Miriam Quiroga ocupó, hasta hace pocas semanas, un lugar clave de la administración pública nacional; se trata de la Dirección de Documentación de Presidencia de la Nación, desde donde se suelen receptar y responder las cartas que llegan a Casa de Gobierno y que son dirigidas a quien ocupa la primera magistratura de la Argentina.
La mujer, que en unas horas será parte de la nota de tapa de revista Noticias, ha sabido ser la mano derecha de Néstor Kirchner desde antes de que ocupara el sillón de Rivadavia en mayo de 2003, acompañándolo en todas y cada una de las giras que este efectuó a lo largo y ancho del país ese año. Asimismo, supo haciéndose cargo de los asuntos más delicados que concernían al fallecido ex Presidente.
Pero hay quienes aseguran que entre Quiroga y Kirchner siempre hubo más que un mero "trato laboral"; en buen romance, se habla de una relación amorosa de casi ocho años.
“A ver, no es nada nuevo. Los que estábamos en el círculo más cercano de Néstor sabíamos de la relación con Miriam, como se sabía que Aníbal (Fernández) tenía una hija extramatrimonial. No es un gran descubrimiento”, admitió en 2010 a dos cronistas de Tribuna de Periodistas un poderoso ex funcionario nacional que renunció a su cargo poco después de que Cristina asumiera la presidencia de la Nación. El dato nunca se publicó porque el fallecimiento de Kirchner había sido muy reciente.
Sin embargo, otras fuentes confirman el dato y hasta Noticias habría logrado la confesión de la propia Quiroga, quien aseguró a ese medio que “es vox pópuli que yo era la amante de Kirchner”.
Más allá de la lectura lineal de la información, que podría parecer teñida de frivolidad, cobra relevancia la posibilidad de que un ex presidente —uno de los más poderosos de las últimas décadas, por cierto— tuviera una relación extramatrimonial de larga data.
A ello debe sumarse que, no se trata en este caso de una amante de ocasión, sino de algo oficializado y conocido en el propio ambiente del ex mandatario.
“Proyecto Nacional”
A principios de junio de 2010, Miriam Quiroga trascendió a los medios cuando encabezó la creación de “Proyecto Nacional”, un denominado “espacio peronista” alineado al kirchnerismo, pensado para trabajar en pos de la eventual candidatura a presidente de Néstor Kirchner en 2011.
En realidad, el trabajo de la agrupación estaba pensado para que solo se centre en la Tercera Sección Electoral a efectos de “reposicionar” la figura del ex mandatario en el Conurbano. Sin embargo, la idea de poner a Quiroga a la cabeza de ese proyecto, es una postal de la relevancia que Néstor le daba a la mujer.
Luego de la repentina desaparición física de Kirchner, la entidad quedó casi disuelta y Quiroga desdibujada, al punto de tener que “ceder” su cargo —en la poderosa Dirección de Documentación— a Mariana Larroque, hermana de Andrés Larroque, amigo de Máximo Kirchner y secretario general de la agrupación La Cámpora.
Desde que fue alejada del poder K, a principios de 2011, Quiroga ha intentado, sin éxito, ser nombrada en alguna repartición pública. Lo cierto es que, no solo no lo ha logrado, sino que aún no ha conseguido que alguien le atienda siquiera el teléfono.
Por ello, ha decidido “gotear” información sensible a la Casa Rosada en diversos medios de comunicación críticos a la gestión K. Al menos hasta que alguien le tienda una mano.
En el corto plazo es poco probable que esto suceda, ya que en el entorno de Máximo Kirchner Quiroga nunca fue persona grata, ni siquiera cuando el ex mandatario estaba vivo. Cristina tampoco tuvo jamás buena relación con la mujer, pero habría tolerado su existencia en el marco del acuerdo que ostentaba con su fallecido cónyuge, el cual incluía la posibilidad de mantener “relaciones amorosas abiertas” en la pareja.
El temor de la Presidenta no se relaciona tanto a que se descubra que Quiroga y Néstor eran amantes, sino más bien a los secretos que la mujer guarda consigo, muchos de los cuales serán develados por Noticias en unas horas.
¿Cederá Cristina a la latente extorsión e incorporará a Quiroga en algún cargo de relevancia en la función pública? ¿O seguirá en sus trece como le ha pedido su hijo Máximo?
Por ahora es imposible saberlo: en la dura batalla entre el temor y el orgullo, cualquiera puede resultar ganador.
Christian Sanz
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