Este miércoles, Alberto Fernández anunció que la "producción Latinoamericana" de la vacuna contra el coronavirus "va a estar a cargo de Argentina y de México", lo que va a permitir a la Argentina acceder "entre 6 y 12 meses antes a la vacuna".
"El laboratorio AstraZeneca ha firmado un acuerdo con la Fundación Slim para producir entre 150 y 250 millones de vacunas destinadas a toda Latinoamérica, con excepción de Brasil. Que van a estar disponibles para el primer semestre del año 2021", resaltó Fernández.
Se trata de una firma que, tal cual publicó Tribuna de Periodistas, cuenta con un historial de despidos y sobornos.
Pero no es todo: mAbxience, el laboratorio que producirá la vacuna, pertenece a Hugo Sigman, el oscuro lobysta que supo aportar una millonada de dinero a la campaña de Alberto y Cristina. Ahora mismo se entiende por qué.
Más aún, este cronista anticipó en febrero de este año que se venían puntuales negociados que lo beneficiarían. Lo hizo a través de una nota titulada “Alberto Fernández, Manzur y el regreso de la mafia de los remedios”.
Una digresión aparte: Sigman suele aportar a los principales partidos políticos, no solo al kirchnerismo.
Su figura es todo un acertijo y refiere siempre a las peores prácticas empresarias, siempre reñidas con la ética y la moral, de lo cual nadie jamás hablará, porque el empresario es un gran "aportante" dinerario de periodistas.
Y a aquellos que no puede comprar los apretará a través de sus abogados, como ocurrió con quien escribe estas líneas.
Socio y amigo de todos
Sigman es todo un enigma, puede tomar subsidios del Conicet o de la Unión Europea, del Municipio de Escobar o del gobierno de España, ser socio de Juan Manzur, Ginés González García, Fidel Castro o el gobierno chino. Como si fuera todo lo mismo.
Durante la dictadura de los 70, estuvo exiliado en España y allí tomó contacto con la China de Mao e importó drogas con las que producían medicamentos en la península ibérica, con el fuerte apoyo de Santiago Carrillo, histórico líder del Partido Comunista español al cual el argentino le aportó grandes fortunas de sus prominentes negocios con Rusia, Cuba y China.
Con Carlos Menem le llegó la “bendición” de la ley de patentes, que hizo millonarios a puntuales laboratorios argentinos en detrimento de las firmas extranjeras. Hay que recordar que el ex presidente de la UIA, Claudio Sebastiani, confesó que se pagó una coima de 20 millones de dólares para que esa polémica norma se sancionara.
No es menor el hecho de que Sigman está casado con Luisa Gold, hija del “negro” Gold, uno de los financistas del partido comunista argentino y poderoso empresario de laboratorios nacionales que copian patentes logradas con la investigación de los grandes laboratorios extranjeros.
Los Sigman-Gold, junto con las familias Sielecki, Rhommers y Bagó, edificaron una poderosa industria local a la que los laboratorios extranjeros jamás pudieron cobrarles “royalties”.
A principios de los 90, los Estados Unidos exigieron una ley de patentes que respetara los derechos de las investigaciones de los laboratorios americanos. Pero en la Argentina chocaron contra la denominada "industria", es decir, los grandes laboratorios nacionales como Bagó y Roemmers, entonces nucleados en la cámara CILFA.
Ahora mismo, son los beneficiarios, junto a Sigman, del millonario plan Remediar, el monopolio de la vacuna contra la aftosa y del plan para producir la vacuna contra la Gripe A, a través de un convenio entre Elea y Novartis anunciado por Cristina Kirchner.
Mucho más podría contarse, pero basta lo relatado para tener un “pantallazo” de lo que representa este “empresario”, a quien le cabe con todas las letras la definición de Alfredo Yabrán: “El poder es tener impunidad. Ser poderoso es ser un impune, un hombre al que no le llega nada (...) Para mí, un poderoso es el que consigue o tiene la posibilidad de conseguir una ventaja”.
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