En 2012, cuando decidí empezar a escribir mi libro sobre Susana Trimarco, muchos me preguntaron por qué lo hacía. Otros directamente me desestimularon a hacerlo: “Es políticamente incorrecto por más que la trama sea real”, me decían.
Yo había leído sobre la desaparición de Marita Verón, había creído en todo lo que había dicho su madre, y estaba molesto por lo que esta denunciaba. ¿Cómo podía haber una mafia semejante, que actuara con tal impunidad?
Me bastó hablar con una docena de fuentes y ver el expediente judicial para descubrir que era todo una burda mentira, pergeñada para depredar fondos del Estado (nótese que, solo en 2015, Trimarco recibió más de 23 millones de pesos por parte de Cristina Kirchner).
Los acusados, una banda de perejiles —que merecen estar presos pero no por este caso—, fueron absueltos en diciembre de 2012 y encarcelados nuevamente por la presión de Trimarco/CFK. Sin fundamentos concretos ni evidencia alguna.
Es una historia que merecía ser contada, por más que muchos puteen, porque es una radiografía de la Argentina, un espejo de cómo cualquiera de nosotros puede terminar preso por el capricho de alguien en particular, sin pruebas.
Mi libro prueba que Trimarco es una mentirosa patológica, que se la pasa acusando a diestra y siniestra sin probar jamás lo que dice. Nadie le pide explicaciones por ello.
Cuando fueron sobreseídos los “perejiles” —como se dijo, en 2012—, la madre de Marita aseguró muy suelta de cuerpo que a los jueces les habían pagado 6 millones de dólares por esa sentencia. ¿Por qué no lo dijo antes del fallo, mientras duró el juicio? Peor aún: ¿Por qué no lo ratificó ante la justicia cuando fue llamada a declarar al respecto?
Para escribir este libro tengo la seguridad de haber escuchado todas las campañas y de haber sido el único periodista que leyó el expediente —donde surgen muchas de las mentiras y contradicciones de Trimarco—.
Muy pocos le creen a la madre de Marita en Tucumán, porque la mayoría sabe la verdad. Pero temen decirlo en voz alta, ya que la mujer tiene buenos contactos en la política.
Uno de los pocos que se animó a darme su testimonio “on the récord” fue Julio César Ruiz, titular de la Fundación Adoptar de Tucumán. Es un hombre valiente, que trabaja sin subsidios del Estado y hace mucho más cosas que Trimarco. Eso sí, lo hace en silencio.
A él le dedico este libro, porque es un gran tipo, honesto y corajudo, que debió tolerar la injuria de los “Trimarco boys” luego de que yo hiciera público su testimonio.
Valgan estas líneas para Julio y para todos los interesados por la verdad. Sepan que este obra es una investigación honesta e independiente, como todo lo que he hecho en mi vida a nivel periodístico.
Finalmente, si acaso quisieran colaborar con este cronista, pueden comprar la obra acá.