El día del periodista siempre configura una buena excusa para hacer análisis referidos a la profesión en sí o para que muchos colegas hagan autobombo de su propio trabajo. Habrá, en tal sentido docenas de recordatorios del origen de esta fecha conmemorativa y otros tantos que hablarán desde inexistentes púlpitos respecto a cómo debe ser el trabajo del hombre de prensa.
Habrá también análisis “militantes”, muchos de los cuales ya se han hecho públicos a través de diversos medios oficialistas. Tal es el caso de la agencia oficial Télam, donde se muestra un concepto de lo que “debe ser” el periodismo: una suerte de activismo militante y marcadamente subjetivo.
En realidad, el verdadero trabajo de prensa es todo lo contrario a ello.
El periodista debe ser un hombre apasionado, pero lo más objetivo posible en torno a lo que analiza. De lo contrario, sesgará sus investigaciones respecto de sus propias simpatías y antipatías, algo que suena poco conducente —y nada atinado— por donde se lo mire.
Por caso, si un funcionario roba, no debería interesarle al hombre de prensa que se trate de alguien que milita en la izquierda o la derecha ideológica. El propio Código Penal no hace diferenciaciones en tal sentido: los delitos no son progresistas o conservadores, son delitos.
Sin embargo, la prensa muchas veces mide los hechos de acuerdo con la vara que le conviene al periodista. Si el que comete un delito es de una extracción ideológica que lo identifica, no lo denunciará. De lo contrario, la inclemencia mediática será aplicada con una prisma "hiperbólica".
El kirchnerismo ha llevado este concepto a niveles inimaginables, exigiendo al periodista inmolarse en nombre de un supuesto progresismo que, aunque fuera real, no merecería semejante entrega.
He discutido ad infinitum con colegas que me juran que debe denunciarse a Mauricio Macri por no arreglar los baches de la Ciudad de Buenos Aires pero que nada debe decirse sobre la evaporación de los millonarios fondos de Santa Cruz por parte de los Kirchner. “Hay que acompañar a este gobierno como parte de la revolución que estamos haciendo, no le hagás el juego a la derecha, olvidáte de ese hecho”, me dijo hace poco un periodista que supo trabajar en radio Continental y que hoy camina los pasillos de Radio Nacional.
Cuando el colega habló de “acompañar”, ¿no habrá querido decir “callar”? Cuando me pidió que no le haga el juego a la derecha, ¿no me pidió que fuera cómplice de un gravísimo delito?
Desde ya que hay que señalar los baches del macrismo, pero no puede taparse con un dedo un delito tan grave como la desaparición de más de mil millones de dólares de fondos públicos, los cuales, dicho sea de paso, los Kirchner jamás rindieron.
Jamás podrá achacarse a Tribuna de Periodistas parcialidad alguna a la hora de informar a sus lectores. Cuando hubo elementos para hacerlo, se denunció a referentes de la política de todos los arcos partidarios, izquierda, centro y derecha. Jamás se dejó de publicar nada contra nadie y de eso pueden dar fe todos los que colaboran con este sitio.
Se ha señalado a personas de la talla de Eduardo Duhalde, Macri, Francisco de Narváez, Ricardo Alfonsin, Elisa Carrió, Hermes Binner, etc. Se ha señalado incluso a personas que publicitaban en este mismo periódico, sin importar que luego continuaran o no auspiciando nuestro trabajo.
Así es y así deber ser el verdadero periodismo, aún cuando muchos no lo entiendan del todo, siquiera los colegas de otros medios.
Bienvenido sea este concepto para dar cuenta de una situación que se vivió hace unos días en torno a la elección de Javier González Fraga como acompañante de fórmula de Ricardo Alfonsín.
Cuando ello ocurrió, los medios no oficialistas se ocuparon de destacar el perfil “positivo” del economista y prefirieron callar ciertas cuestiones que opacaban su pasado, como los vínculos que supo tener con el narco saudita Gaith Pharaon o su paso por empresas del oscuro banquero Raúl Moneta.
En su enfrentamiento con el kirchnerismo, esos medios privilegiaron sus propios intereses por sobre los de la sociedad, obviando un precepto “de manual” del periodismo: la información no nos pertenece.
Al hacer esta omisión, esos medios se convirtieron en lo mismo que combaten y usaron las mismas herramientas que sabe utilizar el oficialismo, la parcialidad y la omisión.
No está de más recordar estos principios en un día tan caro para el hombre de prensa como lo es el 7 de junio, una fecha que debería ser de profunda introspección para el profesional de medios.
Finalmente, quisiera destacar en esta columna la valiente pelea que llevan adelante más de 600 periodistas mendocinos contra el intento de manoseo de un corrupto sindicalista llamado Roberto Picco, titular del sindicato de prensa de Mendoza, quien a espaldas de sus propios representados modificó un importante convenio (17/75) en detrimento de los trabajadores del rubro.
El trabajo de esos destacados colegas —que a pesar de desempeñarse en medios que compiten entre sí, se unieron en esta necesaria pelea— puede verse reflejado en una página de Facebook llamada “Periodistas en alerta”.
Con una envidiable sincronización y no pocas dosis de paciencia y coraje, han logrado ser escuchados por diversos sectores, incluida la legislatura mendocina.
Esta pelea podrá llegar a buen puerto, o no; podrá tirar abajo las modificaciones que Picco impuso —¿dinero mediante?— o no; poco importa ello. Es una pelea que ha sido ganada, más allá de sus resultados.
Hoy, esos sindicalistas y cuestionados empresarios de medios darían lo que fuera para volver atrás en su poco inteligente decisión de intentar imponer los cambios al convenio de prensa. Jamás pensaron que provocarían tanta solidaridad entre colegas que antes nunca se habían visto y que esa unión se extendería en el tiempo.
Insisto, no importa lo que ocurra a futuro. Difícilmente alguien quiera volver a intentar avasallar los derechos de los periodistas mendocinos a futuro.
En fin, se ha marcado un interesante precedente, pero sobre todo, se ha ayudado a que cientos de colegas confluyan en una inesperada y espontánea amistad que de otra manera nunca se hubiera dado.
A todos ellos, desde la admiración y el aprecio, les deseo un muy feliz día del periodista.