Ayer nomás, en Tribuna de Periodistas se contó que el fiscal Gerardo Pollicita había pedido la indagatoria de cinco funcionarios de la TV Pública por los presuntos delitos de “administración infiel en perjuicio de la administración pública, abuso de autoridad y negociaciones incompatibles”.
Ello en el contexto del retiro de 11,4 millones de pesos en efectivo de una cuenta de Radio y Televisión Argentina (RTA) para gastos de la producción de una serie sobre el prócer Manuel Belgrano. Trama revelada allá lejos y hace tiempo por este portal.
Según el dictamen, al que tuvo acceso TDP, los imputados “excediéndose en sus funciones y abusando de la confianza que les había sido depositada en virtud de los cargos jerárquicos que ostentaban dentro de la estructura de la sociedad, dispusieron arbitrariamente de fondos del estado nacional en clara violación de los principios generales que rigen su accionar como funcionarios públicos”.
En tal contexto, está a punto de “caer” otro hombre nombrado en su momento por Rosario Lufrano. Se trata del gerente Administrativo de la TV Pública, Nicolás Martínez, hijo del rector de la Universidad Nacional de la Matanza, Daniel ídem, de quien este cronista reveló severas trapisondas en el año 2005.
La implicancia de este nuevo funcionario elevaría a 11 el número de directivos y gerentes de Radio y Televisión Argentina (RTA) complicados en el escándalo de marras.
Tal situación refuta las pretensiones de Lufrano y otros funcionarios K que insisten en decir que lo ocurrido con los bolsos es un hecho aislado de corrupción.
Por el contrario, todo se encamina a demostrar lo que dijo TDP desde un primer momento: que existía una metodología bien organizada para desviar dinero del Estado a los bolsillos de reputados referentes oficiales. Ergo, este caso sería solo uno más, que quedó al descubierto solo por el descuido de alguien que dejó la evidencia a la vista.
Dicho sea de paso, Carlos Asnaghi, aquel que oficiaba como suspicaz gerente “ad honorem” hace 15 días que no aparece por el canal público, luego de que se revelara que manejaba el millonario negocio de los derechos de trasmisión de los espectáculos deportivos allí.
El silencio sigue siendo una constante en la TV Pública. Pero las paredes hablan. Tal vez, más de lo que deberían.
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