A medida que pasan las horas, las dudas por el supuesto secuestro de Alfonso Severo se van acumulando cual manchas de humedad en una pared corroída por el agua. Pocos medios de prensa en estas horas se animan a insistir con la supuesta veracidad de ese episodio y ello configura un síntoma conciso de la desconfianza que reina en el aire respecto a ese hecho.
Este sábado, por caso, diario La Nación introdujo algunos interrogantes al comentar que Severo "tiene antecedentes penales por robo y amenazas. Su relato es convincente y verosímil, pero dejó dudas el contexto en el que se dio el caso".
A su vez, diario Clarín planteó que "las dudas comenzaron en el mismo momento en que Severo reapareció. ¿Por qué fue así? Su caso tiene demasiados puntos en común con el de Geréz, quien luego terminó de capataz en las obras de las Madres hasta que estalló el escándalo Schoklender". ¿Es así? ¿Severo es el nuevo Geréz?
La desconfianza no solo aparece a través del uso del más puro sentido común, sino también por las dudas que en un principio mostraron funcionarios políticos y judiciales. El propio Julio Alak salió a cuestionar a Severo en las primeras horas del viernes, postura que se fue modificando —sospechosamente— al paso de las horas y que llegó al paroxismo de vincular su supuesto secuestro con una operación llevada adelante por el grupo Clarín. Ello, mal que le pese al Ministro de Justicia, agregó más dudas a las ya existentes. ¿Por qué su repentino cambio de postura? ¿Es cierto que hubo una reunión entre el ex ferroviario y un alto funcionario de la cartera de Justicia justo antes de ese cambio de discurso?
No solo Alak cambió su pensamiento primigenio, el propio Severo se contradijo a lo largo de entrevistas realizadas a diversos medios de prensa. Por caso, aseguró en un principio que jamás vio a sus captores. Más tarde se animó a hacer un identikit de uno de ellos, haciendo hincapié en que no lo conocía. Finalmente, dijo que en realidad a los que lo secuestraron había que buscarlos entre "gente que quedó manchada... busquen por el Indoamericano". ¿Es acaso el de Severo un mensaje velado dirigido a alguien en particular? ¿Por qué nadie le pidió más precisiones al respecto?
A nivel judicial, los investigadores también muestran sospechas. A pesar de asegurar haber sido "muy golpeado", Severo no presentaba ningún tipo de marcas. Ello de acuerdo al examen médico que le fue efectuado en el Hospital Perón.
A todo ello se suma el hecho de que el ex ferroviario cuenta con media docena de causas judiciales en su contra, las cuales supo ocultar con dudosa eficacia. Cuando todo ello salió a la luz, Severo debió salir a responder las dudas de la sociedad sobre lo ocurrido: "No fue un autosecuestro", aseguró a diario Perfil.
Y ahí es donde surgen algunos de los interrogantes más incómodos:
-¿Por qué al ser liberado lo primero que hizo fue dar un mensaje político? En lugar de hablar de lo que le ocurrió, Severo hizo profesión de fe partidaria: "Nosotros somos kirchneristas, de verdad... Fuimos los únicos que peleamos adentro (de la empresa Ferrobaires) por el Gobierno".
-¿Por qué todo el tiempo se ocupó de desvincular a José Pedraza del hecho? "Las responsabilidades están hacia abajo, a Pedraza no le diría nada", aseguró Severo ante la pregunta de un periodista que lo incomodó por demás. "A José lo conocí en un momento", agregó sin que nadie lo indagara al respecto. De más está mencionar que Pedraza es uno de los más comprometidos en el expediente judicial de marras.
-¿Es casual que, al igual que en el caso Geréz, nuevamente Canal 7 tuviera la exclusividad de la liberación de Severo? Sospechosamente, la TV Pública fue la única que tuvo acceso al instante del reencuentro del ex ferroviario con sus familiares.
-¿Cómo se entienden las contradicciones respecto al llamado al 911 que se hizo el mismo jueves por la noche? Severo asegura que lo primero que hizo cuando fue liberado fue llamar dos veces a ese número, sin éxito. Sin embargo, los investigadores descubrieron que primero llamó a su familia, luego a la remisería donde trabaja y, finalmente, al 911. Lo curioso del caso es que, de acuerdo a las grabaciones que se publicaron en algunos medios, en ningun momento Severo llega a dar precisiones de su ubicación como para poder ser rastreado.
-¿Es cierto que las imágenes que tomó la cámara de seguridad que filma la esquina donde el ex ferroviario denunció haber sido capturado, desmienten sus dichos? Esta semana se hará pública esa cuestión y fuentes oficiales aseguran que será la demostración final de la farsa.
-¿Por qué ningún funcionario del Gobierno se comunicó con Severo para solidarizarse por lo sucedido? ¿Será que nadie le creyó? El propio involucrado admitió en diálogo con radio Mitre que nadie se contactó con él después de su aparición. "El único que me llamó y estuvo conmigo fue el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi", admitió.
-¿Es coincidencia que una de las "probation" judiciales que enfrenta el supuesto secuestrado sea justamente en el mismo tribunal que juzga el crimen de Mariano Ferreyra?
-¿Por qué Severo insiste en vincular al oscuro Alberto Trezza en la trama por la muerte del militante del PO, siendo que hace años ya no trabaja en Ferrobaires y que no aparece su nombre en el expediente? ¿Por qué Trezza tendría vinculación con la muerte de Ferreyra y Pedraza no?
-¿Por qué algunos medios insisten en que su testimonio era "clave", siendo que no estuvo en el lugar de los hechos que llevaron a la muerte de Ferreyra y que otros testigos aportaron datos más importantes? En ninguno de los lugares señalados a la Justicia por Severo se encontró arma alguna. Por otro lado, sus palabras ya habían sido brindadas a la instrucción de la misma causa judicial.
-¿Por qué los secuestradores no se enfocaron en testigos directos y más relevantes como Norberto "Popi" Rosetto o José Eduardo Sotelo que señalaron a Cristian Favale como uno de los autores de los disparos contra Ferreyra?
-¿Qué quiso decir Severo cuando sostuvo que "tuvimos la mala suerte de que se nos murió Néstor Kirchner, nos iba a ayudar"? ¿A quiénes iba a ayudar el ex Presidente y por qué? ¿A quién fue dirigido ese mensaje? ¿Busca el ex ferroviario algún tipo de respaldo político frente a su dudosa situación?
Las preguntas se acumulan al paso de las horas y nadie parece querer responderlas. Es incómodo hacerlo y hasta doloroso, pero necesario. Hasta que ello no suceda, no terminará de cerrar el que parece ser uno de los capítulos más vergonzosos de la política vernácula de los últimos tiempos.
Christian Sanz
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