La suerte de María Silvina Tirabassi al frente de la Dirección General de Aduanas, ya estaba decidida la mañana del viernes 23 de julio pasado. Néstor Kirchner tenía decidido su despido, luego de interminables pedidos a ese respecto por parte de Ricardo Echegaray, paradójicamente el mismo que había puesto a la funcionaria al frente de esa misma dependencia.

El titular de la AFIP siempre se quejó de lo mismo: la falta de apoyo por parte de Tirabassi a los negociados aduaneros y el sugestivo silencio de esta respecto a los escándalos que lo jaquean. “Es ella o yo”, le dijo en media docena de oportunidades al ex Presidente de la Nación, sin importarle quién escuchara sus improperios.

Por su parte, en sentido contrario, Tirabassi siempre hizo lobby para con Cristina Kirchner. Ese mismo viernes, por caso, cuando supo que Néstor tenía intenciones de echarla, la funcionaria cruzó Plaza de Mayo rumbo a Balcarce 50 a los efectos de pedirle a la mandataria que la dejara en el cargo y que lo volara a Echegaray de la función pública.

En el marco del tradicional té que cada tarde solían tomar ambas, Cristina le dijo escuetamente: "Lo siento Silvina, algo te voy a conseguir, pero por orden expresa de Néstor hay tres funcionarios que son inamovibles hasta el 2015: Echegaray, Guillermo Moreno y Julio de Vido". Dos testigos presenciales de ese diálogo, dieron oportuna fe de lo ocurrido y permitieron anticipar a Tribuna de Periodistas, antes que ningún otro medio, la eyección de la funcionaria.

A estas horas, lo que pocos saben es que la salida de Tirabassi causó gran malestar en la Embajada de los EE.UU, organismo que la premió oportunamente "por su sobresaliente labor en la promoción de los derechos de la mujer".

Independientemente de esto último, la ex titular aduanera se había transformado en una suerte de “confesora” de la embajadora Vilma Martínez, a quien solía escuchar en su despacho en sus incesantes quejas contra el Dpto. Narcotráfico de la Aduana, a cargo del Contador Diego Pérez Escobar.

¿Cómo era posible que, cada vez que se detectaba alguna sustancia ilegal, como cocaína o efedrina, a los funcionarios se les “olvidara” de dar el “alerta” pertinente?, se preguntaba la foránea diplomática una y otra vez, frente al indefectible silencio de Tirabassi.

Oportunamente, este periódico dio cuenta de las advertencias de Estados Unidos al gobierno de los Kirchner por ese mismo tema. Se trata de puntuales “alertas” por ingreso de cocaína y efedrina al país que nunca se notificaron a la embajada, la mayoría de los cuales ocurrieron a través de los puertos de Campana y de Buenos Aires, junto al aeropuerto de Ezeiza. Esos lugares hoy se han transformado en las principales puertas de salida de estupefacientes argentinos rumbo a Europa.

La designación de la abogada Andrea Laura Muñoz y María Siomara Ayeran, una al frente de la Aduana de Ezeiza y la otra como titular de la Aduana Nacional, no parecen casos aislados a la hora de entender el por qué de tanto descontrol oficial. Ambas mujeres se definen como ultrakirchneristas y se suman al extenso listado de funcionarios sospechados de facilitar el contrabando y el narcotráfico en la Argentina.

Esto prueba —una vez más— que el plan denunciado por este medio, que intenta desmantelar por completo los controles aduaneros, sigue más vigente que nunca.

Christian Sanz