Apalancado en sus redes sociales, Javier Milei suele jactarse de que no necesita a los periodistas ni a los medios para comunicar lo que busca comunicar. Incluso va un paso más allá al denostar el trabajo de la prensa con calificativos que empiezan a preocupar a las principales entidades periodísticas del país y el extranjero.
Ello denota, no sólo una conducta temeraria de su parte, sino también su total desconocimiento de lo que es la labor del periodismo.
En su ignorancia, el mandatario libertario cree que los medios están para difundir lo que él busca que se difunda. “Yo hablo directamente con la gente a través de mis redes sociales, por eso no necesito a nadie”, puntualiza.
Pero no es esa la filosofía de la prensa. O sí, pero solo una mínima parte. Los periodistas tenemos la obligación de observar en profundidad a aquel que maneja los recursos públicos y hacerle saber si lo está haciendo de manera correcta o incorrecta.
También es potestad de los medios analizar las medidas impulsadas por el gobernante de turno e investigar hechos de posible corrupción. No es algo antojadizo: se trata del manejo de los recursos de todos los ciudadanos y ello debe ser administrado con cuidado.
Ergo, no hay manera de que, a través de sus redes sociales, el presidente pueda suplir el laborioso trabajo que hacemos los periodistas.
Ese error de concepto, no obstante, no es lo peor a la hora de analizar sus erráticos conceptos sobre la prensa. Más grave son sus señalamientos contra los cronistas que sólo intentan hacer su trabajo honestamente. Una y otra vez los descalifica e injuria, sólo porque no le gusta lo que revelan.
Pero ese es el juego del poder, sobre todo cuando se trata del manejo de la República, que viene justamente de “cosa pública” (del latín, res-pública).
Quien escribe estas líneas supo tener buena relación con el hoy jefe de Estado, pero fue bloqueado en Whatsapp y Twitter por él sólo por “señalarle” una incongruencia en un discurso económico.
Como sea, sorprende a esta altura el silencio de los demás colegas, afectos en su momento a criticar a rabiar los desaires del kirchnerismo, que usaba modos exactamente idénticos a los de Milei.
A todos, incluso al presidente, habría que recordarles las sabias palabras del ex presidente de EEUU Thomas Jefferson: “Prefiero una prensa sin gobierno que un gobierno sin prensa”.