El narcotráfico avanza en el país, sin prisa pero sin pausa, provocando ciertos resquemores ciudadanos e incertidumbre social.
En ese contexto, la mayoría de los medios no aciertan en el análisis del fenómeno en su entera dimensión. Apenas si lo tratan cual si fuera un "reality show", donde los propios sospechados y sus familiares aparecen opinando por doquier.
La realidad, como siempre, pasa por otro lado. Hace unos días, diario La Nación publicó un inquietante artículo firmado por Juan Gabriel Tokatlián titulado “La Argentina y las etapas del narcotráfico”, revelador por el momento en el que fue dado a conocer, justo cuando dos de los principales funcionarios del gobierno —Jorge Capitanich y Sergio Berni— aseguran que en el país no se producen drogas.
Allí, el autor habla sobre tres estadios definidos del tráfico de estupefacientes sobre la base de un influyente trabajo de los especialistas Edwin H. Stier y Peter R. Richards del año 1987.
La fase inicial es definida por los autores como "predatoria", donde el territorio y su control son fundamentales. “Ello obedece a varias razones: deben manejar uno o varios bienes ilícitos en un espacio físico seguro; deben afianzar las rutas para el transporte de dichos bienes; deben tener acceso a mercados para realizar sus productos, y deben proveerse de ámbitos de protección personal. El territorio dominado es esencial para defender el negocio ilegal; eliminar competidores; obtener influencia sociopolítica, y garantizar la supervivencia física”, dice el documento.
Esta forma de violencia no pareciera interesarles mucho ni al Estado ni a la sociedad y prevalece la lógica de "que se maten entre ellos".
Por otra parte, según el paper referido, está la cooptación forzada, la amenaza sugerente o la ejecución directa de algunos actores que, a nivel municipal o provincial, tienen cierto poder: intendentes, jueces, policías, entre otros.
Lo antedicho muestra a las claras el debilitamiento del Estado, aunque aún quedan cosas por hacer: robustecer la justicia, la inteligencia y la policía resulta imperativo.
La segunda etapa descripta por Stier y Richards es la "parasitaria". A esa altura, la influencia política y económica de la criminalidad aumenta notoriamente. “Esta fase no sólo muestra la mayor inserción del crimen organizado, sino también tres dinámicas preocupantes: su legitimación, proliferación y democratización", según los autores.
En este estadio, existe un creciente nivel de aceptación y reconocimiento de dicha criminalidad por parte de la sociedad. En el caso puntual del narcotráfico, sus dineros son aceptados por amplias franjas sociales, sus modos de vida fastuosos no son cuestionados y su visibilidad en ámbitos típicos de las elites no despierta rechazo.
El estadio final, el tercero, es el "simbiótico", donde se manifiesta el afianzamiento de la criminalidad y el sistema político y económico se vuelve tan dependiente del "parásito" -esto es, del crimen organizado- como éste de la estructura establecida.
“La frontera entre lo lícito y lo ilícito, entre lo legítimo y lo ilegítimo se torna opaca y el Estado de Derecho mismo se diluye”, dicen Stier y Richards.
Según los autores, llegada a esta última fase es poco probable que se produzca una reversión completa e inmediata mediante un “inesperado conjunto virtuoso de políticas públicas”.
Resumiendo, en el estadio "predatorio" hay pandillas e incipientes grupos criminales de tipo empresarial. En el estadio "parasitario" hay modalidades diversas de crimen organizado cada vez más entrelazado internacionalmente. En el estadio "simbiótico" despunta una clase social consolidada que tuvo su soporte original en los negocios ilícitos, pero que ya tiene nexos profundos y decisivos con la economía legal y el sistema político.
Luego de lo descripto, cabe preguntarse: ¿En qué estado se encuentra la Argentina?
Según Claudio Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, nuestro país se encuentra en la segunda etapa, la “parasitaria”, donde los dineros del narcotráfico son aceptados por amplias franjas sociales.
“Hace un par de años atrás, un periodista mexicano informaba que el Joaquín ‘Chapo’ Guzmán Loera —jefe del cartel de Sinaloa— era el que había soportado la campaña a presidente de Cristina Kirchner. Eso te dice todo”.
-Incluso “El Chapo” estuvo en Buenos Aires.
-Sí, claro. Es más, el 11 de marzo de 2011 él y su familia salió de Buenos Aires a México.
-Eso significa…
-Significa que el narcotráfico tiene un lazo muy fuerte con el poder. Si a esto le adjudicamos un secretario de Seguridad —Sergio Berni— que cita como su líder a Pablo Escobar, todo va cerrando. Más aún cuando dice que la liberalización y producción de drogas es lo que hace falta en el país.
-Sin embargo, Berni dice que el gobierno está combatiendo el tráfico de estupefacientes.
-En este momento están combatiendo la consecuencia del narcotráfico. Lo que combaten es a los mandos medios, algunos “gerentes”, pero no tocan al proveedor que es con quien tienen el negocio.
Ello explica por qué no esta radarizado el país aunque tenemos una fábrica de radares 3D en Bariloche. Y explica por qué hay 1.500 pistas clandestinas en todo el país.
Izaguirre no es optimista respecto a cómo el Gobierno maneja la lucha contra el narcotráfico, y a sus palabras se suma las del ex titular de la Sedronar, José Granero: “En la lucha contra el narcotráfico se han hecho incautaciones que en algunos casos se han superado respecto a años anteriores, pero muchas veces, vamos detrás de los acontecimientos, nunca terminamos de cerrarles el negocio a quienes medran con eso”.
Algo similar opina Eduardo Kalina, especialista en drogas y adicciones: "La Argentina es un país donde no se toman en serio las cosas, y mucho menos las drogas (...) Con la política actual se ha difundido la droga y no se ha perseguido nunca al narcotráfico, además de quitarle respaldo a organismos nacionales como el Sedronar".
Volviendo al informe de Stier y Richards, allí se sostiene que “si no se aborda en la etapa correspondiente un conjunto de políticas y prácticas para frenar el crimen organizado, la siguiente fase avanzará”.
Tal vez sea un buen momento para que el kirchnerismo desempolvara este viejo documento y le pegara una rápida leída.