Es una gran noticia, sobre todo para los que vienen abogando desde hace años y años por la eliminación de los avisos clasificados que hacen propaganda a la tan denostada prostitución. Es que Cristina Kirchner decretó ayer mismo la eliminación de la oferta sexual a través de los medios.
En realidad, es una medida que venían pidiendo diversas ONGs relacionadas al combate de la explotación sexual desde hace casi una década, frente al total desinterés oficial. Esto lleva a preguntarse, ¿por qué demoró tanto la mandataria en tomar esa decisión? Peor aún, ¿qué tan efectivo podría ser que se suprimieran los clasificados de oferta sexual a la hora de combatir la trata de personas?
A ese respecto hay que mencionar que la prostitución hoy en día no gravita tanto en los medios de papel, sino más bien a través de la inmanejable Internet. En sentido similar, debe destacarse que la mera prohibición de la oferta no ataca el problema de raíz, vinculado a puntuales mafias —nunca exentas de vínculos con fuerzas de seguridad vernáculas— que son las que en realidad dominan ese mercado.
Mientras no se ponga el foco sobre esta cuestión, poco se podrá hacer a través de la letra muerta de un decreto. La voluntad oficial debería mostrarse a través de hechos más concretos como la medición estadística y los seguimientos de casos puntuales, como dicta cualquier manual ad hoc.
Sin embargo, ello no ocurre: la Argentina, no solo no cuenta con información precisa, sino que el informe anual del Departamento de Estado norteamericano de 2011, que clasifica a los países según su situación ante la trata de personas, colocó al nuestro en el nivel 2 y en la “lista de observación” por tercer año consecutivo. Esto significa, en buen romance, que ese delito creció y no se han realizado los esfuerzos institucionales necesarios para mejorar su combate.
¿Golpe a Clarín?
El discurso a través del cual Cristina Kirchner refrendó el decreto que prohíbe los avisos de oferta sexual, podría llegar a revelar la verdadera motivación de esa medida.
"En nueve meses pasé de ser un títere de doble comando a deprimida crónica y ahora, en los últimos tiempos, autoritaria rebanadora de cabezas de utópicos candidatos... Y todo en el curso de nueve meses", dijo la Presidenta en obvia alusión a la información que los medios críticos a su gestión vienen publicando.
El metamensaje ha sido en realidad para Clarín, diario que viene arengando acerca del avance de Cristina sobre las listas de candidatos de las diferentes provincias argentinas y que suele amplificar —y exagerar— los cambios emocionales de la mandataria.
Ergo, el golpe ha sido contra ese medio. En tal sentido, pocos saben que los ingresos generados por el rubro 59 le reportan a Clarín el mismo monto que la publicidad oficial, cifra que ascendió en 2010 a la friolera de 12,9 millones de pesos.
A esta altura, se insiste en un concepto fundamental: si se quiere combatir de veras la trata de personas, debería ponerse el foco sobre una batería integral de medidas que incluyeran incluso la cooperación entre provincias, algo que hoy no ocurre.
Concluyendo
Hay que reconocer que el anuncio de Cristina no es inadecuado —Clarín ha abusado del rubro 59 durante años, llegando a límites absurdos—, pero sí es extemporáneo e incompleto, en la medida que no ataca también la oferta sexual en la web.
Por otro lado, el decreto oficial es demasiado parecido a un proyecto de ley elaborado oportunamente por la diputada nacional Fernanda Gil Lozano de Coalición Cívica, que contempla también la prohibición de la oferta de sexo “en medios de comunicación tanto gráficos como audiovisuales y de soporte digital”.
Lo insólito del caso es que este último descansa en el Congreso Nacional desde hace más de un año sin que el oficialismo mostrara jamás gestos de voluntad para que avanzara su aprobación.
Esto último termina de demostrar que el anuncio de la Presidenta en realidad es solo otra medida efectista que busca seguir golpeando el corazón de los negocios más rentables del grupo Clarín.
No es poco.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1