No es ningún buen síntoma que la economía empiece a copar las portadas de los medios de prensa como tema excluyente de la coyuntura, esto sea en la Argentina, en Estados Unidos, o en la China. Es una verdad de Perogrullo.
En las últimas semanas, los principales sitios de información vernáculos —diarios, radios, programas de TV y hasta portales de Internet— empezaron a cubrir sus principales espacios con noticias vinculadas a lo económico-financiero, recordando el preludio de las peores épocas argentinas. ¿Cuánto hacía que no se hablaba del riesgo país o del dólar paralelo? ¿Qué tan complicadas están las finanzas como para que esto vuelva a ser tema de conversación excluyente entre los argentinos?
En realidad, todo surge de la desconfianza de la ciudadanía respecto al rumbo de la economía de los últimos meses. Si bien es cierto que Cristina Kirchner ha asegurado que todo estaba diez puntos y que no habría grandes cambios a futuro, las señales concretas dicen todo lo contrario. Cepo a las importaciones, duros controles a la compra de dólares, manipulación de estadísticas, expropiaciones, intervenciones, devaluación encubierta, etc. ¿Cómo calmar a aquellos que observan a diario este tipo de movidas oficiales?
Si el gobierno pretende brindar calma a través del mero discurso, denota una puerilidad a prueba de balas. Quien ha vivido en la Argentina durante los últimos 50 años ya no cree nada de lo que le puedan decir los políticos, sean del color partidario que sean. Solo baste recordar que frases como “el que apuesta al dólar pierde”, o “el que depositó dólares recibirá dólares” han sido el preludio de fuertes explosiones económico-financieras.
Como se dijo desde este mismo espacio hace algunas semanas, los síntomas son preocupantes, aunque no concluyentes. Aún se está a tiempo de revertir la desgracia que se cierne cual espada de Damocles sobre el país. Alcanza con abrir una profunda ronda de diálogo que incluya no solo a los principales técnicos, sino también a los referentes de la oposición, más allá de las banderías políticas.
Mientras ello no ocurra, mientras se sigan negando los síntomas, difícilmente se podrá curar la enfermedad. Si no se ve el problema, ¿cómo solucionarlo?
A ese respecto, esta semana mostró varias postales de los inconvenientes que hoy vive la Argentina y que se suman a los ya existentes. A saber:
-Por las trabas a las importaciones, cayeron un 17% las ventas uruguayas a la Argentina: el dato es oficial y lo informó el ministro interino de Economía uruguayo, Luis Porto, en relación al primer cuatrimestre.
-Brasil implementó sus propias restricciones para el ingreso de alimentos argentinos: la medida no es nueva, pero ahora afecta a frutas, harinas y quesos. Debe recordarse que el pasado lunes una fábrica de papas congeladas se paralizó temporalmente por el freno de uno de sus exportaciones al país vecino.
-La Unión Europea denunció a la Argentina ante la OMC por las trabas de Moreno: la presentación fue efectuada hace una semana y asegura que las limitaciones al comercio provocan "un daño real" a las compañías europeas.
-La UIA rompió lanzas con Moreno: José Ignacio de Mendiguren, titular de la poderosa Unión Industrial Argentina, criticó al secretario de Comercio Interior y las trabas a las importaciones. Hasta ahora, esa entidad supo respaldar todas las medidas del Gobierno.
-Los bancos frenan créditos en dólares: por la salida de depósitos en moneda extranjera prefieren ofrecer pesos. Esto afecta principalmente al comercio exterior.
A lo antedicho debe sumarse la situación de las provincias argentinas, la mayoría de las cuales aún no sabe cómo va a sortear los desafíos de un duro 2012. Algunas piensan en endeudarse, a pesar de que el financiamiento internacional se ha elevado a las nubes, a raíz de las últimas medidas oficiales, coronadas por la ilegal expropiación de YPF.
Daniel Scioli, por caso, debió colocar deuda por U$S 50 millones a una tasa del 9,25%, es decir, al doble que lo que se le cobra a España, un país que enfrenta una crisis peor que la argentina. Un dato: el gobernador bonaerense habría pactado sacar por decreto la reforma tributaria que necesita la Nación. A cambio, le liberarían los 3.000 millones de pesos que necesita para el pago de sueldos.
¿Qué decir de provincias como Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe, Mendoza y Santa Cruz, las cuales no están mucho mejor que Buenos Aires? Algunas piensan en la colocación de bonos, otras en desdoblamiento de salarios y, las menos, en la emisión de cuasimonedas.
Al tiempo que esto ocurre, Cristina recibió una de las peores noticias de los últimos días: el gobierno de Paraguay le anticipó que a partir del mes próximo habrá un aumento del 30% en el precio que le cobra a la Argentina por la electricidad que procede de la hidroeléctrica nacional de Acaray. Esto se suma al déficit de combustible que ya vive el país y que solo se subsanará embolsando cerca de 14 mil millones de dólares. ¿De dónde saldrá tal masa de dinero?
Esta situación preocupa —y mucho— a la Presidenta, sobre todo porque llega en momentos en los que las cuentas públicas muestran un rojo furioso y el mundo parece cerrarse sobre sí mismo. Su promisorio viaje a Angola, mal que les pese a los más optimistas, no mostró aún utilidad alguna en los hechos concretos.
Todo ello forma parte del credo de razones que llevaron a Cristina a decidir no presentarse en 2015 a una eventual re-reelección, tal como lo anticipó Tribuna de Periodistas en abril pasado.
La figura que hoy mide el oficialismo para continuar la gestión de la mandataria, es su hijo Máximo. Luego de que las encuestas lo mostraran con pésima imagen en la provincia de Buenos Aires, el kirchnerismo intentará imponerlo como cabeza de lista de diputados en Santa Cruz, de cara a 2013. De allí, el vástago presidencial intentará saltar a la presidencia nacional en 2015.
Para lograr su objetivo, Máximo trabaja en total reserva con un cuerpo de asesores a efectos de mejorar su dicción —tiene el mismo defecto de pronunciación que su padre—, mostrar mayor soltura en público y superar su fobia a la exposición pública.
Luego de analizarlo junto a Carlos "Chino" Zannini durante meses, Cristina ha decidido finalmente que no hay sucesor posible fuera de la figura de su hijo o, eventualmente, su cuñada Alicia Kirchner. Desconfianza que le dicen.
Las pocas dudas que quedaban a la hora de avanzar en ese plan, fueron hechas a un lado luego de que Scioli admitiera que quería ser Presidente de la Nación en 2015. ¿Cómo confiar en un referente como él, que sigue manteniendo un diálogo fluido con el duhaldismo, el menemismo y hasta el odiado moyanismo?
Dos cartas conserva Cristina en sus mangas para mantener a este a raya: un naipe ostenta el rostro de Gabriel Mariotto, cuya sobreactuación provocó en los últimos días efectos indeseados en las filas del Frente para la Victoria; la otra carta tiene que ver con la imposición a Scioli de que se postule como candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, esta vez de manera "no testimonial". Ello permitiría al vicegobernador tomar el lugar que hoy ocupa el ex motonauta y le daría tiempo de sobra para construir su propio esquema de poder en el esquivo conurbano.
El plan no es nada malo, aunque no cuenta con un detalle esencial: Scioli no solo no aceptará ser candidato a diputado, sino que avanza sin pausa en el armado de su propio entramado político.
No es poco.