El dato se conoció este lunes y, lejos de causar sorpresa, provoco pesar al tiempo que confirmó lo que todos esperaban: la Argentina continúa retrocediendo en materia de calidad educativa. La fuente es inobjetable, se trata del PISA 2012, un estudio internacional de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) que evalúa en matemáticas, ciencias y compresión de lectura a estudiantes de 15 años.
Allí aparece el cuadro que ensombrece a la educación local: es que, según se consigna oficialmente, el país se ubica en el puesto 59 entre 65 naciones, cayendo una posición con respecto al 2009, el año del último informe.
Las conclusiones de los especialistas que pudieron analizar el documento es que, siete de cada diez estudiantes no alcanzan conocimientos básicos en matemáticas. El 34,9% de los jóvenes se posicionan debajo del nivel 1 de PISA en el examen, y el 31,6% recién alcanza ese nivel.
A esta altura, debe mencionarse que, junto a otros países de América Latina, Argentina supo participar en tres de las cuatro ediciones del PISA: la primera realizada entre los años 2000 y 2001, segunda en 2006 y la tercera en 2010. En las tres ocasiones el rendimiento de los argentinos fue muy bajo.
En términos generales, sus puntuaciones se situaron a una distancia de aproximadamente 100 puntos de la media internacional fijada en los 500 puntos. “Los resultados de PISA mostraron también que algo más de la mitad de los estudiantes del país no logró resolver satisfactoriamente los ejercicios más básicos de las pruebas, que sólo requieren aplicar simples operaciones matemáticas, comprender literalmente textos escritos e interpretar problemas científicos de escasa complejidad”, puntualizó oportunamente Lucrecia Rodrigo, doctora en Educación por la Universidad Complutense de Madrid.
A través de un artículo de análisis profundo, la especialista puso a modo de ejemplo que en el PISA 2006 el 54% de los argentinos no alcanzó el nivel básico en la competencia científica, y el 65% en la competencia lectora y matemática. “Llamativamente, las puntuaciones tampoco fueron positivas para los estudiantes que proceden de sectores favorecidos de la estructura social, ni para aquellos que asisten a las escuelas del sector privado. Como media estos jóvenes apenas consiguieron puntuaciones similares a las que distingue a un alumno promedio de los países miembros de la OCDE”, según Rodrigo.
Primero lo primero
¿Qué es el PISA? Son las siglas del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (por sus siglas en inglés: Program for International Student Assessment) y se basa en el análisis del rendimiento de estudiantes a partir de unos exámenes que se realizan cada tres años en varios países con el fin de determinar la valoración internacional de los alumnos.
El relevamiento distingue niveles de rendimiento del 1 al 6: mientras el puntaje es más alto, mayor es la calidad educativa. La nota mínima estándar es nivel 2.
Como se dijo, el informe es llevado a cabo por la OCDE y, aunque es considerado como un sistema "objetivo" de comparación, su formulación está sujeta a muchas críticas, por cuanto es un análisis meramente cuantitativo.
Uno de los detractores más furiosos es el ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, quien asegura que se trata de una prueba que “compara lo que no es comparable ya que cada país tiene su historia y su contexto político y social”.
La psicopedagoga y licenciada en psicología, Nancy Caballero, opina lo contrario. A pesar de cualquier crítica que pudiera hacerse sobre la evaluación, “es hoy el baremo que utiliza el mundo para medir la calidad educativa”, dijo la mujer a este cronista.
-¿Por qué entonces se denuesta tanto al PISA?
-Habrá que ver. Si antes dábamos mejores resultados y servía (la prueba) y ahora no sirve, tenemos que replantearnos cómo estamos a nivel educativo.
-¿Cuáles son los motivos de que la situación haya empeorado de tal manera?
-No hay un solo motivo sino que es algo “multicausal”. Sería muy difícil decir que es una cosa o la otra. Sí creo que estamos en una bisagra en la que evidentemente la educación tradicional, no funciona.
-¿El problema es el conductismo o el constructivismo?
-El constructivismo puro no funcionó, tiene que haber un poco de ambos. Y tener en cuenta que todo lo que son las herramientas informáticas ha transformado el concepto de educación.
-¿Entonces?
-La necesidad de la educación tenemos que replantearla. Creemos que los métodos anteriores no sirven, pero no hay nuevos elementos sobre los cuales trabajar. ¿Estamos preparando a los chicos para trabajar, para ingresar a la universidad?
-¿Lo estamos haciendo?
-Creo que no. A los chicos les cuesta mucho trabajar en grupo, cada uno hace un “pedazo”, luego hay dos o tres jugando mientras los demás hacen la tarea. Teníamos una calidad educativa que nos distinguía, tenemos que volver a eso.
Tópicos para trabajar
Caballero no es la única que defiende las pruebas PISA. Según Martin Gripenberg, Inspector Emérito y Secretario Suecohablante de Escuelas de Finlandia, la evaluación “muestra una vez más el buen resultado referido al rendimiento escolar en Finlandia; entre sus variadas estructuras organizativas y directivas puede discurrirse la existencia de un consenso sobre la política educativa común que refleja las directrices a considerar en el desarrollo del currículo”.
Ello permite suponer que, posiblemente, la solución argentina —o parte de ella— radique en el espíritu de la educación finlandesa. Según los especialistas en educación de ese país, la base del éxito de Finlandia en la prueba PISA se puede concentrar en nueve puntos:
1. Oportunidades iguales: el sistema educativo de Finlandia ofrece iguales oportunidades a todos independientes de su residencia, sexo, situación económica, ambiente cultural o lingüístico. La red de centros tiene una distribución regional amplia. No hay escuelas diferenciadas por sexos. La educación básica es gratis incluida la instrucción, el material escolar, el comedor escolar, el cuidado de salud y dental, el desplazamiento, la educación especial y la recuperación de los aprendizajes no adquiridos.
2. Exhaustividad de la educación: la educación básica abarca nueve años, entre 7 y 16 años. Los centros no eligen sus alumnos, pero todos los alumnos pueden elegir un centro en su distrito escolar. Los alumnos no se canalizan a centros diferentes ni se separan según su capacidad.
3. Profesores competentes: todos los profesores tienen alta calificación y tienen una elevada dedicación. Para ser profesor se necesita tanto formación académica a nivel de master o similar, como formación pedagógica que incluya prácticum. La profesión de profesor es muy reconocida en Finlandia y por eso las universidades pueden elegir los estudiantes con más motivación y talento. Los profesores tienen gran independencia en su trabajo.
4. La orientación escolar y la educación de los estudiantes con necesidades específicas de apoyo educativo: hay muchos recursos para el aprendizaje individual y la integración de los estudiantes. El currículo incluye líneas alternativas para conseguir este objetivo. La educación especial está integrada en la enseñanza ordinaria todo lo posible. Los orientadores escolares ayudan a los estudiantes adolescentes en métodos de estudio y en la elección de la educación en el segundo nivel.
5. Evaluación: la evaluación de los rendimientos del aprendizaje de centros y de estudiantes está incentivada y recibe apoyo. El objetivo es producir información que ayudará a los centros y a los alumnos a desarrollarse. En el primer nivel no hay pruebas nacionales del aprendizaje de los alumnos, clasificación de los centros ni sistema de inspección.
6. La importancia de la educación en la sociedad: la sociedad finlandesa valora muy positivamente la educación y la población tiene un nivel de educación elevada en relación con estándares internacionales. Un 75 % de los finlandeses en edad 25-64 años tiene por lo menos diploma de educación básica y un 33 % tiene un diploma académico superior, que es el mayor porcentaje de la Unión Europea. El consenso sobre la política de la educación es muy claro.
El sistema educativo es flexible y la administración educativa establece normas generales y ofrece apoyo para su desarrollo. El control central se establece a través de las finalidades de las leyes y regulaciones a través del establecimiento de un currículo. Los municipios tienen la responsabilidad de organizar la educación básica y concretar las intenciones en el currículo. Los centros y los profesores tienen mucha independencia en el desarrollo educativo y en el contenido de la educación.
8. Cooperación entre todos los niveles: se busca la interacción y la construcción de redes en todos los niveles de la administración, entre centros y entre otros actores sociales y los centros. Las autoridades educativas trabajan en cooperación con las organizaciones de profesores, colegios profesionales y con la dirección de los centros. Esto ha proporcionado ayudas muy elevadas para actividades de desarrollo.
9. Una concepción de aprendizaje activo y orientado a los estudiantes: la organización del trabajo de los centros y la educación se basa en una concepción de aprendizaje que está enfocado en las actividades de los alumnos y la interacción con los profesores, con otros alumnos y con el ambiente de aprendizaje.
Estos puntos podrían ser la luz de esperanza que necesita la educación vernácula. Tal vez no, pero nada se pierde intentando ponerlos en práctica.
¿O acaso todo lo demás no ha fracasado ya?