Le costó, pero lo entendió. Alberto Fernández quiso sacar “los pies del plato” y rápidamente le recordaron que la persona a cargo del Poder Ejecutivo no es él, sino Cristina.
¿Quién se lo rememoró? El núcleo más duro del kirchnerismo: Mario Ishii, Hebe de Bonafini, Víctor Hugo Morales, Luis D’Elía y otros.
Finalmente, fue la propia vicepresidenta la que puso “los puntos sobre las íes” al recomendar la lectura de un artículo periodístico que golpeaba duramente la figura del jefe de Estado. Ergo, la que estuvo detrás de todas y cada una de las advertencias fue la propia Cristina.
En ese contexto, los principales personeros de Alberto le recomendaron que rompiera con su compañera de fórmula y se refugiara en los pocos referentes que lo “bancan”. Aparecen allí un grupo de sindicalistas y puntuales intendentes bonaerenses y gobernadores peronistas.
Fueron los que financiaron la misteriosa pegatina de afiches con la frase “Fuerza Alberto” en CABA y estratégicos partidos de la provincia de Buenos Aires. El principal encargado del operativo fue un conocido gremialista portero —perdón, porteño—, dueño de varios medios K.
En realidad, el primero que le sugirió a Alberto que se despegara de Cristina fue Eduardo Duhalde. “Te la tenes que sacar de encima”, le dijo el expresidente interino al mandatario a principios de este mismo mes.
Es curioso, porque los que le sugieren al jefe de Estado que rompa con su vicepresidenta refieren a lo ocurrido en 2003, cuando el propio Duhalde hizo lo propio con Néstor Kirchner, aquel a quien él mismo ungió.
El despegue formal llegó en 2005, cuando se dieron las elecciones legislativas. Allí, el marido de Cristina logró superar el “complejo de inferioridad” que le había propinado el hecho de lograr solo el 22% de los votos dos años antes. A partir de entonces logró construir poder propio y permanecer en la “cresta de la ola” hasta su fallecimiento, en 2010.
Ahora mismo, los que aconsejan a Alberto a romper con su vicepresidenta también le sugieren que proyecte su imagen de cara a 2021, cuando se sustancien las legislativas.
En ese marco, le han acercado una encuesta llevada adelante por la consultora Giacobbe & Asociados, que muestra cómo ha caído su imagen en las últimas semanas.
El jefe de Estado ostenta hoy un 42,8% de imagen positiva contra 39,3% de negativa. Nada desdeñable. Sin embargo, el 20 de marzo, esos guarismos estaban en 67,8% y 13%, respectivamente, lo que muestra una caída de 25 puntos.
Los “soldados” de Alberto —donde despuntan Felipe Solá, Santiago Cafiero y Gustavo Béliz— están seguros de dos cosas: primero, que la imagen presidencial puede seguir cayendo aún más. Segundo, que la ruptura con Cristina le sumaría votos, incluso de simpatizantes de la oposición.
El problema es lo que vendría luego de la ruptura, ya que la chequera —no solo la lapicera— está en poder de la expresidenta, en un contexto económico más que adverso para Alberto.
A su vez, el kirchnerismo está en condiciones de hacer elocuente daño al mandatario en caso de ser necesario. ¿Es casual la movida que se está armando ahora mismo en José C. Paz donde pequeños grupos focalizados pergeñan saqueos a supermercados de cara a fin de mes?
Como sea, la pelea entre “halcones” y “palomas”, de la cual viene hablando Tribuna de Periodistas hace varias semanas, bajará sus decibeles en los próximos días. No porque haya “armisticio” alguno, sino porque seguirá por otras vías. Un poco más diplomáticas.
Lo que viene
La negociación con los acreedores externos aún es impredecible. Por momentos parece transitar el camino del éxito; por momentos, parece que todo fracasará.
No obstante, resulte como resulte, el gobierno tiene decidido reemplazar a Martín Guzmán en la cartera de Economía cuando todo finalice. En ese mismo momento dará a conocer la novedad que ya ha anticipado este porta: el nuevo secretario de Energía será Aníbal Fernández.
En realidad, se trata de una excusa para darle vuelo al hoy interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio, quien, como anticipó TDP hace una semana, ya empezó a mostrarse por diversos canales de televisión y programas de radio, con su usual verborragia a favor de Cristina.
Aníbal hará lo que Alberto no se atreve: defender a capa y espada a la vicepresidenta ante los cuestionamientos que viene sufriendo por su intento de derribar los juicios que la tienen en el banquillo y por su embestida contra el periodismo crítico.
Con él llegaran los añejos vicios que suelen acompañarlo. Tramas relacionadas al crimen organizado y el narcotráfico. Se trata de “temas tabú”, por los cuales Aníbal ha denunciado judicialmente a este periodista, en 2005 y 2009, solo por atreverse a dar a conocer los detalles de esos “negocios”. Ambos litigios fueron victoriosos para quien escribe estas líneas.
Ahora, será el regreso de todo ello. Porque, como dijo Karl Marx, “la historia se repite dos veces, la primera en forma de tragedia y la segunda en forma de farsa”.
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