En febrero de 2007, tuve una entrevista personal con Sergio Szpolski, quien se encontraba fuertemente ofuscado conmigo por una columna que había escrito días antes y donde lo acusaba de “operar” para el kirchnerismo a través de sus medios de prensa.
El empresario negó ser parte de la ofensiva mediática oficial y me ofreció trabajar para él. Aún no ostentaba la veintena de medios que hoy posee, pero ya era dueño de revista Veintitrés y 7 Días, dos de sus espadas más fuertes contra los “enemigos” K.
“Jamás usted publicaría alguno de mis artículos de investigación”, le dije en ese momento, lo cual fue desmentido en el acto por él. “¿Publicaría una buena nota sobre los desaparecidos fondos de Santa Cruz, por ejemplo?”, insistí. El silencio de Szpolski fue la respuesta más elocuente que podía esperar.
Al tiempo que me mostraba que toda la publicidad oficial en sus medios estaba debidamente facturada —como si eso fuera evidencia suficiente de que no era “operador” del kirchnerismo—, el empresario insistió durante largo rato sobre la “independencia” de sus medios de comunicación. “Yo no tengo ningún acuerdo con nadie, mis periodistas escriben lo que ellos quieren”, aseguró en ese momento.
“Usted no dice la verdad y el tiempo me dará la razón”, le dije, justo antes de cruzar la puerta de su despacho y volver a mi casa, negándome a laborar bajo sus órdenes.
No debió pasar demasiado tiempo como para que la realidad refutara las palabras de Szpolski. Basta leer cualquiera de los diarios y revistas de su propiedad como para darse cuenta de que es el más obsecuente operador del kirchnerismo.
De tan burdas, las tapas de los medios que dirige son totalmente predecibles: exagerados “misiles” contra Mauricio Macri, Eduardo Duhalde y Julio Cobos —entre otros— aparecen semana tras semana en primera plana, siempre coincidiendo con los enemigos de turno oficiales.
El ejercicio para comprobarlo es bastante sencillo: con buscar el archivo de los últimos meses de los siguientes medios, será suficiente:
Diario El Argentino
Diario Tiempo Argentino
Diario Diagonales
Diario Buenos Aires Económico
Diario La Gazeta del Cielo
Radio América
Canal CN23
Semanario Miradas al Sur
Revista Veintitrés
Revista 7Días
No hay en ninguno de ellos denuncia alguna de los escándalos que salpican al kirchnerismo. Temas resonantes como el de Venezuela, los negocios de Ricardo Jaime, o el otrora Skanska-gate brillan por su ausencia en esos medios. ¿Casualidad? Para nada, ya que Szpolski es el empresario que más dinero recibe en concepto de publicidad oficial por parte del gobierno, aún cuando sus diarios y revistas son los que menos venden en comparación con matutinos como Clarín y La Nación; o semanarios de la talla de Noticias.
La millonaria recepción de esos fondos tiene un precio que el kirchnerismo cobra al contado: ser defensor del “modelo K” y defenestrar a los críticos del gobierno, no importa de quién se trate.
En tal sentido, de todos los empresarios de medios alcahueltes al oficialismo, Szpolski es el más destacado: si se observa la cantidad de dinero que factura mensualmente, podrá verse que se encuentra en la cima de los beneficiarios K. Es que el empresario no tiene escrúpulo alguno al momento de operar para el kirchnerismo; es capaz de publicar en sus medios cualquier tipo de trascendido que le ordenen desde Balcarce 50, aún cuando no sea real.
¿Puede Szpolski considerarse exitoso por ello? Si se toma como éxito un crecimiento económico que se ha hecho sobre la base de pisar cabezas y traicionar valores propios, bien podría ser este el caso.
Sin embargo, la historia ha demostrado sobradamente que esa “celebridad” no se sostiene en la continuidad y comienza a erosionarse no bien el gobierno de turno que lo ha generado pierde poder. En sentido similar, la sociedad suele reconocer y castiga a los medios que han servido para engañar a sus lectores, disfrazándose de “prensa independiente”.
Más temprano que tarde, los periodistas que trabajan para Szpolski —incluido este— sufrirán una oportuna condena social por haber sido parte de un engaño feroz, donde se intentó distraer a todo un país para que una docena de delincuentes pudieran saquearlo en paz.
Cuando pienso en todo ello, suelo agradecerme por no haber aceptado trabajar con Szpolski.
No es poco.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1