Aunque así lo parezca, es mucho más que un trascendido. En su momento, un amigo que vive en Miami —ex diputado menemista él— me lo confesó con gran dolor: “Christian, vengo haciendo negocios en varios países sin mayor problemas, pero en Venezuela me piden una coima imposible de pagar”.
La anécdota ocurrió a principios de 2007, cuando las huestes kirchneristas preparaban todos los cañones para posicionar la figura de Cristina Fernández para las elecciones de ese mismo año. Lo hicieron bien, dicho sea de paso, ya que finalmente la esposa de Néstor Kirchner venció a todos los rivales que enfrentó y se consagró como Presidenta de los argentinos.
A fines de ese mismo año, lo escucharé nuevamente, esta vez por parte de un conocido –el más conocido- empresario metalúrgico: “No da para más, estos tipos se la quieren llevar toda. Hasta ahora te dejaban al menos un resto para que se justifique la cometa, pero ahora se volvieron locos. Después de que ganó Cristina, se volvieron completamente locos”.
El casual interlocutor se refería a jugosos negocios que, como muchos otros empresarios, venía haciendo desde el año 2000 con Venezuela y que, a partir de la irrupción del kirchnerismo al poder, comenzaron a tener adosada una coima “natural” tarifada de casi el 30%.
Las palabras de ambos hombres de negocios cobran enorme relevancia en las últimas horas, luego de la “confesión” judicial que hiciera el ex embajador argentino en Venezuela, Eduardo Sadous, respecto a que ciertos empresarios que querían hacer negocios con el país caribeño, debían pagar entre un 15 y un 20% de coimas a funcionarios del Ministerio de Planificación.
A pesar del asombro social y periodístico, la misma versión corre por los pasillos periodísticos al menos desde el año 2003. Sólo basta observar cómo cambió el mapa de empresarios que negociaban con Venezuela a partir de ese mismo año, para darse cuenta de que algo raro ha acontecido.
Otro síntoma de extrañeza tiene que ver con que, a partir de la asunción del kirchnerismo al poder, se designó como único “negociador” para intermediar entre Buenos Aires y Caracas, a Claudio Uberti, quien se hizo tristemente célebre después de que se detectara que –no casualmente- tuvo activa participación en el ingreso de la valija de dólares de Guido Antonini Wilson a fines del año 2007.
Uberti reportaba en esos días al propio Néstor Kirchner, motivo por el cual es dable inferir que las coimas siempre llegaban hasta lo más alto del poder de turno.
Haciendo las valijas
Según consigna diario Clarín en su edición de ayer, los convenios firmados por el kirchnerismo con el gobierno de Hugo Chávez, incluidas la presidencia de Néstor Kirchner y -lo que lleva de mandato- su esposa, “significan más del 70% de los acuerdos alcanzados con ese país por la Argentina en toda su historia”. Son 181, si se suman los últimos 25, contra 82 rubricados por todos los otros presidentes.
Si a eso se agrega que Venezuela es uno de los únicos países con los que la Argentina tiene establecido un mecanismo de reuniones cada tres meses, el panorama aparece aún más turbio.
Oportunamente este periódico dio cuenta de que, el gran problema que tendrá el kirchnerismo cuando abandone el poder, estará relacionado con los "negocios" con Venezuela. Es que la realidad indica que, si bien hoy muchos empresarios callan por temor a perder sus negocios con el gobierno, es esperable que recobren su coraje cuando los Kirchner hayan armado sus valijas para irse (y no hablamos de las maletas de Antonini Wilson).
Uberti es hoy el puntual eslabón que permitiría descubrir la verdad detrás de los dichos de Sadous, pero jamás hablará. Hace unos meses, una mano negra intentó hacerlo desaparecer y ese aviso fue más que suficiente para enmudecer al valijero oficial.
En estas horas, el kirchnerismo especula –y bien que lo hace- con que el juez Julián Ercolini, a cargo del expediente que se ha iniciado por las declaraciones del ex embajador, llamará a Uberti a declarar al menos de manera “testimonial”. Lo que diga este en sede judicial será minuciosamente analizado por los cráneos de Casa de Gobierno -nada puede quedar librado al azar-, quienes seguramente lo "invitarán" a negar todo y argumentar que lo acontecido se enmarca en una “operación política” por parte de Sadous.
Mientras tanto, la oposición comienza a rearmar un complejo rompecabezas que hasta hoy nunca había podido armar. Tiene que ver con los reiterados viajes que hizo Uberti en el marco del ingreso de los 800 mil dólares de Antonini Wilson. Lo que sospechan es que ese dinero estaría vinculado a millonarias coimas por las ventas argentinas a cambio del fuel oil que aporta Venezuela para las usinas eléctricas vernáculas.
En tal sentido, hay media docena de funcionarios de primera línea que deberán dar oportunas explicaciones por lo acaecido. El primero de ellos es el propio Uberti: ¿Por qué llamó a la Quinta de Olivos no bien fue “capturado” Antonini Wilson en el Aeroparque Metropolitano? ¿Con quién habló en esa oportunidad?
Otro dos que tienen que dar las explicaciones del caso son Aníbal Fernández y Ricardo Echegaray, ya que Uberti llamó esa misma mañana al ministerio del Interior y a la AFIP, a cargo de ambos personajes. ¿Para qué llamaba un hombre desesperado a esos funcionarios, si no era para exigir inmunidad?
Un dato: Uberti jamás fue cuestionado por Echegaray, a cargo de la Aduana, en el marco de sus repetidos viajes hacia y desde Venezuela. Las valijas del ex funcionario K siempre ingresaron por el Aeroparque sin control aduanero alguno.
Concluyendo
Lo ocurrido en el día de ayer, representa una buena oportunidad para preguntarse algo que pocos saben: ¿por qué razón la AFIP-Aduana, por orden expresa de Echegaray, deja pasar por "Canal Verde" -es decir, sin control alguno- a los contenedores que llegan al Puerto de Buenos Aires y a Ezeiza, provenientes de Venezuela? Eso sin mencionar las "valijas diplomáticas" que también ingresan habitualmente por el “Sector Militar” del Aeroparque y por ende, no son revisadas ni por la Aduana ni por la Policía Aeronáutica.
En tal sentido, tampoco se puede entender cómo Carlos Mechetti, Jefe de la Aduana de Ezeiza imputado por contrabando, todavía sigue a cargo de dicha sección. ¿Por qué el Gobierno y la Justicia permiten esta situación?
Nadie sabe aún qué sucederá con esta nueva denuncia efectuada por Sadous, pero algo es claro, a nivel judicial jamás se indagará acerca de la responsabilidad oficial por lo acaecido. No por nada, Aníbal Fernández aseguró en las últimas horas que hay que esperar “la acción de la Justicia”.