“Es de buena fuente”. “Me lo pasó alguien de arriba”. “Esto me lo tiró un funcionario”. “Le llegó a un amigo mío de parte de alguien importante”. Esas frases, junto a muchas otras similares, me llegaron en los últimos días y refieren, como es obvio, a la desaparición de Santiago Maldonado.
Junto a esos mensajes aparecen hipótesis de lo más disparatadas, desde aquella que asegura que al artesano lo mataron los propios mapuches de RAM hasta la que asegura que el kirchnerismo lo tiene “guardado” hasta después de las elecciones.
¿Qué sustenta esas afirmaciones? Nada de nada, solo el supuesto comentario de una importante fuente de información que jamás es identificada, siquiera someramente. La clásica definición de leyenda urbana, ciertamente.
Lo que ocurre en estas horas es sorprendente, porque en lugar de primar la mesura, que permitiría avanzar en la búsqueda real de Maldonado, solo aparece ruido y más ruido, que complica las cosas.
Ello se ha visto magnificado hasta el infinito en las redes sociales, llevando a un estado de psicosis colectiva que no ayuda en nada. Realmente en nada en absoluto.
Escribo estas líneas en la esperanza de que no me envíen más datos de ese tenor, que no solo no tienen asidero, sino que además no tienen la más mínima lógica.
Pido cordura, solo eso. Parece complicado en estos tiempos, pero no es imposible. Gracias por entenderme.