“Así son las cosas, amargas borrosas. Son fotos veladas de un tiempo mejor”. El mareo, Gustavo Cerati.
En las últimas horas, se conoció una supuesta "investigación especial" llevada a cabo por Debka file, un sitio de inteligencia militar con base en Jerusalén, que asegura que iraníes y fuentes del contraterrorismo "han descubierto que el fiscal argentino Natalio Alberto Nisman, de 51 años, fue asesinado el 18 de enero por un agente iraní, que se había ganado su confianza haciéndose pasar por un desertor y que utilizaba el nombre de Abbas Haqiqat-Ju".
Según el mismo portal, “dos ministros de inteligencia iraníes, el influyente Mahmoud Alavi y su predecesor Hojjat-ol-Eslam Heydar Moslehi, se rompieron su cerebro durante nueve años buscando una manera de silenciar al fiscal judío".
A su vez, Debka sostiene que ambos trabajaron "codo a codo con funcionarios de agencias de inteligencia del gobierno argentino" y explica que en Irán los espías reciben órdenes directas del líder supremo, el Ayatollah Alí Khamenei.
¿Es así? ¿Es como dice este portal, siempre proclive a las operaciones de prensa de desinformación?
En principio, debe decirse que la supuesta investigación carece de evidencia que respalde sus dichos. Luego, debe descartarse que haya fuentes iraníes detrás del hallazgo (en unas horas, es probable que llegue la obvia desmentida).
Lo que publica Debka es similar a los partes de desinformación que supieron publicar durante años sitios vinculados a la inteligencia norteamericana e israelí para instalar la pista iraní en el caso AMIA, descartando de plano la pista siria, sobre la cual abunda la evidencia fáctica.
Prosigue Debka: “Nisman tenía todo para poner nervioso a Teherán. Era honesto y valiente, perseguidor de la verdad”.
El dato es falso y fue refutado por el colega Santiago O’Donnell en su irrefutable libro Argenleaks. “Nisman le adelantaba los dictámenes a la Embajada de Estados Unidos y le llevaba borradores para que se los corrijan”, asegura el colega. ¿Dónde está acaso la honestidad de un fiscal que se dejaba influenciar por operadores foráneos?
Nisman no solo se dejó manejar por la CIA y el Mossad, sino también por la Secretaría de Inteligencia local, y abandonó a pedido de todos ellos la pista que conducía a la verdad del atentado ocurrido el 18 de julio de 1994.
Dice Debka: "Por 10 millones, Carlos Saúl Menem (presidente argentino entre 1989 y 1999) y sus compinches accedieron a cerrar la investigación dos los dos ataques terroristas".
Casualmente, o no, esa fue otra de las tantas operaciones periféricas que se dieron en torno a los atentados a la AMIA y la embajada de Israel. El propio “Testigo C”, que había hecho semejante afirmación, luego se desdijo y admitió que el ex presidente jamás cobró nada.
Lo que sigue directamente es digno de una novela de ficción de Roberto Ludlum: “Los reportes que el sitio israelí recibió desde Buenos Aires señalan que, en un primer momento, la presidente Kirchner temía que una abrupta muerte de Nisman la pondría bajo una sospecha tal que el costaría su puesto. Pero que luego Teherán le aseguró a través de canales privados de comunicación que se realizaría de manera limpia y que no dejarían la menor huella".
Esto significa que Cristina Kirchner sabía que Nisman iba a ser asesinado de antemano y, a pesar de ello, tardó más de ocho horas en enviar a Sergio Berni a “limpiar” el lugar del crimen. ¿Le servía al kirchnerismo que muriera el fiscal sabiendo que todas las miradas se iban a dirigir hacia la propia presidenta de manera automática?
Según Debka, un iraní contactó al fiscal Nisman para pedirle un encuentro secreto y se presentó como un ex alto oficial de la inteligencia de Irán, “que había desertado, volado a Dinamarca y que esperaba trasladarse a Buenos Aires con valiosos documentos sobre el ataque a la mutual judía".
El mismo sitio web asegura que el desertor “se identificó como Abbas Haqiqat-Ju y le entregó a Nisman documentos genuinos que contenían evidencia de la participación de Irán”. ¿Es posible que el fiscal especial del caso AMIA no le hubiera comunicado esta novedad a sus contactos de la embajada de Estados Unidos e Israel? ¿Cuánto hubieran demorado uno y otro en detectar que el supuesto informante era un infiltrado?
Por si fuera poco, debe decirse que el propio Nisman admitió a este cronista que no tenía ninguna prueba en sus manos que involucrara a Irán, que toda la evidencia reposaba en ficheros de la CIA y el Mossad que él jamás había visto pero que confiaba que existían.
Para Debka, el asesino de Nisman “debía identificarse con tres golpes en la puerta; Nisman no debía hacer esperar al iraní y dejarlo entrar de inmediato. Antes de preparar la escena del asesinato, Haqiqat-Ju rentó un apartamento contiguo".
¿Cómo sabe ese portal lo de los tres golpes? ¿Por qué no hay fuente alguna en la nota a ese respecto? Por otro lado, ¿hace falta aclarar que el departamento contiguo era alquilado por un ciudadano de origen chino?
Basta mirar someramente Debka para darse cuenta qué intereses defiende. A su vez, abundan las páginas web que aseguran que detrás de ese portal se encuentran personeros del Mossad, el servicio secreto israelí.
Eso está claro y no es novedoso. Lo que sí es insólito es el hecho de que grandes medios argentinos se hagan eco de las novelas que allí se publican, como esta última.
Es otra postal más de cómo el periodismo local se encuentra en crisis. Ya ocurrió esta semana con el poco creíble testimonio de la testigo Natalia Fernández. A pesar de las cosas inverosímiles que dijo, los grandes medios le dieron una credibilidad que no poseía.
Finalmente, sus falacias tardaron un día en caer como castillo de naipes.
El caso AMIA es otro ejemplo de cómo el periodismo se dejó envolver por historia fantasiosas que pergeñaron agencias de espionaje extrajeras.
Mientras estas cosas ocurren, la prensa se aleja de su principal función: informar con honestidad y, dentro de lo posible, con objetividad.
¿La sociedad? Bien, gracias.