Uno de los pilares discursivos del “trabajo” de Susana Trimarco es el que tiene que ver con su proclama respecto del rescate de chicas víctimas de trata.
A raíz de ello, la mujer consigue hacerse de millonarios fondos, no solo a nivel nacional sino también por parte de diversas provincias e incluso de otros países, tal cual reconoció ella misma en el marco del expediente —jamás lo admite públicamente— que supo investigar la desaparición de su hija, Marita Verón.
Ello la obliga a exagerar las cifras de rescates, a inventar tantos otros y a “forzar” incluso algunos de ellos. Lo cuento con lujo de detalles en mi libro Trimarco SA, donde revelo que jamás Trimarco ha accedido a hacer pública la lista de mujeres “salvadas” por ella.
Menciona la cuestión en muchas de sus entrevistas, pero jamás brinda precisiones, sencillamente porque más del 90% de los casos son falsos. Por caso, en La Rioja asegura haber rescatado a 40 chicas, pero no existe una sola actuación policial ni tampoco ningún expediente judicial que lo acredite.
Dicho sea de paso, a pesar de insistir con que ella misma ha liberado con sus propias manos a varias chicas sometidas en esa provincia, nunca ingresó a ninguno de los prostíbulos de ese terruño. ¡Lo admitió ella misma a nivel judicial! Más aún: no pudo describir ninguno de los locales de marras.
Por si fuera poco, Verónica Silvera y Paula Bianco, respectivas abogada y psicóloga que supieron trabajar con Trimarco, admitieron que la mayoría de las actuaciones que ella menciona son falsas. A confesión de parte, relevo de pruebas.
La operatoria es sencilla: para sumar casos, la mujer utiliza a chicas alojadas en diferentes hogares por cuestiones que nada tienen que ver con la trata. Son lugares que supieron tener convenio con la fundación María de los Ángeles Verón.
Un buen ejemplo es el del hogar Miquelinas, a cargo de las Hermanas Adoratrices. Allí, a varias chicas “las impulsaron declarar en causas judiciales a cambio de ofrecerles dinero y de anotarlas en las planillas de la fundación y justificar los subsidios recibidos”, según las profesionales mencionadas más arriba.
La maniobra es de alto vuelo, y allí aparecen involucradas psicólogas y abogadas de la propia fundación Verón. Entre otras, Elisa Araoz, Paula Garcia Vega y Andrea Del Valle Gomez.
No es todo: también aparece complicada la entonces directora del hogar Miquelinas, Albeana del Carmen Arias, y uno de los abogados de Trimarco, el siempre incombustible Carlos Garmendia.
Y completa la trama Horacio Mario Arguello, secretario penal del Juzgado Federal N° 2 de Tucumán, quien sería parte de la “banda”. Si fuera una película bien podría tratarse de “Buenos muchachos”.
En primera persona
Una de las chicas que fue parte de la operatoria —una víctima de la banda, en realidad— es la joven Florencia Carabajal, quien admitió a Tribuna de Periodistas que fue usada por Trimarco y sus “boys”. “Susana lo único que hizo fue usarme”, sostuvo sin medias tintas a este portal.
No fue la única vez que lo hizo: anteriormente había enviado un correo electrónico a Canal 13 para contar el mismo derrotero. Nadie la escuchó, lamentablemente.
Hoy en día engrosa el listado de chicas que fueron utilizadas por la madre de Marita Verón en provecho propio. Nada que deba extrañar: Trimarco es así, usa a la gente y cuando ya no la necesita la tira a la basura.