La expectativa superó ampliamente al anuncio en sí. Cristina abusó una vez más de la “cadena nacional” para anunciar algo que ya había hecho público el pasado 25 de enero: la desclasificación del informe Rattenbach, un documento que fue publicado completo, a partir de 1983, en una docena de oportunidades.
¿Hubiera tenido la Presidenta la convocatoria que ostentó de haber anticipado ese hecho? El rostro de decepción de los referentes de la oposición responde claramente a esa pregunta.
Es cierto que la mandataria también anunció que denunciará ante
Sin embargo, no se trata de nada novedoso: por un lado, el señalamiento ante
Ello permite especular que el anuncio de la mandataria ha intentado tapar otras cuestiones de coyuntura que complican al discurso oficial, como la queja brasileña por las trabas a las importaciones, la misión del FMI que cuestionó —exigencia mediante— los índices del Indec y hasta la denuncia que pesa sobre su vice Amado Boudou sobre el uso de testaferros para controlar la ex firma Ciccone Calcográfica.
En la misma línea de presunción, cabe pensar que la creación de una comisión revisora del informe Rattenbach sea quizás un gesto intromisorio para armar una suerte de Nunca Más con aroma K.
Si así fuera, el oficialismo de turno insistiría en una escalada peligrosa que ya le ha costado seriedad al prólogo de la célebre obra de
No es poco.