Néstor Kirchner llegó a ocupar la primera magistratura en el año 2003 con apenas un 22% de los votos, luego de que Carlos Menem se bajara de la carrera presidencial. Quienes intentan hasta el día de hoy descifrar su personalidad, aseguran que esa debilidad fue la que lo impulsó a sobreactuar la fortaleza extrema que lo caracterizó hasta el día de su muerte.
Néstor no vaciló en crear enemigos de diversa índole a lo largo de su mandato, de la talla de Eduardo Duhalde —quien lo llevó a ocupar el poder—, el grupo Clarín y el campo. También se ocupó de crearse una reputación vinculada al progresismo más radicalizado, aún cuando en los años de la última dictadura militar supo fotografiarse con militares represores y solo ocuparse de amasar dinero a través de la especulación más condenable.
A pesar de ello, logró forjarse una popularidad en favor de los derechos humanos, con el firme impulso de juicios contra represores y asesinos que terminaron llevando tras las rejas a los más rancios criminales. Si bien la política llevada adelante por Kirchner no supo contemplar la condena a grupos guerrilleros que actuaron de manera tan reprochable como la que lo hicieron los militares, no deja de ser elogiable la política oficial que busca aleccionar a los asesinos de antaño.
Sin embargo, es necesario mencionar algunas cuestiones que caracterizaron la política impuesta por el kirchnerismo —hoy continuada por su viuda Cristina Fernández—, relacionadas al hostigamiento a la prensa, el espionaje a referentes opositores y hasta del propio oficialismo, la insoportable corrupción y hasta la incoherencia ideológica. Esto último le ha permitido al oficialismo mostrar una elasticidad fuera de lo común en la política argentina: los funcionarios del gobierno pueden atacar hoy al menemismo y mañana mostrarse con el ex presidente riojano; pueden fustigar a empresarios de la talla de José Luis Manzano y Raúl Moneta para terminar pactando con ellos. No hay límites a la hora de la falta de coherencia.
Ese es el estilo que impuso Néstor Kirchner, un hombre que supo escudar el incremento descomunal de su fortuna personal con una frase: "Para tener poder hay que tener dinero". Eso sí, jamás esos fondos los utilizó para beneficio de la Argentina, sino para hacer crecer su ya abultado patrimonio. Es por ello que aún hoy existen dos causas judiciales que investigan la riqueza familiar K por supuesto lavado de dinero. Eso sin mencionar las investigaciones por enriquecimiento ilícito que Néstor y Cristina debieron enfrentar en más de una oportunidad por las incongruencias en sus propias declaraciones juradas.
En fin, hace un año exactamente moría Néstor Kirchner, en pleno desarrollo del censo nacional y en el marco de un hecho que aún hoy genera enormes interrogantes: su propio perecimiento. Con él se fue parte de un estilo de hacer política; solo una parte, ya que su esposa ha sostenido y conservado muchos de sus tips hasta el día de hoy.
Habrá no pocos festejos este jueves, con encendidos discursos y homenajes por doquier. Eso sí, nadie hablará del saqueo que Néstor ha hecho al país a través de la entrega del patrimonio nacional a sus propios testaferros. Tampoco hablarán de los negocios que llevó adelante, tan cuestionables como la minería a cielo abierto, el narcotráfico y el lavado de dinero (esos fondos financiaron su campaña política y la de su esposa).
Es una parte de la realidad, desde ya, pero es la más esencial, centro de la matriz que dejó inserta en el país el pingüino más célebre de la historia vernácula.
Christian Sanz
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