Tal cual se viene mencionando en este medio, los Fernández no volvieron mejores. Era obvio, desde el comienzo, sobre todo teniendo en cuenta que desde la hora 0 comenzaron a “advertir” a los periodistas y magistrados.
La mitad de la población empadronada no quiso o no supo escuchar. Era entendible, luego del caos económico en el cual el Gobierno de Mauricio Macri sumergió a la población, muchos creyeron en la palabra del entonces precandidato y candidato presidencial Alberto Fernández.
Sin embargo no cumplió. Cuando dijo que si querían un Gobierno que ajuste que votaran a Macri, que por entonces buscaba la reelección, y no a él, se entusiasmó, pero la partida la jugó mal.
Nuevos impuestos, el Riesgo País que llegó a superar los 4 mil Puntos Básicos, inflación galopante, pobreza en ascenso y los precios… siguen por las nubes y acrecentándose.
No obstante, respecto a volver “mejores”, resulta que ya es bastante absurdo plantear tal cuestión. Es el sincericidio de reconocer que durante los 12 años y medio que reinó el kirchnerismo fueron un mal Gobierno.
Pero se insiste, no volvieron mejores. Regresaron a terminar el trabajo sucio, a continuar con las viejas prácticas del enriquecimiento ilícito en detrimento del Estado y, por tanto, del contribuyente.
Compras con sobreprecios por parte del Ministerio de Desarrollo Social de Daniel Arroyo, el PAMI de Luana Volnovich y la Dirección Nacional de Vialidad de Gustavo Arrieta.
También comenzó un terrible negociado con las vacunas, tal cual publicó Tribuna de Periodistas el 25 de febrero próximo pasado.
Persecución y despidos masivos en áreas como el PAMI, Yacimiento Carbonífero Rio Turbio, la Agencia Federal de Inteligencia, y otros organismos estatales. Ello, mientras Alberto mira a los empresarios y los trata de miserables por despedir trabajadores. La vieja práctica del “haz lo que yo digo pero no lo que hago”.
No es algo que sorprenda. El gesto de la vicepresidenta Cristina Fernández yendo a buscar a su hija Florencia a Cuba en medio de la cuarentena, es un síntoma de la idiosincrasia que por estos años manejará la Casa Rosada.
Pero no es el único caso. Es necesario recordar que Alberto Fernández ayudó al otrora presidente Eduardo Duhalde a Violar la cuarentena, e incluso lo reconoció. También ayuda a un enigmático amigo a no tomar los recaudos que el aislamiento social preventivo y obligatorio solicita.
Pero no es todo. También se sucedieron ciertas designaciones polémicas: la de Aníbal Fernández al Frente de YCRT, la de Alejandro Vanoli al frente de la ANSES, incluso la propia designación de Daniel Arroyo al frente de Desarrollo Social y su chivo expiatorio Gonzalo Calvo, entre tantas otras.
No olvidar el nepotismo, como la designación del médico de cabecera de Alberto Fernández, la hermana de Gabriela Cerruti o la hija de la masajista de Cristina Fernández.
En fin, con cuestiones como las aquí mencionadas, en el corto plazo de la actual conducción gubernamental, se puede redactar un libro completo. Sólo llevando en el poder 4 meses.
Era obvio, este autodenominado Gobierno de científicos volvió para mejorar los viejos mecanismos de la corrupción ya vastamente conocida.