oposiciones por parte de los vecinos del country: ninguno de ellos quería contar con un vecino de tal catadura moral, siempre cuestionada.
Por suerte para el juez, en el gobierno no existen tales objeciones. Se ve que Alberto ya olvidó sus propias palabras, pronunciadas el 1º de marzo de este año, en plena asamblea legislativa: “Venimos a ponerle fin a la designación de jueces amigos, a la manipulación judicial, a la utilización política de la justicia y el nombramiento de jueces dependientes de poderes inconfesables de cualquier naturaleza”.
No hay remate.