Ahora que está tan afecta a que la entrevisten. En estos días en los que descubrió las maravillas que florecen a la luz de un espontáneo reportaje. Ahora que alcanzó el nivel de desesperación tal que le permite sentarse frente al periodismo independiente… ¡quiero entrevistar a Cristina Kirchner!
Prometo ser respetuoso, aunque sin dejar de ser incisivo. La dejaré hablar y explayarse, pero le pediré que responda claramente sobre ciertos tópicos que aún no ha mencionado y sobre los que ningún periodista supo escarbar como corresponde.
Por caso, le preguntaré cómo hizo para que su fortuna crezca 3.540% en apenas 8 años, a razón de 26 mil pesos por día.
Si me responde lo que especulo que me responderá —que lo hizo trabajando como “exitosa abogada”— le pediré que mencione al menos dos litigios judiciales en los que haya intervenido como supuesta profesional (Ya mismo anticipo que no podrá hacerlo).
Luego, le preguntaré por la tragedia de Once, tópico sobre el cual olvidó indagar el colega Luis Novaresio y, antes, los serviles Roberto Navarro, Víctor Hugo Morales y Gustavo Sylvestre.
Tampoco dejaré pasar por alto la cuestión de los aportes de campaña, donde aparecen peligrosos narcotraficantes y mafiosos poniendo dinero para su candidatura de 2007. No casualmente, dos de ellos aparecieron un año más tarde implicados en el triple crimen de General Rodríguez, donde perecieron Forza, Ferrón y Bina.
También le pediré que me explique dónde están los fondos públicos de Santa Cruz, que hoy deberían ascender a más de mil millones de dólares.
No es todo: la interrogaré respecto de su ataque al periodismo “no kirchnerista”, del cual fui víctima en primera persona a través de programas como 678 y Duro de Domar. Ese ataque incluyó persistentes inspecciones de la AFIP y puntuales querellas por calumnias e injurias por parte de una docena de funcionarios K.
Y si fuera poco, le preguntaré por qué sostuvo en el tiempo a tipos de frondoso prontuario como Aníbal Fernández, Amado Boudou, Ricardo Echegaray y Julio De Vido.
No la acusaré, como hacen varios —con una liviandad que abruma, dicho sea de paso— de haber asesinado al fiscal especial Alberto Nisman. Tampoco por encubrir el atentado a la AMIA, ya que fue una de las personas que más se ocupó de avanzar en su esclarecimiento.
Sí le requeriré que me explique por qué permitió —si es que no lo impulsó ella misma— que se desguazara a un organismo tan prestigioso como el INDEC.
Esas son solo algunas de las tantas cuestiones sobre las que indagaré a Cristina, con las correspondientes repreguntas, acaso más importantes que las mismas preguntas. Sepan que estoy más que preparado para reportearla.
Haré las gestiones oficiales pertinentes, en la espera de tener el éxito que espero. Por ahora, me limitaré a cruzar los dedos.